No quise cantar victoria tan rápido pero por dentro estaba dando saltitos de alegría, había conseguido salir. El gran misterio ahora era: ¿Dónde ir?
No conocía mucho el lugar pero sabía que no podía ir al bar al que fuimos la primera vez, ni tampoco a casa de Tebe, sus amigos estaban ahí y necesitaba estar lo bastante lejos de la ciudad antes de que se diesen cuenta de que me había escapado.
Quedarme en la ciudad era demasiado arriesgado, ir a la casa abandonada del padre de Deimos también, podría ir a esa ciudad de nombre extraño de la que Deimos me había hablado pero...no tenía dinero, ni comida. Fantástico plan.
Vale, quizá pasaría primero por la casa abandonada antes de ir, seguro que habría algo, o al menos esperaba que lo hubiese.
No tardé demasiado en encontrarla, aparqué el coche junto a la entrada, me quedé unos segundos observando la casa mientras pensaba en que probablemente tendría toda la noche de ventaja antes de que se dieran cuenta de que había escapado.
Suspiré y me hundí un poquito más en el asiento, eché un vistazo a la fachada una vez más y me armé de valor para entrar. Tuve que forzar la puerta un poco pero finalmente cedió.
Lo primero que hice fue ir a la habitación de Deimos, confiaba en que él tendría algo tipo mochila para llevar mis cosas. Miré en su armario y en la parte de abajo encontré una bolsa negra, estaba vacía así que decidí cogerla. Rebusqué en los bolsillos de la ropa antes de ponerme a mirar en los cajones.
No había gran cosa aunque en uno de ellos vi algo que me llamó la atención: una foto de lo que parecía ser un Deimos más joven junto con una mujer de ojos azules y una niña pequeña. Parecían felices, ¿sería su madre? No tenía forma de saberlo, Deimos nunca me contaba nada de él. Ignoré la sensación que me causó pensar eso y continué buscando.
Encontré una bolsa con monedas en el último cajón, supuse que serían monedas de aquí, así que las cogí y las metí en la bolsa. No estaba segura de cómo funcionaría el dinero aquí pero seguramente un saquito de monedas no fuese suficiente así que decidí buscar más.
Descarté la habitación del bebé y me dirigí a la de matrimonio que había visto la última vez. El marco de fotos sobre la mesilla estaba tumbado boca abajo. Lo ignoré, no tenía tiempo para eso. Rebusqué entre los cajones de la cómoda y encontré unos cuantos billetes debajo de un montón de jerséis de lana. A la bolsa. También encontré ropa de mujer, quizá me estuviese un poquito grande pero tendría algo que ponerme. Cogí unas camisetas y un par de faldas.
Cuando consideré que ya había conseguido suficientes suministros me marché pero, antes de hacerlo, decidí poner bien el marco de fotos. ¿Por qué? No lo sé, ¿por qué compruebo que he cerrado la puerta veinte veces antes de marcharme? Nunca se sabe.
La imagen de la foto me sorprendió: una mujer y un hombre. La mujer tenía el pelo negro y los ojos marrones, como yo y el hombre...me resultaba extrañamente familiar. Era joven y sonreía tanto que la comisura de los labios le llegaba hasta las orejas.
Dejé la foto y me marché. Tendría que buscar un lugar para residir y abandonar el coche pero no me preocuparía por ello ahora, no hasta llegar a Ghar.
No tardé demasiado en llegar a la ciudad, aparqué el coche en las afueras y continué hasta el centro a pie. Era muy parecida a la que había cerca de la base y, como en la otra, apenas podía distinguir un edificio de otro.
Pasé al lado de un grupo de jóvenes que no pareció prestarme mucha atención, cuando les pasé de largo caí en que quizá fuese buena idea haberles preguntado y me dije que lo haría con la próxima pareja que encontrase.
No tardó mucho en ocurrir, me encontré a un grupo de amigos a las afueras de lo que parecía un local.
-Perdonad, soy nueva en la ciudad y me preguntaba si conoceríais algún sitio para hospedarme.- sonreí intentando parecer extremadamente amable.
- ¡Hola!- saludó una chica con un tono extremadamente entusiasta.- bienvenida. Sí, conozco un sitio un poco más abajo en esta calle, es el número 53, no tiene pérdida.
- Genial y...- rebusqué en la mochila y saqué el dinero que tenía.- ¿crees que con esto será suficiente?
- Guau, ¿de dónde has sacado tanto dinero, chica? ¿Traficas con monster o algo? Tienes de sobra.
- Perfecto, gracias.- respondí y me marché, ya no tenía más interés en seguir esta conversación.
- ¡Espera!- corrió hasta alcanzarme. Me tomó del brazo, sacó una pluma del bolsillo y me apuntó lo que pareció ser un número de teléfono.-llámame si quieres que te enseñe la ciudad, soy Veia.
-Sería genial, Veia, yo soy...Leda.- me pareció correcto mentir.
- Llámame, nos vemos.- y, corriendo, volvió a unirse a su grupo.
Bajé las calles, no tardé en encontrar el número 53, llamé al timbre y la puerta se abrió, tuve que pasar por un arco cubierto por una manta roja antes de encontrar la recepción, me acerqué al mostrador, no había nadie, llamé a un botón que había sobre la mesa. Un hombre trajeado salió de una de las habitaciones contiguas, cuando alcé la mirada y le vi no podía creerlo.
-¿Layla?
-¿Tebe?- mierda, me habían pillado.
ESTÁS LEYENDO
𝐒𝐢 𝐩𝐮𝐝𝐢𝐞𝐫𝐚 𝐪𝐮𝐞𝐝𝐚𝐫𝐦𝐞
Science FictionLayla despierta en una nave rumbo a un planeta a 4'2 años luz del suyo acompañada por unos seres idénticos a los humanos que dicen ser inofensivos. Ella no recuerda nada de la noche en la que la capturaron y tampoco se traga que sean tan inofensivos...