Capítulo 14: Enfrentamiento

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Observé al chico que dormía plácidamente en el lado izquierdo de mi cama, analicé sus facciones aun con el corazón acelerado y el pecho subiendo y bajándome desenfrenadamente. No podía ser...no podía...pero era, sabía que no había sido solo un sueño. Cientos de preguntas me bombardearon: ¿Qué hacía él ahí? ¿Cuál era su papel en todo esto? La idea del secuestro me rondó la cabeza pero me esforcé en desecharla. No, él no. No ha podido hacer eso, ¿verdad?

De pronto la cama comenzó a hacérseme demasiado pequeña, un nudo se formó en mi estómago, presionando mi pecho y haciendo que me faltase el aire. Cogí una bocanada, me levanté de la cama y, con las manos en la cabeza, comencé a dar vueltas por la habitación, inquieta, como si eso me fuese a ayudar a pensar. Pero la habitación no era suficientemente espaciosa, no había suficiente oxígeno como para satisfacer a mis pulmones, comenzaba a hacer calor y...necesitaba salir de ahí.

-¿Qué haces?- me giré al oír la voz ronca de Deimos. No, pensé. Mi estómago apretó tanto que comenzó a doler de verdad. No dije nada tan solo le observé mientras mi cerebro intentaba procesar todo y tomar una decisión.- Layla.- pronunció mi nombre incorporándose en la cama.- ¿te encuentras bien?- quise responder pero no encontré mi voz, tan solo me quedé mirándole con los ojos muy abiertos. Hice amago de hablar de nuevo pero fui incapaz, cerré los ojos cuando todo comenzó a tambalearse un poco, me giré y salí de la habitación.

Oí mi nombre a lo lejos pero yo solo podía concentrarme en alcanzar el ascensor. Pulsé el botón de apertura impetuosamente hasta que las puertas se abrieron, marqué el botón de la azotea y, cuando la máquina comenzó a ascender, me recosté sobre la pared del fondo, cerré los ojos y traté de regular mi respiración.

Lo primero que hice al poner un pie en la azotea fue respirar profundamente. El aire fresco parecía sentarme bien, inhalé profundamente una vez más, mis pulmones se llenaron de aire de nuevo y por una milésima de segundo pareció que todo iba bien, mis hombros se habían relajado y el estómago parecía haberse calmado pero no duró.

Cuando oí el motor del ascensor accionarse todo me golpeó de nuevo, incluso más fuerte, tuve que agarrarme a la barandilla e intentar no doblarme de dolor. Apoyé mi frente en la mano que agarraba la barandilla e intenté convencerme de que todo esto estaba en mi mente, que no era real y por unos segundos funcionó, pero todo se fue a la mierda cuando las puertas del ascensor se abrieron y mi corazón se desbocó.

-Layla.- le oí pronunciar mi nombre. Cerré fuertemente los ojos y me mordí el labio, intentando calmar las nauseas que comenzaba a sentir.

- No te acerques.- murmuré.

- Layla, me estás asustando, ¿qué pasa? ¿te encuentras mal?

- Me mentiste.- solté, incorporándome un poco y juntando el valor que no tenía para voltearme a verle. Su expresión era una interrogación enorme, tenía los ojos muy abiertos y podía ver que no estaba entendiendo nada.- Dijiste que nunca habías ido a la Tierra.

- Nunca he dicho eso.- respondió con apenas un hilo de voz unos segundos después.- Pero, no entiendo, ¿a qué viene todo esto?

- Te vi.- mi labio inferior tembló al pronunciar las palabras.

- ¿De qué estás hablando?- tuve que llevarme una mano al estómago antes de continuar, como si eso fuese a detener el torbellino que me estaba destrozando por dentro.

- Te vi, en la fiesta, estabas liándote con Paula en la cocina cuando Megan y yo llegamos, se te...se te calló la gorra, la gorra negra que había en tu habitación la otra noche.- le dije.- lo recuerdo.- susurré.

𝐒𝐢 𝐩𝐮𝐝𝐢𝐞𝐫𝐚 𝐪𝐮𝐞𝐝𝐚𝐫𝐦𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora