Capítulo 2

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En un cuarto de hotel a las 3:22 hrs de un jueves se encontraba una bella mujer observando las estrellas desde la ventana abierta y con las cortinas espesamente negras corridas las cuales le permitían cubrirse del despiadado sol.

Su vida no había sido fácil no desde que Alexander Grayson apareció en su vida y en la vida de aquella mujer que fue su mejor amiga y aquella que tanto amó. De eso ya habían pasado años, demasiados para querer iniciar a contarlos.

La calma le duró poco cuando el ser que le había causado tantas desgracias en su vida aparecía frente a su ventana.

-¿Qué quiere Sr. Grayson? – Cuestionó la mujer en tono mordaz.

-Solo tengo una pregunta – Respondió el hombre.

-¿Qué podrías querer preguntarme y que te tomaras la molestia de buscarme con tanto afán? – Cuestionó la mujer.

A sus oídos habían llegado informes de que Alexander Grayson le buscaba desesperadamente, se había tomado la molestia de recorrer casi medio mundo para encontrarla, eso no podía ser bueno al menos no del todo.

-Desde que me convirtieron mi esposa no volvió a renacer hasta casi 300 años después, con el mismo aspecto de cuando la conocí, con distinto nombre claro está – Relató el vampiro, logrando llamar la atención de su interlocutora – Mi pregunta es la siguiente ¿Estarías dispuesta a ayudarme a encontrarla ahora que reencarnará con un aspecto diferente? – Cuestionó.

-Es demasiado pronto para que Mina renazca el tiempo no concuerda ¿Cómo está tan seguro? – Cuestionó la dama.

-Lo sé es lo que importa – Contestó Vlad.

-¿Y así pretende que le ayude? – Cuestionó divertida la mujer.

-Vamos Lucy, sé que te importa Mina y que no la dejarías a la deriva, únete a mí para encontrarla – Pidió el príncipe.

-No le he dado permiso de tutearme Mr. Grayson – Dijo categórica Lucy ante el hombre.

-Solo quiero que esté a salvo es todo – Pidió Vlad – No importa si no es conmigo, solo quiero que no le pase nada, esto de que renazca antes de tiempo no es normal lo que me lleva a pensar que está en peligro –

Lucy le observó un momento, el hombre estaba al borde de las lágrimas, su mayor verdugo y la persona que le robó la paz, a su amor y todo lo que más amaba. Pero ella no era un monstruo, no lo era y quería demostrárselo a ella misma y a su amada Mina.

-A diferencia de ti, yo no era un monstruo y tengo corazón – Habló Lucy con resentimiento – Te ayudaré a encontrarla –

-Quiero que tus memorias sean guardadas – Pidió Vlad.

-¿Realmente? – Cuestionó Lucy – No veo la necesidad nuestro trato es solo para mantener a salvo a Mina luego de eso no tenemos nada en común – Aseguró la rubia.

-Tendrás acceso a todas mis memorias – Prometió Vlad – Te asignaré a una familia para que las guarde –

-¿Por qué guardarlas? – Cuestionó Lucy.

-Un recordatorio de lo que una vez fui – Contestó el hombre sin ganas.

-¿Debería obedecerle Sr. Grayson? – Cuestionó Lucy de nuevo.

-Hablémonos de tu – Pidió Vlad.

-Prefiero que sigamos con los formalismos – Rebatió Lucy – Solo he aceptado por Mina, es la única razón por la que estoy aceptando estar cerca de usted Mr. Grayson pero no crea que he olvidado lo que me ha hecho, eso no tiene perdón –

-Si así lo prefiere Srita. Westenra – Habló Vlad – Le veo mañana a las 19:00 hrs para que conozca a la familia que le será asignada –

Una vez que el vampiro desapareció de la vista de Lucy la vampira se levantó de su luegar para acercarse al balcón de su morada, había encontrado una familia, nuevamente estaba en casa.

Ellos le mantenían segura y ella les ayudaba a hacer crecer sus ganancias, un trato justo para sobrevivir mutuamente. Desde que se convirtió en ese ser que era ahora no había tenido paz, principalmente desde que cada noche recordaba cómo había robado la vida de su madre, la mujer que le había dado la vida.

Su sufrimiento era eterno, hasta que le conoció, a esa joven que se parecía a ella, que se encontraba en ese dilema que ella una vez tuvo, se convirtió en su amiga, en su confidente y en ocasiones su amante. Lena Thorul era el nombre de su amiga, aquella joven huérfana muy bella, de cabellos rubios como los de la misma Lucy y ojos verdes; a simple vista parecían familia, nadie cuestionó cuando dijeron que lo eran.

Desde ese tiempo hasta ahora en que la familia Thorul había pasado a ser Luthor y y ella un miembro más de la misma. El casamiento de Lena fue alegría, su marido sabía lo que Lucy era, sus hijos también lo saben, y así hasta este tiempo.

Ella aún no entendía porque la fascinación de Vladislaus por guardar sus memorias, pero si quería encontrar la cura a lo que era ahora, debía estar cerca del vampiro, más ahora que un familiar de Jonathan el ex prometido de su amada estaba tras ella.

Después de que Van Helsing cobrara su tan ansiada venganza había dejado todo en manos del buen Jonathan, con un arma lo suficientemente poderosa como para paralizar a un vampiro.

Desde la azotea del edificio contrario al hotel, se encontraban dos seres observando a la joven que se encontraba hermosamente bañada por una tenue luz de una luna que se encontraba en cuarto menguante.

-Eso ha sido una buena jugada de su parte – Comentó la peli roja a su acompañante.

-De nada servirá si Lucy no le perdona – Sonrió el demonio.

-Él cree que ha realizado una jugada brillante – Hizo notar la peli roja.

-Es por eso que el alma de Mina renacerá cerca de Lucy – Sonrió nuevamente absorbiendo cada detalle de la mujer que amaba.

-¿Eso no te pondría obstáculos a ti? – Cuestionó el demonio algo confundido por las decisiones de su familiar.

-El plan es que sea feliz no que se enamore de mi – Contestó – Si ella se enamora de mí sería solo un golpe de suerte del cual no rechazaría y me encargaría de que se sintiera en casa estando a mi lado –

-¿Estás consciente que has sonado como Vladislaus? – Cuestionó divertida la peli roja.

-Somos parecidos, no lo niego. La diferencia entre Drácula y yo es que mi poder es superior al suyo y mucha más paciencia que él – Dijo lo último con sorna.

El último comentario arranco una carcajada del demonio perdiéndose entre los sonidos de esa noche, y su familiar perdido en el mar verde de los ojos de su amada los cuales resplandecían de duda de no saber si había tomado la decisión correcta al ayudar a su verdugo.

Juste un baiserDonde viven las historias. Descúbrelo ahora