Capítulo 8

267 31 0
                                    


No lo logré, cada vez que cerraba los ojos veía al grupo de chicas riendo y luego el cadáver de una de ellas en el suelo. En una ocasión logré dar una cabezada pero en mis sueños era mi familia la que se encontraba en el antro y de ellos eran los cadáveres tendidos en el suelo.

Desperté empapada en sudor y con un dolor horrible en el estómago que me hizo vomitar poco después. No quería pensar que aquella noche había sido para tanto, no lo sentía así, pero mi cuerpo y mi mente parecían no estar de acuerdo conmigo.

No logré descansar mucho más después de eso, me mantuve en la cama con los ojos cerrados hasta que consideré que era una hora decente como para levantarme.

Lo primero que hice fue darme una ducha para intentar espabilarme un poco y lavarme los dientes pero no mejoró mi aspecto, las bolsas bajos mis ojos estaban hinchadas y círculos morados los adornaban, si tuviese maquillaje podría intentar arreglarlo pero no tenía, mi primer pensamiento fue ir a pedírselo a Venus pero no sabía en qué piso o habitación se encontraba así que se me ocurrió ponerme una lata de refresco bajo los ojos con la esperanza de que el frío arreglase algo.

No es como si no quisiera que algunos de los doctores me viera con mal aspecto, a quien no quería enfrentarme era a Deimos que, por algún motivo, no quería que se enterase de que no había pasado bien la noche, significaría admitir que no lo llevaba tan bien como creía y me haría parecer débil.

La lata de refresco hizo efecto y me deshinchó las bolsas pero no hizo milagros ya que lo primero que dijo Venus al verme fue:

- ¿Qué te ha pasado? Tienes un aspecto horrible, ¿te encuentras bien?- y yo solo quise que la tierra me tragase. Deimos estaba en mi misma línea y solo había un par de personas entre nosotros así que lo escuchó perfectamente.

- Sí, me quede viendo un programa hasta tarde y he dormido poco.- mentí y pareció funcionar con Venus pero sentía la mirada de Deimos abrasándome la cara, me negué a mirarle.

- Tampoco tienes mucha hambre por lo visto.- señaló el zumo que llevaba en mi bandeja.- te entiendo, a mí también me pasa cada vez que trasnocho.- aunque el zumo era porque aún tenía el estómago revuelto y no me sentía con fuerzas para comer nada.

No dije mucho más, me limite a sentarme y beberme el zumo mientras los demás charlaban. En un momento dado la Dra. Atkin pasó a nuestro lado, Venus la saludó pero ni si quiera le saludo de vuelta, siguió su camino y se sentó en otra mesa con otros señores con bata.

-¿Por qué se ha cambiado de mesa?- le pregunto. Venus parecía disgustada.

- Hemos discutido.

- ¿Qué ha pasado?

- ¿Me acompañas?- dijo cogiendo su bandeja y haciendo amago de levantarse. Como ya me había terminado la bebida asentí y la seguí.

Dejamos las bandejas en su sitio y la seguí hasta el ascensor donde pulsó el número 45. Los pasillos de esta planta parecían los de un hotel de cinco estrellas, nada que ver con los que había visto hasta ahora, había una moqueta de color rojo cubriendo el suelo, muebles, espejos y cuadros decorando las paredes y apliques iluminando los pasillos, desde luego, ni punto de comparación con la sobriedad de mi planta.

Llegamos hasta una puerta con el número 9 colocado en ella. Cuando la abrió reveló un pequeño piso, muy similar al mío en espacio pero con una decoración mucho más cálida y personal y con una enorme cristalera en la pared del salón.

- Es muy bonito.- le dije.

- Gracias, siéntate.- tomé asiento en el sofá de ante marrón y esperé a que ella hiciese lo mismo.- No suelo compartir mis problemas personales con nadie pero, dado que eres la única chica por aquí de la que me fío y necesito una opinión...- comenzó.- no sé si sabrás que Hellas y yo somos pareja.- esperó a ver mi reacción que fue ninguna puesto que ya lo sabía.- veo que sí, estamos teniendo problemas, yo soy una persona que le dedica mucho tiempo al trabajo y creo que he descuidado nuestra relación y ella está cansada, dice que ya no encuentro tiempo para ella.

- ¿Por qué no lo encuentra?

- Simplemente estoy muy enfocada en el trabajo, me ocupa mucho tiempo, no es que no quiera...

- Una persona que se interesa por ti busca tiempo de donde sea, aunque sean cinco minutos. Si no le prestas atención es normal que la relación se desgaste.

- Lo sé pero de verdad que no es que no me interese simplemente una vez que me pongo a trabajar o a investigar olvido todo lo demás, solo paro para comer, ducharme y dormir, apenas tengo tiempo para mí.

- ¿Vais en serio?

- Sí

- Entonces, ¿por qué no le pides que se venga a vivir contigo?

- ¿Vivir conmigo?

- Sí, dices que solo tienes tiempo para hacer lo básico: comer, ducharte, dormir... si vivieseis juntas podríais comer aquí y hacerlo juntas o si no por la noche pasaríais más tiempo juntas también.- lo pensó.

- No es mala idea, Layla.- sus ojos brillaron por primera vez esa mañana.- no es para nada mala idea, voy a darle un par de vueltas pero creo que lo haré.- se levantó del sofá y se dirigió a una de las habitaciones, un par de minutos después volvió con un bote con un líquido de color piel.- ahora vamos a arreglarte un poco.

Después de eso acudí a clase con el profesor Astrea, Robert y el pequeño Oliver. Oliver tenía una enseñanza personalizada a su edad por lo que hoy se dedicaba a colorear el planeta, en cambio Robert y yo íbamos a la par. Cuando la clase finalizó y una señora que no había visto hasta ahora apareció para llevarse a Oliver, el profesor nos pidió que nos quedáramos un par de minutos más.

-Quería disculparme por lo de ayer, no fueron formas, llevaba un mal día y me alteré, expresé mal mi preocupación y lo siento, sobre todo me dirijo a ti, Layla, no debías enterarte así.- porque Robert ya lo sabía.

- No importa.

- Seguro que tienes muchas preguntas al respecto.- alzó la vista antes de añadir: pero mejor lo dejamos para mañana.

Me levanté y me giré, entonces vi por qué el profesor se había distraído, Deimos estaba en la puerta, paseándose de un lado a otro. Supe a qué había venido nada más verlo y aunque esta mañana no quise enfrentarme a ello no tenía mucho sentido dejarlo pasar más así que tomé aire y caminé en dirección a la puerta.

-¿Qué haces aquí?- pregunté como si nada.

- Fui a verte después del desayuno pero no estabas.

- Estaba con Venus.

- ¿Le has contado algo de...?

- Por el amor de Dios, no.

- Bien, vale.

-¿Para eso me buscabas? ¿Para asegurarte de que no he abierto la boca?

- No, quería saber si estabas bien.

-De acuerdo.

- ¿Estás bien?

- Sí.

-Tienes un aspecto de mierda.

- Vaya, muchas gracias.

- Quizá Venus se haya tragado lo de la serie pero yo no. Dios, debí saber que no estabas bien, nadie lo está después de algo así, yo...

- No tiene nada que ver- comencé a alzar la voz pero me detuve antes de seguir.- con lo de anoche. Tuve una pesadilla, con mi familia, eso es todo.

- Layla.- la voz de Robert interrumpe lo que quiera que fuese a decir Deimos. Me giro, Robert alza mi libro y lo zarandea.

- Se me había olvidado por completo.- le digo mientras camino a recogerlo.- Grac...

- Te creía más lista.- susurra cuando mi mano entra en contacto con el libro, le observo totalmente descolocada, ¿a qué viene eso? solo he olvidado el libro, no hace falta ponerse así...pero entonces le echa un vistazo rápido a Deimos y desvía su mirada de nuevo hacia mí, alzando levemente una ceja. Entonces lo entiendo: se refiere a él.- nos vemos mañana.-se despide como si nada.

Aún intentando procesarlo, me giro hacia Deimos justo cuando el profesor está saliendo por la puerta, apenas me mira a mí, su vista está fija sobre el soldado.

- Deimos, ¿podemos...?- pero Deimos no lo deja terminar.

- No.- acto seguido se gira y añade un: te veo luego, Layla. Y sin más, se marcha. 

𝐒𝐢 𝐩𝐮𝐝𝐢𝐞𝐫𝐚 𝐪𝐮𝐞𝐝𝐚𝐫𝐦𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora