Intentar que Robert me revelase cualquier información que pudiese tener era inútil, daba igual cuántas veces le amenazase con clavarle cubiertos en los ojos, siempre me soltaba un '' me necesitas para salir de aquí'' y tenía razón, aunque comenzaba a pensar que en realidad no había ningún plan, porque ¿por qué no contármelo entonces? Él decía que el motivo era protegerme, que si nos descubrían y yo no sabía nada no tendría consecuencias para mí. Sabía que tenía razón en ese aspecto pero también conocía a la raza humana y sabía lo mentirosos, manipuladores y retorcidos que podían llegar a ser.
Durante la semana me vi obligada a comer junto a los demás, hacerlo sola tan seguido no iba a ayudar a mantener la normalidad, me sentaba regularmente con Venus y Hellas y últimamente también con Umbriel, me sentía cómoda teniéndole a mi lado, a él no le gustaban los humanos y, ahora, a mí tampoco me gustaban los alienígenas, el desprecio era mutuo y me sentía más tranquila junto con alguien a quien sabía que yo no le gustaba, lo prefería a quienes fingían que sí para acercarse a mí pero que Dios sabía que opinaban en realidad.
Solamente me encontré con Deimos un par de veces en el comedor, se sentaba al final de nuestra mesa y me observaba. Podía sentir cómo me atravesaba con la mirada mientras yo jugueteaba con la comida de mi plato. Odiaba tener que verle, tener que saber de él solo hacía que mi estómago se revolviese aún más y no me ayudaba en absoluto a olvidarme de él. Por lo demás solo intentó ponerse en contacto conmigo un par de veces más, deslizándome cartas por debajo de la puerta del apartamento, cartas que huelga decir no abrí, las dejé coger polvo en un cajón de la cocina. Aun así, cada vez que pasaba por allí podía sentirlas, era como sentir la presencia de Deimos en alguna parte y eso solo me daban ganas de cogerlas y prenderles fuego.
Sabía que Deimos podía mover cosas y que podía abrir la puerta de mi apartamento si quería pero no lo hizo y lo agradecí enormemente.
-¿Quieres hablar del tema?- me preguntó Venus una de las tardes que pasó a verme al piso.
- No.- respondí, como las últimas tres veces que me lo había preguntado aquella semana.
- Estoy preocupada por ti.- me dijo.- ¿cuándo fue la última vez que comiste? ¿la semana pasada?
- No he tenido apetito pero solo porque no hago ganas de comer, ir de una planta otra no es que canse mucho precisamente.- pero mi excusa pareció no convencerle.
- Aún así, Albert también piensa que no puede ser bueno.- sentí como si me hubiesen vertido una jarra de agua fría por encima: Albert. ¿Sabría el doctor Mayers que había recuperado algo de memoria? De ser así, ¿por qué no me había dicho nada? ¿Aceleraría esto el plan que Robert decía que tenían?
-¿Sabes qué? Me acabas de recordar que tenía que ir a verle, ya sabes... para nuestras cosas.- dije levantándome del sofá y prácticamente corriendo hasta la puerta.- ¡cierra al salir!- fue lo último que le dije.
Divagué por los pasillos hasta encontrar el laboratorio del doctor, me sentía como si estuviese a punto de introducirme en la boca del lobo pero necesitaba saber si sabía lo de mi recuperación de la memoria.
- Doctor.- dije esperando junto al marco de la puerta que me permitiera pasar.
- Ah, Layla, adelante.- el doctor se encontraba en su mesa de trabajo rellenando unos papeles. Conforme me acerqué, dejó la pluma sobre la mesa y se quitó las gafas, apoyándolas sobre la mesa.- dime, hoy no habíamos quedado.
- Lo sé, pero Venus me ha dicho que habéis estado hablando y he pensado que sería buena idea pasarme.
- Sí, hemos observado que no comes mucho últimamente, ¿va todo bien? ¿hay algo de lo que quieras hablar?
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𝐒𝐢 𝐩𝐮𝐝𝐢𝐞𝐫𝐚 𝐪𝐮𝐞𝐝𝐚𝐫𝐦𝐞
Science FictionLayla despierta en una nave rumbo a un planeta a 4'2 años luz del suyo acompañada por unos seres idénticos a los humanos que dicen ser inofensivos. Ella no recuerda nada de la noche en la que la capturaron y tampoco se traga que sean tan inofensivos...