Capítulo 4

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- Esto es imposible, señorita Aitken, necesito un pestillo en mi habitación. ¡Dos alienígenas han entrado en mi habitación mientras me duchaba en el poco tiempo que llevo aquí! ¡Dos! ¿Qué os pasa a todos?

- Layla.- interpuso con una voz irritantemente calmada.- ¿de qué estás hablando?

- De este s...- la palabra ''ser'' murió en mis labios, con el dedo aún apuntando en dirección a B, estaba tan furiosa que no me había dado cuenta hasta ese momento de que había dos incorporaciones nuevas a nuestra mesa. Un hombre de mediana edad y un niño de no más de cinco años.

- Si que has tardado.- murmura B. Pongo los ojos en blanco e ignoro su comentario. El hombre me hace un repaso rápido de arriba abajo pero no parezco interesarle ya que en seguida vuelve a prestarle atención a su plato, sin embargo, sí despierto la curiosidad del niño quien me mira con los ojos abiertos como platos, como si fuese un juguete nuevo. Me levanto despacio y me acerco a él, me acuclillo justo a su lado, no me quita los ojos de encima en ningún momento.

- Hola.- le digo con la voz más dulce que logro poner.

- ¿Hablas inglés?- pregunta sorprendido. Asiento.

- ¿Cómo te llamas?- le pregunto.

- Oliver

- Encantada de conocerte, Oliver, yo soy Layla.

- ¿Eres como yo?

- Sí, eso creo.- suponiendo que lo que quería saber era si era humana; Puedo ver como sus ojos se iluminan como los de un niño el día de Navidad.

- ¿Has visto a mi mamá?- su pregunta me pilla por sorpresa; miro hacia el resto de comensales pidiendo una respuesta pero a pesar de que todos tienen los ojos puestos en mi ninguno dice nada.

- No- titubeo.- ¿dónde está?

- Se perdió en el espacio y no sabe volver.- no me he dado cuenta pero en algún momento de esta conversación he dejado de respirar. Suelto el aire que he estado reteniendo e inhalo de nuevo.

- Bueno, seguro que está bien, no te preocupes.- sonrió y acaricio su brazo.- voy a seguir comiendo, ¿vale?

- Vale.

Me levanto y noto todos mis músculos rígidos pero sigo caminando sin decir nada. Tomo asiento. Todos han vuelto a lo suyo salvo Venus y la doctora Aitken que esperan pacientemente mi reacción la cual no tarda en llegar.

-¿Ahora secuestráis niños?- pregunto entre incrédula y molesta. B, bufa.

- No es lo que crees.- susurra Venus.

- Les rescatamos una de las veces que fuimos a la Tierra.- me explica la Dra. Aitken.- su madre...la encontramos en la calle, muy grave, él estaba con ella. Los trajimos, hicimos todo lo que pudimos pero ella...había perdido mucha sangre.

- Le dijimos que se había perdido por el camino, en cierto modo no es mentira.

- ¿Y qué hay del otro?

- Robert, bueno, a ese sí que lo secuestramos. Un hombre soltero, sin familia, sin amigos, un tanto rarito...pensamos que no lo echarían en falta.- miro al hombre quien sigue comiendo ajeno a todo lo que pasa en la mesa, no puedo evitar cierta lástima por él. No está bien.

Cuando termino de comer B me acompaña a mi habitación como siempre, no hemos salido aún del comedor cuando un pitido ensordecedor comienza a resonar por toda la estancia. Automáticamente me llevo las manos a los oídos intentando amortiguar el sonido.

𝐒𝐢 𝐩𝐮𝐝𝐢𝐞𝐫𝐚 𝐪𝐮𝐞𝐝𝐚𝐫𝐦𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora