❝ 𝐁𝐄𝐀𝐔𝐓𝐈𝐅𝐔𝐋 𝐁𝐎𝐘 ❞ | 𝒉𝒊𝒅𝒅𝒍𝒆𝒔𝒘𝒐𝒓𝒕𝒉/𝒕𝒉𝒐𝒓𝒌𝒊 𝑨𝑼

𝐗𝐗𝐈𝐈𝐈

࿐◞ ﾟ.*･｡ﾟ

—¿Christopher? ¡Christopher! ¡Dí algo!—Me tomó de los hombros mientras exigía con desesperación.

Verlo era recordar los casi dos años que pasamos juntos en unos cuantos segundos. Sentía como si tuviese frente a mí a un fantasma.

Después de tanto tiempo, finalmente nos volvíamos a encontrar.

—¿Loki?—Musité.

Asintió con la cabeza, mantienendo sus facciones sin emoción alguna.

No aguanté más y envolví mis brazos alrededor suyo, fundiéndonos en un profundo abrazo, de esos que había necesitado darle desde hace tanto tiempo.

Tardó en corresponder el abrazo, pues se quedó tan quieto como una estatua cuando lo envolví entre mis brazos con fuerza.

Al separarnos nos dedicamos a mirarnos, solo a mirarnos, pues estaba seguro que nuestras miradas podrían decir más que cualquier palabra, sin embargo, sus ojos no transmitían nada. Estaba neutral.

Sus profundos ojos verdes resaltaban en la espesa oscuridad de la habitación, la cual, era levemente iluminada por la pequeña lámpara que adornaba una mesa de noche, cerca de lo que parecía ser una cama de plaza y media.

Estábamos a una distancia extremadamente corta, podía sentir con facilidad su respiración contra la mía.

Por ello, y por la furiosa necesidad con la que fui impulsado, junté sus labios con los míos, en un encuentro brusco e incluso hambriento, mientras lo tomaba del cuello de su camisa para profundizar aquel roce.

No esperaba que correspondiera, ni si quiera lo necesitaba. Lo único que anhelaba era volver a sentir sus suaves y jugosos labios siendo devorados por los míos, en un rudo intento de demostrarle cuanto lo había extrañado.

Sin embargo, y a los pocos segundos, sentí como sus labios empezaron a moverse junto a los míos, como si hubiese tardado en reconocerme.

Profundizó el agarre de sus manos sobre mis hombros, acercándose aún más a mí y correspondiendo al beso con fervor y suma maestría.

Hasta el momento todo parecía ir en orden.

Pero luego de separarnos por la falta de oxígeno, no tardó en descargar la fuerza de la palma de su mano contra mi mejilla.

Me abofeteo.

—¡Auch! ¿Por qué haces eso?—Me quejé agarrando la zona herida de mi rostro.

—¿Que demonios haces aquí? ¡No deberías estar aquí!—Escupió en voz baja.

—¿Qué es lo que hago aquí? ¡Eso debería preguntártelo a ti, jovencito!—Manifesté con cierta molestia.—Vine a buscarte.