Lejos

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A la mañana siguiente Levi y yo despertamos con nuestra energía habitual, pero estamos aterrados. Nuestra conexión con Arabella es muy estrecha, y si sentimos un dolor tan horrible fue porque algo malo le ocurrió. Lo primero que hago al levantarme de la cama es tomar mi teléfono y llamar a Randy, uno de los asistentes. Si no mal recuerdo él es quien está a cargo de Arabella durante las mañanas.

—¿Hola?—dice Randy.

—Hola—respondo, tratando sonar tranquilo—. ¿Qué tal?

—Todo bien. No me quejo.

Volteo a ver a Levi, quien está sentado al pie de la cama. Sus ojos están llenos de preocupación.

—Eh...Solo llamo para saber cómo te va con Arabella, ¿se ha portado bien? Ya sabes que puedes contar conmigo por si pasa algo.

Hay un breve silencio al otro lado de la línea. Randy suspira.

—Ay, Jack. ¿Novoselic no te dijo?

De nuevo me invade el dolor. Necesito de todas mis fuerzas para no desplomarme.

—¿Decirme qué?

—¿Recuerdas al chino millonario que alquiló todo el restaurante aquella vez? Pues compró a Arabella. Novoselic no estaba muy convencido pues ella es la atracción principal del restaurante y además es exótica, pero el chino le dijo que estaba dispuesto a pagar seis veces su valor y entonces aceptó. Tres días después todo un equipo contratado por él vino a recogerla.

Cuelgo. No necesito oír más . Volteo a ver a Levi, quien se pone de pie, camina hacia mí y me rodea con sus brazos. Mi vista se nubla por las lágrimas. No puede ser.

—¿Jack? ¿Qué te dijo?—pregunta.

Mi cuerpo no resiste. De nuevo la energía me abandona y pierdo la consciencia.


Regreso

El océano de los sueños acaricia mi cuerpo, es más cálido que de costumbre. Arabella está nadando junto a mí. Se ve radiante.

—Tú...—murmuro—. Novoselic te...

Ella me acaricia el rostro. Está hermosa y triste.

—Lamento haberlos preocupado. Sé que debí aparecer antes, pero todas esas cosas que me inyectaron para sacarme del tanque no me dejaron. Paralizaron no solo mi cuerpo, sino también mi mente.

Aprieto los labios. Aquí mis lágrimas son nada.

—Sentimos mucho dolor—musito—. ¿Estás bien?

—Sí. Lo estoy ahora—me da un breve beso—. En serio, siento mucho que hayan sufrido.

La abrazo.

—Eso ya no importa. Ahora estás aquí.


Acuario privado

Novoselic no tiene por qué darme explicaciones. Sin embargo, va a hacerlo.

—Fue algo muy repentino—dice.

Estamos sentados en la barra, tal como la primera vez que hablamos de Arabella. Ayer, después de despertar y contarle todo a Levi, llamé a Novoselic y le dije que ya sabía lo que hizo con la sirena y que deseaba hablar al respecto. Pensé que se negaría, mas aceptó y me citó en el restaurante. Le dije a Levi que podía acompañarme, pero dijo que probablemente perdería los estribos y molería al jefe a golpes.

ArabellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora