Estaba a mitad de semestre y moría por salir de vacaciones. Lo único que hacía más ligeros mis días en la preparatoria Highmore era Levi, y cuando él no estaba cerca me sentía vacío.
—Jack, ¿me prestas tu sacapuntas?—me preguntó Eric en voz baja, sentado a mi derecha. Yo asentí y se lo entregué. Eché un vistazo a sus notas, eran impecables.
Para mi mala suerte Levi y yo no estábamos juntos en la clase de español, así que me aburría mortalmente escuchando a la profesora explicar los pronombres. Estaba sentado al final de la última fila, así que podía dormirme un rato si así lo quería.
Eric me regresó el sacapuntas.
—Gracias por ir a mi fiesta—dijo, sonriéndome.
El fin de semana anterior fue su fiesta de cumpleaños 16 y solo fuimos Levi y yo. Creí que iba a deprimirse, pero solo le bastó nuestra compañía para pasarla bien. Eric era un chico tímido, de pocas palabras y con cierto aire femenino. Era constantemente molestado por ello, pero él no se quejaba.
Eric y yo no eramos muy distintos, pero supongo que si a mí no me iba tan mal era por ser amigo de alguien tan popular y querido por todos como Levi.
—Gracias a ti por invitarme—respondí—. Ese pastel de chocolate estaba delicioso.
—Mi madre lo hizo. Hoy traje brownies para la hora del almuerzo, también los hizo ella. ¿Quieres uno?
—Sí.
Eric lo sacó de su mochila y me lo entregó con discreción. No entendía por qué lo molestaban tanto, era muy amable. Tal vez demasiado. Se tragaba todos los insultos y las bromas, y aceptaba la indiferencia social sin un solo asomo de tristeza en sus ojos.
Pensé que Eric resistiría hasta graduarse, pero no fue así. Y todos pagamos por ello.
La hora acabó y vi a mi compañero irse a su siguiente clase. Guardé todo en mi mochila y me puse de pie. Antes de poder abandonar el aula, una chica me detuvo.
—Hola Jack, ¿cómo te va?
Era Lana. Lana Winters. Bajita, rubia y de cara bonita. Ella fue la reina en el baile de invierno, y admito que sentí algo de celos cuando la vi bailar vals junto a Levi en medio del gimnasio.
Lana pocas veces me hablaba, y cuando lo hacía era para acercarse a Levi. Su atracción por él era ridículamente obvia para todos menos para él. Como siempre, parecía no darse cuenta de a cuantas chicas hechizaba.
—Eh...es que...eres muy cercano a Levi y quería preguntarte algo—dijo.
—Claro.
Quería irme cuanto antes.
Lana se ruborizó.
—¿Crees que...crees que yo le guste?
—Tal vez.
A Levi, incluso desde entonces, nunca le conocí una novia formal, solo aventuras cortas. Lana sin duda sería una de ellas.
—¿De verdad?—dijo, esperanzada.
—Sí. Eres rubia y a él le gustan las rubias.
Sonreí levemente. Yo soy rubio, pero no una chica. Qué mala suerte.
Lana me dio las gracias y se fue.
Las siguientes dos horas fueron de Historia Universal. Levi estaba leyendo una novela de Ray Bradbury mientras yo lo contemplaba de soslayo, sin prestar ni la más mínima atención al profesor.
En la salida, mientras esperábamos el bus, Levi me habló de Lana:
—Me la encontré en el pasillo de camino a la clase Me dijo que está enamorada de mí.
—¿Y qué respondiste?
—La rechacé. Ella buscaba algo más de lo que yo estoy dispuesto a dar. No quería lastimarla.
Mujeres bonitas, hombres lindos
Es fin de semana, así que el Burguer King está lleno. Los niños gritan y ríen en los juegos, las madres y padres conversan con sus hijos mayores mientras estos sorben sus bebidas. Vera, sentada frente a mí, no para de hablar. Debería estar viéndola a los ojos, pero me distrae los tatuajes de plumas que tiene en las clavículas. Usa un top de cuero que se ve muy incómodo, ella siempre usa ropa así.
—¿...Y tú?—me pregunta.
—¿Eh?
—¿Dejaste alguna novia cuando te mudaste de San Diego?
—Sí—miento—. Pero terminamos bien. Ella entendió que quería cambiar de aires.
Cada que alguno de mis amigos habla sobre mujeres, no sé como sentirme. Algunas me parecen hermosas, muy hermosas. Lana, por ejemplo, y también Vera. Y Lucy, una de las bartenders en el Novoselic. Los hombres también me parecen lindos, pero ninguno de ellos ha despertado deseos profundos en mi a excepción de Levi. Sé que en estos tiempos existen miles de palabras para definirme, pero yo no le doy importancia a eso. Solo sé que estoy enamorado de Levi y así ha sido desde que era un adolescente.
—¿Y no estás saliendo con alguien ahora?—me pregunta Vera, para después comer un poco de su hamburguesa.
Sonrío levemente.
—Sí, con Arabella. Lo nuestro es complicado.
Mi amiga ríe.
—Levi se la pasa diciendo que es tu novia pez.
—Dorian dice que me trata más como un mayordomo que como un novio.
—Es muy lista, a veces me sorprende. He leído en mis libros de mitos que si logras que se enamore de ti, su conexión será para siempre y ella te compartirá sus dones.
—¿Dones?
—Su belleza, por ejemplo, y su asombrosa salud. Muchos hombres poco agraciados o con una enfermedad grave intentaron arrebatarles sus dones por la fuerza, abusando de ellas.
—¿Y qué les pasó?
—Les funcionó, pero solo mientras las tenían cerca y las usaban constantemente. Cuando las sirena morían o lograban volver al océano, esos hombres se marchitaron y perdieron la cordura.
—Hay algo de cierto en esos cuentos. Las células madre de las sirenas han sido de mucha ayuda para enfermedades mortales.
Pasamos el resto de la tarde hablando de sirenas. Al volver al apartamento encuentro a Levi viendo una película con una chica. Contengo un suspiro.
No puede ser.
—Eh...él es Jack, mi compañero—dice Levi, notablemente incómodo.
—Hola—sonríe la chica.
—Espero no hayan follado en mi lado de la cama—respondo sin inmutarme, y vuelvo a salir cerrando la puerta. El resto de mi día transcurre en un bar con estética oriental. Hay un cuadro enorme de una geisha con una sombrilla, no puedo evitar recordar a Arabella. Mi celular no deja de vibrar por los mensajes de Levi, disculpándose por romper una de las pocas reglas que tenemos sobre el apartamento: no llevar a sus putas ahí.
Faltando diez minutos para las once de la noche por fin atiendo una de sus mil llamadas:
—Qué asco, Levi—digo.
—Hermano, lo siento, solo estábamos viendo una película, en serio, tú nos viste.
—Quién sabe cuánto tiempo llevaban ahí.
—Solo como media hora. Ya habíamos follado antes en su casa, hablo en serio. Perdón.
—Está bien.
No es que me moleste, solo me da asco. Levi me da asco a veces.

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Arabella
Historia CortaJack Lovelace es el saxofonista de una banda de jazz que toca en un prestigioso restaurante. Levi, el bajista, es su mejor amigo y la única persona por la que ha sentido algo parecido al amor. A pesar de quererse tanto siempre hay cierta distancia e...