Sus pies le mataban por estar todo el día de pie y su cabeza no daba para más, es decir si le preguntaran ahora mismo cuanto era dos más dos, contestaría ¡zanahoria!, y sería feliz con su respuesta.
Solo quería llegar a su casa, ver a su hermano y dormir...dormir cinco, cuatro, tres horas o lo que le quedara de la noche.
Desde que comenzó su turno en urgencias, había atendido cinco contusiones, dos derrames, cuatro cirugías, dos perdidas de conocimiento, tres traumas y finalmente un parto. Fue una niña. Una linda niña.
Ser médico, era algo que siempre había soñado, y por lo que había trabajado duramente todos estos años, y ahora con tan solo 23 años ya era un joven residente, aunque eso significara sacrificar sus horas de sueño y de comida, y de salidas, y de descanso, y de amigos y de... bueno de vida en general.
Prácticamente pasaba más horas en el hospital que en su propia casa. Por suerte su hermano Ethan era un chico un poco (bastante) maduro para comprender su situación y no hacer berrinches por ello.
Aunque admitía que si le gustaría llegar a su casa, y que su hermano menor corriera hacia él y lo abrazara y le dijera "bienvenido a casa hermano mayor" con ojos iluminados, pero eso... eso sería mucho pedir. Ethan era demasiado... Mmm... no quería decir esa palabra, pero si, Ethan era demasiado frio para solo tener 16 años.
Sin más pensamientos en su castaña cabeza siguió caminando, el trayecto hasta su apartamento no era muy largo pero a esta hora de la noche incluso las pintorescas calles por donde pasaba todos los días se volvían espeluznantes.
En especial ese callejón, en el que escuchaba pequeños gemidos. Pero bueno que se le va hacer, los jóvenes de ahora son...
¡Espera!! ¿Qué?!!
Retrocedió sobre sus pasos y escucho con más atención, en efecto eran gemidos... pero de ¡dolor!! Los reconocería donde fuera.
Fue más como un reflejo de doctor que cualquier otra cosa, lo que lo impulso a casi correr hacia allí a atender al herido o enfermo. Sin pensar siquiera en lo peligroso o extraño de la situación.
Al principio solo veía un bulto tirado en el suelo, pero a medida que se acercaba, ese bulto sin gracia, se convertía en una persona.
El hombre estaba en el suelo de aquel frio callejón y mantenía su espalda apoyada en la pared, una de sus manos se encontraba sobre un costado de su abdomen. Mantenía lo ojos cerrados y tenía una expresión de dolor.
Se le acerco suavemente sin que el hombre notara su presencia y se puso a su misma altura.
- Señor, señor- el joven médico lo llamo con voz suave, tenía que confirmar si el hombre estaba consiente.
El hombre abrió los ojos y lo miro por un momento sorprendido. Elliot pudo notar que al igual que su cabello tenía los ojos de un profundo color negro.
– ¿Quién eres? – pregunto con algo de brusquedad, y ahora sus ojos lo miraban con desconfianza. Incluso noto que su cuerpo adopto una pose defensiva. Como si fuera a atacar en cualquier momento.
- Soy médico – le contesto sin vacilar, necesitaba que le creyera que el chico de sudadera y jeans que estaba al frente de él era doctor, viéndolo de esta manera sonaba ridículo. - ¿Le duele algo?¿esta herido?
El hombre lo miró otra vez de esa forma tan fija, que lo ponía incomodo, inconscientemente acomodo su gorrito de lana que cubría su cabello para el frio y se lamentó de no tener sus gafas puestas. No sabía por que pero esa mirada lo hacía querer esconderse así sea entre sus ropas.
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DOCTOR VS MAFIOSO
Jugendliteratur[BL Completa] Elliot siempre fue un buen chico, el mejor ejemplo de hermano mayor: responsable, trabajador, amable, bondadoso y un buen medico. Tan buen medico que atenderá a todo el que lo necesite, aún sí su paciente es un hombre peligroso. Un maf...