Mi cuerpo todavía duele. La sensación ha disminuido, pero sigue ahí. Levi sigue temblando. Da un sorbo a su té de siete azahares con la mirada perdida. La mesa del apartamento es pequeña, así que estamos muy cerca. Ambos queremos hablar sobre ese mar de sangre, mas no sabemos cómo empezar.
Miro por la ventana; es apenas la una de la madrugada y el mar luce muy bello también cuando está oscuro. Si Levi y yo elegimos este apartamento fue en gran parte por la vista. Ver las tranquilas olas solo me destruye más por dentro. Quiero volver a dormir, mas no tengo la paz suficiente para hacerlo. Levi toma mi mano y clava sus ojos lacrimosos en los míos. Nos sentimos desorientados y rotos.
A lo lejos escuchamos cantar a la sirena de siempre. Ella canta como si fuera parte de nuestro sufrimiento, como si nos comprendiera. Levi y yo, aún sin decir nada, salimos del apartamento cogidos de la mano y nos dirigimos al muelle. Esta vez la voz de la criatura se escucha más cerca. ¿Nos está llamando?
Nos sentamos al final del muelle. A esta hora el cielo y el mar parecen uno solo, fríos e infinitos. Bajo la mirada y una cabeza rubia emerge de ella y me contempla con tierna tristeza. Sé que deberíamos sorprendernos, pero en este momento no hay espacio en nosotros para ninguna otra emoción.
—Miel...—musito—. En verdad eres tú...
Ella levanta una mano y toma la mía. Entrelazamos nuestros dedos. Su tacto es gélido y suave. Yo sé que compartimos un lazo por Arabella, mas no creí que fuera tan estrecho. Miel nos ha llamado sin que nos diéramos cuenta, tal vez porque ella siempre ha sabido la verdad. Ahora comprendo por qué Arabella decidió romper la unión que tenía con ella.
Miel está llorando, mas no solloza. Su mirada me implora que la ayude. Me gustaría que pudiéramos hablar y me diera todos los detalles de la situación, pero dado a los límites de nuestro lazo solo puedo hacerle unas cuantas preguntas.
—¿Arabella no está bien, verdad?
Miel niega con la cabeza.
—¿Nos mintió y está sufriendo? ¿Por eso decidió cortar su lazo contigo?
Ella asiente.
—Vamos a hablar con Arabella y ver qué podemos hacer—le digo—. Ella va a estar bien.
Es una promesa vacía, lo sé, pero no encuentro qué otra cosa decirle. No tengo ni idea de lo que haremos Levi y yo cuando enfrentemos la verdad. Mi mente y mi cuerpo sienten una vez más todo ese dolor y agotamiento extremo que experimentamos desde que Arabella quedó a merced de Wu. La imagen de ese hombre con sangre escurriéndole en la barbilla me da un escalofrío.
Levi y yo nos despedimos de Miel y regresamos al apartamento. Él sigue sin decir nada. Nos acostamos juntos y, sin dejar de llorar, esperamos a que el sueño llegue y nos regrese a Arabella.
Inmortales
La imagen de Arabella es borrosa y el océano más frío que nunca. No hay un solo pez aquí, tampoco plantas. Solo agua y la figura inestable de nuestra sirena.
—Bell...por favor—musita Levi.
—Necesitamos hablar de esto, queremos entender lo que está pasando—digo. Quiero acercarme a ella, pero me asusta la idea de que desaparezca si lo hago.
—No se suponía que ustedes supieran esto—contesta ella tras un leve silencio—. Me esforcé mucho en ocultarlo, en que no lo sintieran. Fui una ilusa al creer que podía alterar nuestro lazo.
La dama del agua nada hacia nosotros y poco a poco su imagen se aclara: veo primero la cola azul, de un brillo iridiscente, luego su torso y brazos delgados; los pechos generosos, el collar del que es esclava. Contengo un suspiro al perderme una vez más en sus ojos de distinto color. Aquellos que la salvaron de morir y se llevaron parte de mi alma y la de Levi desde la primera vez que los vimos.
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Arabella
Short StoryJack Lovelace es el saxofonista de una banda de jazz que toca en un prestigioso restaurante. Levi, el bajista, es su mejor amigo y la única persona por la que ha sentido algo parecido al amor. A pesar de quererse tanto siempre hay cierta distancia e...