Bajar a desayunar como si nada no me parecía la mejor forma de anunciarles a todos que había vuelto pero Deimos insistió en que era lo mejor. ¿En qué universo yo le hago caso a Deimos? En este, y me arrepentí enormemente.
Deimos entró al comedor unos pasos por delante de mí, nadie pareció prestarle atención, no hasta que me vieron. Si normalmente a ninguno de los comensales les parecía extraño mi presencia por allí, hoy no fue uno de esos días. Jamás había tenido tantos pares de ojos mirándome, jamás.
-Vale, quizá no haya sido tan buena idea.- me susurró el alienígena.
-¿Tú crees?
Venus fue la primera en levantarse y venir hacia mí, comencé a abrir la boca preparada para emitir una disculpa, una disculpa que se vio interrumpida por unos brazos rodeándome hasta casi estrujarme.
- No sabes lo preocupada que nos has tenido, niña.- definitivamente eso no era para nada lo que esperaba oír. ¿Unos cuantos gritos?¿Un par de insultos? ¿Un bofetón? Sí pero ¿un abrazo? Estaba lejos de lo que podía pensar.
- ¿No estás enfadada conmigo?- pregunté sorprendida.
- No, claro que no.- respondió separándose de mí.
- Siento lo de la tarjeta.- ella negó con la cabeza y posó su mano sobre mi espalda.
- Ven, vamos comamos en otro sitio.- hizo una señal a los de la mesa y después a la cocinera antes de sacarme por la puerta del comedor. Deimos venía detrás de nosotras, le miré con cara de interrogación pero solo me guiñó el ojo. Cerdo.
No hablamos hasta llegar al segundo piso, donde había una pequeña sala de reuniones que Venus abrió para nosotros.
- Mejor si desayunamos aquí.- dijo.- no queremos científicos fisgones interrumpiendo nuestra comida.
Tomé asiento entre ella y Deimos, quien se había traído su bandeja del desayuno y ya había comenzado a comer sin nosotros.
Poco después aparecieron Albert y Hellas; Umbriel solo se asomó para decir que iba a avisar a West.
Por sus miradas sabía que todos tenían muchas preguntas pero querían esperar para hacérmelas.
Una chica apareció con varias bandejas flotando poco después, me impresionó un poco al principio pero luego recordé lo de los poderes y fue como darme una bofetada mental a mí misma. Nos entregó una bandeja a cada uno y se marchó.
Estaba cansada de esperar, sobre todo porque notaba cierta tensión en el ambiente, ¿pueden los demás venir ya? Y fue casi como magia porque nada más pensarlo Umbriel y West aparecieron por la puerta, cada uno tomo asiento en un extremo de la mesa. El estómago se me cerró, al fin y al cabo West era bastante imponente y tenía cara de pocos amigos.
- ¿Quién quiere empezar?- preguntó, sonó divertido y eso me confundió.
- Primero de todo, me alegro mucho de que estés aquí, aparentemente bien.- fue Albert quien inició la conversación. Todos asintieron, incluso Umbriel lo que me sorprendió aún más.
- Ahora.- continuó West.- nos gustaría saber que ha pasado.
Y ahí entraba yo. Les expliqué lo ocurrido tal y como había ensayado con Deimos la noche anterior, él decidió que debía darle más importancia al papel de Robert en todo esto, básicamente quería que le echase la culpa a él de todo esto pero yo no estaba convencida, quizá la culpa había sido más mía que suya.
Escucharon con atención cada una de mis palabras, desde el plan de Robert para sacarme de aquí hasta que Veia me dejó en la ciudad. Distintas expresiones cruzaban por ellos mientras lo explicaba, enfado, sorpresa, horror...
- ¿Por qué seguía Robert con nosotros? ¿Alguien puede explicármelo?- preguntó Hellas y creo que fue la vez que su voz sonó más dura en todo el tiempo que le había oído hablar.
- No lo sé.- respondió Albert.
- Ese tipo ha sido un grano en el culo desde que llegó.- añadió Umbriel.
- Por suerte ya no será un problema.- concluyó Deimos.
- Ahora tenemos otro pequeño problema con los de la ACP que me gustaría discutir más tarde.- miró su reloj de pulsera y comenzó a levantarse.- os reuniré luego.
Todos esperamos a que se fuese antes de hablar. Albert me dijo que si podía acompañarle y yo asentí, tenía muchas preguntas para él y luego estaba lo de mi memoria...Miré a Deimos y le dije que le vería luego.
El despacho de Albert estaba tal y como lo vi la última vez, este hombre es impecable, me senté en la silla frente a su escritorio y el tomó asiento al otro lado.
- Aquí estamos. Creo que tienes unas preguntas para mí.
- Robert dijo que teníais una especie de plan conmigo pero no sabía el qué, Deimos dijo que mejor me lo explicases tú. ¿Qué plan era ese?- sonrió.
- Las pruebas que te hice, además de para asegurarme de tu perfecto estado de salud, por supuesto, tenían una segunda intención. Ya te han hablado del virus, efectivamente es un virus que trajo alguien de la Tierra pero que por lo que hemos observado afecta muy negativamente a los seres de aquí. Yo ya llevaba mucho tiempo fuera de la Tierra así que era prácticamente imposible que tuviese los anticuerpos pero tú...te hice la prueba cuando llegaste y, para mi sorpresa, los tenías, eras un sujeto sano, joven y con anticuerpos...una gema. Aprovechamos los análisis de sangre para extraer plasma y poder hacer sueros que inyectar a los enfermos con el objetivo de que eso ayudase a su recuperación y redujese la tasa de mortalidad entre la población enferma y, he de decirte, que ha funcionado. Los estuvimos probando los últimos meses en pacientes y su recuperación ha sido casi milagrosa, gracias a ti.
- ¿Y por qué no me lo habías dicho antes?
- No queríamos asustarte ni que pensases que experimentábamos contigo ni mucho menos.
- Hubiese ayudado.- aunque la verdad era que me hubiese puesto como loca y me hubiese acojonado, hicieron bien en no decírmelo.
- Lo sé.
- ¿Y la planta esa que tienes ahí? ¿Para qué era?
- Oh, eso...- sonrió y se quito las gafas dejándolas sobre la mesa.- No conseguía que sobreviviese ninguna planta en este despacho y adoro las plantas, dan mucha vida a los espacios cerrados ¿no crees?- en ese momento me sentí estúpida, si hubiese tenido mi móvil y mis redes sociales twittearía la cara de payaso varias veces.
- Hay otra cosa que quiero decirte.- anuncié y no pude evitar reprimir una sonrisa.- he recuperado mi memoria.
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𝐒𝐢 𝐩𝐮𝐝𝐢𝐞𝐫𝐚 𝐪𝐮𝐞𝐝𝐚𝐫𝐦𝐞
Ciencia FicciónLayla despierta en una nave rumbo a un planeta a 4'2 años luz del suyo acompañada por unos seres idénticos a los humanos que dicen ser inofensivos. Ella no recuerda nada de la noche en la que la capturaron y tampoco se traga que sean tan inofensivos...