Adiós

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Levi siempre ha gustado de leer. Recuerdo ver su nariz metida en una novela romántica o de vampiros desde que teníamos como diez años. Era un amante de las bibliotecas, y yo, por supuesto, lo acompañaba a esos apacibles lugares y contemplaba su lindo perfil de soslayo cuando nos sentábamos en un mismo sillón. Aquella ocasión nuestro sillón favorito estaba ocupado, así que tuvimos que irnos a la segunda sala, en donde había mesas. Me senté frente a Levi y fingí estar interesado en el libro sobre ballenas que tenía entre las manos, pero a los pocos minutos terminé levantando la vista discretamente para verlo. Él no se dio cuenta, estaba muy abstraído en su lectura; era una novela de Jane Austen en cuya portada aparecían varias rosas blancas en un fondo rosa. Me pareció un tanto gracioso el contraste entre el libro y su lector: la novela era muy femenina mientras que Levi vestía como todo un chico grunge; camiseta negra debajo de una camisa a cuadros azules y blancos, la cual no estaba abotonada. Todavía conservaba su desordenado cabello natural pero se había teñido un mechón de rojo sangre. Esa era el primer cambio de muchos que tendría en el futuro.

Sus ojos transmitían mucha paz, siempre me sentía seguro al verlos.

—¿Pasa algo?—dijo Levi, y yo salí de mi trance.

—¿Eh?

—No dejas de verme. ¿Es por mi cabello?

Apretó los labios para no reír.

—¿Qué? ¡No!

Levi iba a contestarme, pero entonces escuchamos disparos afuera, seguido de una oleada de gritos. Los pocos que estábamos en la biblioteca nos estremecimos e intercambiamos miradas.

—¿Qué mierda?—musitó Connor, un compañero nuestro, desde la mesa de al lado.

Más disparos y gritos. Nos quedamos paralizados. Escuchamos la puerta de la biblioteca abrirse y vimos entrar a un par de chicas lacrimosas cubiertas de sangre.

—Un...un tipo—dijo una de ellas acercándose a la joven bibliotecaria—. Un tipo está disparando a todos los que mira por los pasillos. Mató a una amiga nuestra, ¡le dio en la cabeza!

Miré a los ojos a Levi. Estaba temblando.

—Vámonos de aquí—me dijo.

—Solo hay una salida, y da a los pasillos.

Se puso de pie y me tomó de la mano.

—Entonces hay que escondernos en el segundo piso.

Los gritos eran cada vez más cercanos, ahora acompañados de una risa histérica. Levi y yo corrimos al segundo piso. Connor y otras tres personas nos siguieron. Apuramos el paso al oír que la puerta volvía a abrirse y alguien cantaba una versión muy lenta y desafinada de Singin' in the rain. Reconocí la voz enseguida.

—Eric...—murmuré con los ojos llenos de lágrimas. Levi seguía temblando, pero su paso era firme. Si no fuera por él yo no me hubiera movido de mi lugar. Seguiría en la mesa, esperando morir. Y a decir verdad, en ese momento creía que no había forma de salvarnos y que al huir solo prolongábamos la angustia.

Pero voy a seguirte hasta el final, pensé, apretando con ternura la mano grande de mi amigo. Hubo más disparos y una que otra pausa en lo que Eric cargaba su arma. Levi y yo nos escondimos bajo una mesa, la cual se encontraba entre dos libreros. Él me tomó de los hombros y me miró a los ojos. Se veía tan asustado como yo y le temblaban los labios, pero se esforzaba lo más que podía en no perder la cordura.

—Eric no va a tardar en venir aquí—dijo—. Así que...Así que escucha con atención.

—S-Sí.

Sus lágrimas se hicieron más abundantes y apretó los labios conteniendo un gemido.

—Te amo—dijo con la voz ahogada—. Me duele tener que decírtelo ahora, en un momento tan horrible, pero...pero ya no hay tiempo. Ya no nos queda tiempo, Jack. No quiero irme sin que sepas que te amo, que siempre te he amado.

Sentí un pinchazo en el pecho.

—Yo también te amo.

Posé mi mano en su mejilla y él sonrió entre sus lágrimas. Entonces, a pesar de que creía que iba a morir, fui feliz. Él posó sus labios en los míos y todo lo malo del mundo desapareció por un instante. Me iría de este mundo junto a él, sabiendo la verdad. Una verdad que ni en mis mejores sueños se hacía presente.

Vimos los pies de Eric calzados con botas de combate negras caminando sin prisa por el lugar: seguía tarareando la canción y disparando a un alumno tras otro. Connor cayó a poca distancia de nuestra mesa. Un charco de sangre nació debajo de él y tuve que tomar fuerzas de no sé donde para no gritar.

Eric pateó su cadáver.

—Ohhh, qué delicia—dijo—. Una buena sesión de ultra-violencia.

Escuché voces femeninas suplicar y chicos tratando de hacerlo entrar en razón para luego ser callados de una vez y para siempre. Los cadáveres seguían tiñendo de carmesí el blanco suelo, y yo, al límite de mis emociones, pedí a Dios que esto terminara lo más pronto posible.

Levi me abrazaba, yo tenía la cabeza en su pecho. Eric movió la mesa y nos clavó su mirada fría. Estaba totalmente vestido de blanco y tenía pestañas postizas en un solo ojo. Traía una escopeta y quien sabe qué más en una mochila estilo cartero. Cargó la escopeta y yo sentí que me arrancaban el alma de un tirón.

Estaba listo para morir, pero ese aún no era mi momento. Ni el de Levi.

La expresión de Eric se suavizó y me estremecí al ver que sus ojos empezaban a lagrimear. Parte de su humanidad había vuelto.

—Chicos...—dijo, y se arrodilló frente a nosotros—. Ustedes...mis amigos...

—Por favor...—musitó Levi—. Por favor no nos hagas daño.

Eric negó con la cabeza muy lentamente.

—¿Por qué les haría daño? Ustedes fueron los únicos que sí me apreciaron—se enjugó sus lágrimas—. Ustedes...me hicieron sentir que era alguien normal. Ustedes me quisieron.

—Y aún te queremos.

—No, yo sé que ya no me quieren. No después de esto. Yo era consciente de eso y aún así decidí seguir adelante. Quiero darles las gracias.

—Eric...

—Muchas gracias, amigos. Ahora váyanse por favor.

—Pe...pero...

—Adiós.

Yo seguía paralizado por la escena, incapaz de moverme. Levi me volvió a tomar de la mano y me hizo levantarme. Corrimos sin mirar atrás, y justo cuando terminamos de bajar las escaleras escuchamos otro disparo.

—Mató a alguien más—susurré.

—Ya no había nadie ahí—contestó Levi—. De seguro se disparó a sí mismo.

ArabellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora