Línea de bajo erótica

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Levi está acostado a mi derecha, las sábanas solo cubren parte de sus piernas. Hay un leve tul de sudor sobre su cuerpo; su aroma es mil veces más intenso minutos después de entregarse a mí.

—¿Recuerdas cuando tocaba en el Da Funk?—me pregunta.

—Sí.

Para ese entonces yo seguía en la universidad y Levi trabajaba en el café toda la semana y tocaba por las noches en ese bar. Era el alma de su banda, opacando incluso al vocalista. Yo recuerdo que me sentía fuera de lugar en el Da Funk, lleno de personas alegres riendo y conversando con cervezas en sus manos. No estaba en paz hasta que la música empezaba y veía a Levi en el escenario, acariciando el bajo como si fuera el cuerpo de una mujer. O el mío.

A veces la paz me duraba solo un momento. Mi mente contaminada envolvía la figura de Levi y creaba momentos que jamás ocurrieron. Ahí dentro Levi era mi todo y después de los conciertos me arrastraba a su apartamento de soltero y me hundía en la violencia su amor.

Yo sentía el cuerpo ardiendo y un hormigueo entre los muslos. Una mezcla de culpabilidad y deleite. La poca luz en el lugar me favorecía, escondía mi vergüenza. Levi agitaba su cabello, libre y salvaje, disfrutando el momento. Me seducía sin saberlo, me acariciaba con su aura.

—Esas noches yo...yo tenía una fantasía recurrente mientras tocaba—me confiesa Levi, acomodando su flequillo verde.

No puede ser, pienso, apretando los labios.

—¿Y cuál era?

Madre

La madre de Arabella tiene el cabello de un rubio miel y los ojos esmeralda. Siempre que Levi y yo nos dejamos caer del acantilado y nos arrastra el mar, ella toma mi mano y baila conmigo. Su sonrisa es humana, pero su mirada sigue siendo animal. No puedo comunicarme con ella, pero tengo una idea de lo que me quiere transmitir con su lenguaje corporal.

Es una criatura brusca y llena de energía con la apariencia de una mujer humana de veinte años. Yo relajo el cuerpo y me dejo llevar, feliz de saber que me aprecia. Arabella, desde cierta distancia, nos observa mientras juega con Levi y sus hermanas.

Madre te adora, dice.

La sirena rubia asiente un par de veces y me estruja entre sus fuertes brazos.


Nos vemos en primavera

—Oh vamos, quita esa cara—me pide Arabella, sonriendo levemente.

—¿De qué hablas?

La sirena imita mi expresión. Pareciera que está a punto de llorar.

Contengo un suspiro.

—No me veo así.

Me he esforzado todo el día en ocultar mi aflicción, pero es inútil. Hoy será nuestra última tarde juntos en mucho tiempo. El Novoselic siempre cierra en temporada de invierno y no abre hasta la primera mitad de la primavera. Me deprime saber que Arabella será cuidada por los asistentes y no por Levi y yo. Voy a echar de menos este almacén.

—No tienes que hacerte el duro conmigo, Jack—dice ella. Sus ojos brillan, y su melena chocolate crea arabescos caprichosos—. Somos uno, siento exactamente lo mismo que tú.

Levi llega al poco tiempo. Trae su guitarra y tres latas de café frío. No luce ni un poco triste. Lo veo abrir el tanque y entregar una de las latas a Arabella, quien le da las gracias. Se sonríen, dichosos como un par de niños. Me fascina verlos juntos, sus auras son preciosas. Levi y yo nos sentamos junto al tanque y las horas se van volando con la guitarra de Levi y la voz de Arabella. Se aman sin tocarse, solo con los sonidos; veo la música adquirir color y convertirse en polvo de estrellas. Muerdo mis labios al contemplar las miradas intensas que se dirigen. Están ardiendo.

Ahora entiendo por qué Levi luce tan sereno: él sabe que en realidad nunca va a separarse de la sirena, que solo necesita cerrar los ojos y pensar en ella para que aparezca, para que le hable. Yo todavía estoy muy aferrado a amar al cuerpo, por eso me invade un dolor tan grande.

La voz interior de Arabella también se hace presente, me dejo embriagar por la letra:

Siempre estaré aquí

Siempre que mi alma quiera

Nunca habrá un fin

Nos vemos en primavera


Siento los ojos lacrimosos. Todo esto es demasiado bello.


Todo vas a sentir

Siempre que tu alma quiera

Nunca vas a morir

Nos vemos en primavera

ArabellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora