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Levi y yo, como he dicho antes, compartimos todo, y eso incluye la cama. Ahora que ha estado ausente, la cama me parece enorme. Siempre que dormíamos me daba la espalda, y aunque en más de una ocasión deseé que se diera vuelta y me abrazara, me bastaba ver su figura a media luz para poder conciliar el sueño. En este momento tardo un poco más, pero lo logro.

Han pasado 3 días, pienso, mientras me hago ovillo bajo las mantas, sintiendo como la cama desaparece y poco a poco me hundo en ese mundo fantástico cuya reina es Arabella. Tras parpadear un par de veces, me sorprendo al ver alrededor: las luces, la barra, las risas y los cuerpos danzantes. El Stellar. Estoy ocupando la mesa de siempre, la que me ofrece la mejor vista a la pista de baile. Pero a diferencia de otras ocasiones, esta vez no estoy solo. Hay un hombre como de mi edad a mi lado, viste con elegancia. Las luces cambian su color de cabello constantemente, no recuerdo haberlo visto antes. Él sonríe y me mira a lo ojos. Yo, al ver el color en los suyos, no tardo en saber quien es.

—Eh...eres un...—digo.

—...¿Un hombre?—completa Arabella—. Pues siempre lo he sido, ¿no?

Sonrío levemente.

—Luces bien.

—Gracias—contempla la pista—. Qué buen ambiente, me recuerda al Little Tokyo.

—¿Al qué?

—Little Tokyo, el bar donde trabajaba.

Arabella tiene la apariencia de un hombre humano ahora, pero su voz sigue siendo suave. Espero pronto me muestre ese bar, muero por conocer aunque sea un trozo de su pasado.

—Me gustaría que Levi estuviera aquí—digo.

Arabella posa su mano en mi hombro.

—¿Y quién dice que no lo está? Deberías buscarlo.

Abro los ojos a toda su expresión. Él también debe estar dormido ahora.

—Va a alejarse de todos modos, no tiene sentido buscarlo—digo.

—No lo creo. Él es mucho más valiente aquí.

Decido ponerme de pie y bajar a la pista de baile. Me cuesta algo de trabajo abrirme paso entre la gente. No veo a Levi por ningún lado y me pregunto si estará en el segundo piso ahora.

Entonces lo veo. Qué horrible deja vu. Está pegado a la pared, besando a una morena de cabello corto. No estoy de humor para esto, así que doy media vuelta y me dispongo a regresar. Apenas doy unos cinco pasos cuando alguien me toma del brazo, y yo me estremezco al ver que se trata de Levi.

—Jack...—musita—. Yo...eh...

No me inmuto.

—Arabella tenía razón—digo—. Aquí eres más valiente.

Me libero de su agarre y sigo con mi camino, pero él vuelve a detenerme.

—Jack, lo siento por haberme ido, es que todo esto ha sido difícil de digerir. En serio.

No tardo en sentir los ojos lacrimosos.

—Te perdono, pero vuelve de una maldita vez.

Despierto antes de escuchar su respuesta. Mi cuerpo está caliente y no dejo de sudar. Veo el despertador: son las dos de la mañana. Debería volver a dormir, pero ya no tengo ganas. Me levanto y voy a ducharme, después me pongo un conjunto chándal. Salgo del apartamento y pido un Uber que me lleva al Stellar. El sueño me dejó con más ganas de música atronadora y olores diversos.

Al llegar voy a la mesa de siempre y doy un respingo al ver que Levi está ahí. Nos vemos a los ojos por un momento y él sonríe. No decimos nada y yo no me muevo de donde estoy. Él se levanta y me rodea con sus brazos, recibo su beso inocente con un nudo en el pecho. Correspondo su abrazo y seguimos así. Amo que Levi me quite el aire y me impregne con el aroma de su perfume, una mezcla de papel viejo y esas barras de chocolate con nuez que le fascina comer.

No me separo de sus labios hasta que me falta el aire.

Por fin ha vuelto.


Despacio

El camino de regreso a casa se me hace eterno. El taxista, un hombre alegre de mediana edad, nos cuenta que esta mañana llevó al hotel Hilton a una pareja muy peculiar: una mujer china y un alemán. Discutieron durante todo el trayecto, pero cada uno en su lengua materna. Tuvo que esforzarse mucho para no reír.

Levi y yo lo escuchamos con atención y damos comentarios muy breves. Estoy temblando, y el centro de mi cuerpo no deja de palpitar. Levi está tomando mi mano, tan tranquilo como siempre. Lo veo de soslayo, sonriendo. Es esa sonrisa depredadora que esboza en el Stellar cuando está con alguna chica o me cuenta lo que hizo con ellas días después.

¿Vas a devorarme esta noche, Levi?, pienso.

Probablemente, responde la voz de Arabella en mi interior.

Muerdo mi labio inferior.

—Tranquilo—me susurra Levi, clavándome sus ardientes ojos castaños.

No dejo de sorprenderme por este lazo que nos atrae a los tres y que forma una sola consciencia. Esto debería aterrarme, pero en cambio lo acepto como lo más natural del mundo. Es magia, una que solo un ángel del mar como Arabella podría crear.

Por fin llegamos. Levi paga al taxista y este nos da las buenas noches. Ya en el apartamento, no sé qué hacer. Si bien he hecho el amor con Arabella varias veces, ella es muy distinta a Levi. Me siento al borde de la cama y lo veo ponerse el pijama.

—¿Qué...qué haces?—pregunto.

Él bosteza.

—Me preparo para dormir.

—Oh.

Levi me mira de arriba abajo y sonríe levemente.

—Estás temblando.

—Es que...creí que haríamos algo.

Él se siente junto a mí y rodea mis hombros con su brazo.

—Tú no eres un ligue de una noche, Jack. Eres la persona que he amado desde que era un niño.

Le regreso la sonrisa.

—Levi...

—Hay que ir despacio—me besa la mejilla—. Tenemos tiempo de sobra.


Algún tipo de naturaleza

Levi no deja de ver a Arabella a los ojos. Ahora que sabe el alcance de nuestra conexión, está fascinado. El almacén siempre me ha parecido enorme, pero ahora que los tres estamos aquí, conscientes de nuestros sentimientos, es pequeño.

La sirena sonríe a Levi.

—Sabía que volverías—dice ella.

—¿La escuchas?—le pregunto a Levi.

—Sí—responde sin voltear a verme—. Pero es solo un susurro, tal como siempre.

Rodeo sus hombros con mi brazo.

—Debes dejarla entrar a tu mente.

Levi asiente despacio. Está nervioso, eso es algo muy raro en él.

Abro el tanque y Levi se asoma. Arabella saca la cabeza, el cabello está pegado a su cara. Despeja su rostro y sonríe a Levi, quien se inclina para recibir su tenue beso. Yo sonrío, pues sé que ahora no hay vuelta atrás.

El hechizo nos envuelve a ambos y lo que sigue ya es un ritual para mi: desnudarse, entrar al tanque y dejarse amar. Los cuerpos de Levi y Arabella reclaman el mío entre el agua; dos depredadores y una presa. Adoro ser siempre la presa.

ArabellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora