𝐒𝐢 𝐩𝐮𝐝𝐢𝐞𝐫𝐚 𝐪𝐮𝐞𝐝𝐚𝐫𝐦𝐞

Capítulo 9

Encontré un cuaderno y un lápiz en uno de los cajones del salón así que pensé que sería buena idea dibujar algo. No sabía dibujar mejor que un niño de 6 años pero me calmaba, sobre todo cuando tenía música puesta de fondo, en este caso fue la tele.

Dibujé a mi madre, a mi padre, a mis hermanos pequeños y a mi perro sentado en el jardín. Mamá plantaba flores, papá leía el periódico y mis hermanos jugaban con Toby. Los echaba de menos.

Una idea cruzó mi mente y decidí ponerla en práctica. Me levanté del suelo donde estaba dibujando y cogí mi acreditación de encima de la mesa de la cocina. En el pasillo no había nadie, lo que era raro, pues se suponía que, Deimos debería estar vigilándome. Quizá me hayan dado un voto de confianza y ya no piensen que voy a escaparme o le haya pillado en el baño.

Cogí el ascensor y bajé hasta los laboratorios, el doctor Mayers no estaba en el suyo pero decidí quedarme a esperarle un rato. Observé un poco el ambiente de mientras: vitrinas con pipetas y probetas, botes llenos de líquidos identificados con etiquetas, una mesa de metal central con un gran foco encima, ordenadores y una sala aislada donde guardaba esa planta que estaba intentando que creciera. Me asomé y vi que la planta había comenzado a crecer, según el doctor eso lo suponía todo pero me pregunto exactamente el qué, parecía una planta común, ¿contendría alguna sustancia clave para elaborar un fármaco que salvase la vida de miles de personas? Eso tendría sentido pero quizá solo estuviese jugando a ser Gregor Mendel.

-¡Layla!- exclamo cuando entró por la puerta.- no esperaba verte aquí.

- ¿Es mal momento?- pregunto ya que parece un poco nervioso.

- No, para nada, estaba en una reunión, ¿has esperado mucho tiempo?

- Acabo de llegar.

-Estupendo, ¿vienes a ver cómo va el crecimiento de la planta?

- En realidad quería preguntarle algo.- su sorpresa fue más que evidente.

- Claro- tomó asiento frente a uno de los ordenadores, quitó el salva pantallas y minimizó el documento que tenía abierto dejando visible el escritorio.- cuéntame.

- ¿Usted tenía más familia? Además de su mujer.- su mirada se volvió nostálgica de nuevo y se miró la alianza de la mano, como hacía cada vez que recordaba a su esposa.

- Supongo que te refieres a cuando vine aquí, sí, la tenía.

- ¿No los echa de menos?

- Echas de menos a tu familia.- afirmó más que preguntó.

- Sí...- me miró con compasión. 

- Si te soy sincero, Layla, Wendy era lo único que me importaba, solo estábamos ella y yo; mis hermanos y yo llevábamos años sin hablarnos por circunstancias de la vida. No negaré que he pensado mucho en ellos en alguna ocasión pero no tanto como en Wendy y siempre supe que si volvía a la Tierra todo me recordaría a ella y no sé si sería capaz de soportarlo, probablemente no.

- ¿Eso quiere decir que tuvo la opción de volver?- soné más ilusionada de lo que pretendía, me sentí un poco mal pues la historia que me había contado no era precisamente alegre pero si había una posibilidad...sonrió de nuevo con esa sonrisa compasiva.

- Realmente no lo sé, siempre he pensado que si en algún momento decidía marcharme me dejarían pero la verdad es que nunca he sentido la necesidad de comprobarlo. ¿Por qué me lo preguntas? ¿Es que quieres volver a casa?- mi mente gritó un enorme sí pero no fue eso lo que dije.

- Les echo de menos y no dejo de pensar que ellos puedan estar preocupados por mí, necesito saber que están bien.- y era cierto, cada noche que pasaba y comenzaba a pensar en ellos creía estar más cerca de volverme loca, la necesidad y la impotencia por saberlo me estaban desgastando y no sabía cómo iba a acabar: si consumiéndome como una llama o estallando como una bomba, y ninguna de las dos me parecía una buena opción.