Capítulo 7

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Me sorprendió que no hubiese ningún tipo de vigilancia presencial en el complejo, tan solo un par de escáneres que podían pasarse fácilmente con una tarjeta. La habitación a la que accedimos estaba completamente a oscuras, tuve que agarrarme a la parte de atrás de su camiseta para guiarme. Cuando encendió la luz pude ver que nos encontrábamos en una especie de garaje con todo tipo de vehículos, desde motos que tenían pinta de volar, hasta coches comunes como los que encontrarías en el parking de un supermercado una tarde de domingo en Colorado.

Por supuesto, uno de esos era el suyo, un todo terreno negro cuya marca no pude identificar.

- Súbete a la parte de atrás y agáchate hasta que yo te diga.- eso hice. En la parte trasera del coche, pude oír como arrancaba el motor y se desplazaba hacia el exterior. Conforme el coche avanzaba un hormigueo incrementaba en mi estómago, pura emoción. Al cabo de un rato me dijo que podía salir.

Tome asiento en la parte delantera y me apoyé contra la ventanilla, tan solo pude distinguir pinos a ambos lados de la carretera, quizá hubiese más tipos de árboles, no lo sé, la iluminación era una mierda. Lo que sí podía ver con claridad era la luna, bueno, en realidad eran tres, una encima de otra, cada cual desplazadas un poco hacia la derecha y sin llegar a tocarse entre sí, de color blanca, morada y naranja. Me resultó extraño, esta era una de esas ocasiones en las que mi cerebro está a punto de cortocircuitar y un pequeño dolor se instala en mi frente ante la dificultad para procesar todo esto.

Durante todo el trayecto no hablamos, ni si quiera escuchamos música, él tan solo se limito a conducir y yo a observar. Llevábamos como media hora o algo más cuando por fin entramos en poblado: ''Parfivj'' ponía en el cartel de la entrada. Mi corazón comenzó a latir con fuerza conforme avanzábamos y las primeras aceras y edificios se dibujaban, tenía los ojos abiertos como platos, tratando de captar lo máximo posible y eso me mareó un poco pero no me importó. Esperaba ver alienígenas, personas con cuernos y más de un ojo caminando y charlando, como en Star Wars, pero en su lugar vi pandillas de gente normal, como yo, como cualquier humano, charlando y riendo por las calles. Estaba super emocionada.

Poco después, aparcó el coche a un lado de la calzada y me dijo de bajar. Salí. Por un segundo pensaba que las piernas no iban a sostenerme de lo mucho que me temblaban. Cerré la puerta y ahí me di cuenta de que los cristales del coche, tanto como los de delante como los de atrás, estaban tintados.

-Oye.- repliqué.- están tintados.- dije señalándolos, llevando implícita la acusación de haberme hecho esconderme en el asiento trasero, sonrió.

- Lo sé pero así era más divertido.- Ignoré su comentario y las ganas de darle un puñetazo.- vamos.- dijo poniéndome la mano en la espalda e invitándome a caminar.

Todos los edificios eran iguales salvo por el número que había en las puertas, era incapaz de distinguir unos de otros, si tuviese que ir al supermercado, desde luego no tendría ni idea de por dónde empezar. No caminamos mucho más hasta entrar en uno de los edificios, atravesamos la puerta que daba a un rellano con unas escaleras iluminado por una luz roja, bajamos las escaleras y todo se fue descubriendo poco a poco: una sala pintada de rojo en su totalidad, con mesas redondas colocadas a lo lago de la habitación con manteles del mismo color que las paredes. A la derecha había una barra, algunos taburetes estaban ocupados por hombres aparentemente mayores, a la izquierda más mesas pero en lugar de sillas, había un sillón colocado a lo largo de toda la pared y, al fondo un escenario cubierto por telas moradas. Me quedé observando, todas las mesas estaban ocupadas, había hombres, mujeres, parejas, gente más mayor, otra más joven...

-Ven, vamos ahí.- dijo señalando un par de taburetes libres que había junto a la barra, en la parte más alejada del escenario.

Tomamos asiento y en seguida el barman se acercó, Deimos pidió algo que no alcancé a oír ya que el telón comenzó a abrirse y la gente a gritar. Las luces se apagaron y tan solo dejaron encendidas las del escenario. Una chica salió muy sonriente y se acercó al borde del escenario. La música comenzó a sonar y entonces ella empezó a bailar, la verdad es que lo hacía bien y parecía bastante normal hasta que comenzó a contonear las caderas y quitarse la ropa. No me lo podía creer.

𝐒𝐢 𝐩𝐮𝐝𝐢𝐞𝐫𝐚 𝐪𝐮𝐞𝐝𝐚𝐫𝐦𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora