❝ 𝐁𝐄𝐀𝐔𝐓𝐈𝐅𝐔𝐋 𝐁𝐎𝐘 ❞ | 𝒉𝒊𝒅𝒅𝒍𝒆𝒔𝒘𝒐𝒓𝒕𝒉/𝒕𝒉𝒐𝒓𝒌𝒊 𝑨𝑼

𝐗𝐗𝐈

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—¡Suéltame, niño!—Gritaba con desesperación mientras forcejeaba con Anthony, quién impedía que fuese tras Loki, el cual ya había desaparecido de mi campo de visión.

Luego de haberme dado cuenta que lo que tenía frente a mis ojos era Loki y no una alucinación propia de la ansiedad que me tenía poseído desde los últimos años, mi instinto decidió actuar por si mismo, llevándome hacia la presencia de aquel precioso teddy boy.

Y habría hecho contacto con él de no haber sido por el fuerte jalón de Anthony, el cual impidió un pequeño posible roce entre nosotros. Uno pequeño, era todo lo que mi desesperado cuerpo pedía.

—¡Basta! ¡Debes calmarte, Christopher! El que hace las escenas soy yo, ¡No tú!—Manifestó tomándome de los hombros para poder calmarme, pero era imposible, después de lo que ví era imposible calmarse.

—¡Lo ví! ¡Lo ví! ¡Era él, Anthony! ¡Era él!—Aseguré señalando con mi índice el camino que tomó para desaparecer de mi vista.

—¡Christopher! Escúchame, aunque lo hayas visto, no puedes seguirlo, detenerlo y decirle: ¡Hola! ¿Me recuerdas? Fuí tu papi cuando tuviste catorce ¿Quieres que regresemos a casa?—Me dijo entredientes, de forma que nadie más nos escuchara, ya que algunos nos quedaron mirando extrañados.

—¡Ya lo sé, Anthony! ¡No soy tan tonto! Solo necesitaba tenerlo cerca, tan solo un poco.

—¿Un poco? Ibas tan embalado que parecía que ibas con todas las intenciones de cogerlo en cara de todos.—Dijo divertido.

—Cállate.

—Regresemos a la pensión, parece que has estado un poco ansioso esta tarde, pequeño Chris. Lo mejor será que descanses.—Continuó hablando, mientras me daba algunas palmaditas en la espalda.

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Eran las nueve de la noche y ya nos encontrábamos en nuestra habitación. Las luces estaban apagadas y la luz propia de la televisión—la cual había olvidado mencionar—hacía que las paredes se tiñeran de un color celeste casi pastel.

Anthony, quién estaba cómodamente recostado en su propia cama, se había apoderado prácticamente del televisor dejándolo en una telenovela italiana que parecía haber captado su atención.

Por mi parte, llevaba intentando dormir desde que regresamos de aquella cafeteria, aún así, la imagen de aquel teddy boy en el que se había convertido mi pequeño no salía de mi mente. Me atormentaba.

Mi ser era una maraña alborotada de sentimientos encontrados. 

El tiempo pasó tan rápido que en un cerrar y abrir de ojos el televisor ya se encontraba apagado, Anthony yacía durmiendo y el silencio que se apoderó de la habitación por un corto período de tiempo fue remplazado por el agradable sonido de una amigable lluvia que golpeaba con sus pequeñas gotas la tierra del jardín.