Capítulo 5

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Sucedió rápido, tanto que lo único que recuerdo con claridad es ver mi reflejo en el espejo y la cara de Deimos antes de que todo a mi alrededor se convirtiese en borrones de colores sin una forma concreta. Oí mi nombre pero poco a poco las palabras fueron desvaneciéndose como todo lo demás.

-Layla.- una voz me llama a lo lejos.- Layla- poco a poco la voz va haciéndose más cercana, más clara. Abro los ojos.- Layla, ¿A dónde has ido?- parpadeé, tratando de enfocar la cara que se encontraba demasiado cerca de la mía. Tardé unos segundos en reconocer aquella melena rojiza y los ojos color miel que conectaban con los míos.

-Meghan.- susurro como si acabase de ver a un fantasma.

-Tierra llamando a Layla. ¿Has vuelto a irte a tu mundo? ¿Dónde te habías metido? Te hemos buscado como locos.- me incorporo y miro a mi alrededor. Hasta ese momento no me había dado cuenta de que estaba tumbada en el césped, me levanté de golpe cuando me di cuenta de lo que eso suponía: bichos y humedad, ugh. Pero me tambaleé en cuanto lo hice, Susan extendió un brazo para evitar que me cayese de nuevo.- Sí que has bebido. Ven, tengo que enseñarte algo.- sin esperar respuesta me arrastra con ella.

Conforme avanzábamos, la música aumentaba su volumen. En la puerta de la casa de ladrillo, un grupo de jóvenes bebían de vasos de plástico rojo, algunos ya no llevaban camiseta, otros no dejaban de reír y, bueno, había uno vomitando entre los setos. Tardé un pestañeo en caer en dónde estábamos: en la fiesta de cumpleaños de Simon.

Cruzamos el umbral, la casa estaba abarrotada de gente, no sabía que Simon tenía tantos amigos aunque debí habérmelo imaginado, él cae bien a todo el mundo. Atravesamos el pasillo hasta llegar al arco que daba entrada a la cocina, gente se servía comida de la nevera con total confianza pero eso no era lo que Megh quería que viese. En la encimera, nuestra amiga Paula estaba enrollándose con un chaval. Mi mandíbula alcanzó el suelo puesto que, al otro lado de la habitación se encontraba su novio, Matt, con la cara completamente descompuesta.

-Dios mío.- susurré, sentí como Meghan sonreía a mi lado. La verdad es que sabía que ella se alegraba por esto. Matt era un gilipollas que hacía sentirse a Paula como una mierda y esto, bueno, creo que ella esperaba ponerle en su sitio.

Paula no tardó mucho en darse cuenta de la presencia de su novio, cruzaron miradas, él descompuesto, ella sorprendida. No tardó mucho en apartar al chico y correr tras él. Nosotras seguimos ahí, observando. El ligue de Paula se colocó la gorra que se había caído a sus pies y se giro a nosotras, sonriendo antes de hacer un gesto con la gorra y marcharse.

-Espero que ahora lo vea claro. Ella se merece algo mejor.- comentó Meg.- hablando de algo mejor...- su vista estaba fijada tras de mí. Me giré y vi a Simon acercándose. Llevaba un polo azul que resaltaba sus ojos marrones, unos vaqueros que realzaban su figura y hoy se había peinado.

- Pero bueno, te has peinado, debe ser una ocasión especial.- comenté divertida. Meg rió, pasó por mi lado hasta acercarse a él y le alborotó el pelo.

- Oye.- se quejó.

-Así estás mejor.

-Voy a buscar a Paula.- dijo antes de marcharse.

- Esto... Layla, ¿te apetece que cojamos algo de beber y nos vayamos a un sitio tranquilo a hablar?- miré a Meg algo confundida, ella sonrió y levantó las manos indicándome que ella no se iba a meter.

- Claro.- dudé.

Cogimos un par de cervezas y nos fuimos a su habitación. Tomé asiento en uno de los pufs que tenía justo en frente de la tele, habíamos pasado muchas horas jugando a videojuegos aquí y le había ayudado a redecorar un poco esto en una ocasión, la verdad es que hicimos un buen trabajo.

- Tanta gente me agobia.- comentó observando el interior del vaso de plástico justo antes de llevárselo a los labios.

- No sabía que tenías tantos amigos.- comenté e hice lo mismo.

- A la mitad de los que hay aquí ni los conozco.- admitió.- invité a unos chicos de clase, me preguntaron si podían traer a otros amigos y yo les dije que claro pero al parecer se ha desmadrado un poco la cosa.- levantó su mano y se pasó el pelo por los rizos.

- No te preocupes, te ayudaremos a limpiar.- el sonrío.

- No tenéis porque hacerlo.

- ¿Para qué están los amigos si no?- su sonrisa se desvaneció un segundo pero no tardó en volver.

- Claro.-llevó su vista al suelo.- ¿Puedo hacerte una pregunta?

- Dispara.

- Verás es que...tengo un amigo, ¿vale? hace tiempo que le gusta una chica pero no cree que él le guste a ella.-comenzó a decir pero en seguida dejé de escucharle. Mi reflejo en el vaso de cerveza había comenzado a distorsionarse, parpadeé, intentando ahuyentar el agudo dolor de cabeza que comenzaba a atravesarme las sienes.

Dejé el vaso a un lado y me levanté.

-Lo siento, es que, no, no me estoy encontrando muy bien.- sin detenerme a esperar respuesta me dirigí hacia la puerta pero unas manos me sujetaron por los hombros antes de poder llegar a ella.

- Hey, ¿qué pasa?- preguntó.

- Creo que he bebido de más.- respondí intentando mirar un punto fijo para no marearme.

- Ven, acuéstate un rato.- me acompañó hasta la cama y me ayudó a tumbarme. Él me cubrió con las sábanas antes de tumbarse junto a mí.- te sentirás mejor en un rato.- cerré los ojos esperando que tuviese razón mientras dejaba que me acariciase el pelo.

Creo que me dormí, o si no lo hice entré en una especie de trance pero, cuando volví en mí Simon se encontraba junto a mí, dormido y con uno de sus rizos cayendo sobre sus ojos. Se lo aparté con cuidado antes de levantarme de la cama.

- Por favor, quédate.- dijo, pero esta vez su voz sonaba distinta. Me giré, atraída por el cambio en su voz. Contuve el aliento. Sus ojos marrones habían sido sustituidos por unos azul oscuro, sus rizos se habían alisado y su rubio oscuro convertido en azabache. Deimos.- No puedes irte.-susurró.- Empezabas a gustarme, ¿sabes?

Algo me absorbió, fue como si me hubiese engullido una aspiradora. Todo se volvió negro, el punzante dolor de cabeza volvió a atravesar mis sienes y un insufrible pitido martilleaba mis oídos. Abrí los ojos. 

𝐒𝐢 𝐩𝐮𝐝𝐢𝐞𝐫𝐚 𝐪𝐮𝐞𝐝𝐚𝐫𝐦𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora