Capítulo 12

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Una mañana de un domingo no era para nada lo que esperaba Lena, no se encontraba con el más mínimo estado de amino para atender alguna llamada de su empresa, a veces se odiaba haber construido tal imperio.

Una notificación había llegado a su celular, aun contra su voluntad decidió responder al mensaje quien fuera que se atrevía a trabajar un domingo, aunque su sorpresa fue grande al ver el nombre de Kara en la pantalla, al abrir el correo había un archivo adjunto, para la sorpresa de Lena era el escrito que había sacado Kara de su enamoramiento hacia Mina, que si bien en su momento fue grande, ahora podría decirse que estaba despertando esos mismos sentimientos hacia Kara. Aunque no le importaba si al final era Imra la que guardaba dentro el alma de Mina, la rubia por si sola le había cautivado.

Anales de la orden de Drácula

Te quiero a las diez de la mañana y a las once

Y a las doce del día. Te quiero con toda mi alma y

Con todo mi cuerpo, a veces, en las tardes de lluvia.

Pero a las dos de la tarde, o las tres, cuando me

Pongo a pensar en nosotros dos, y tú piensas en la

Comida o en el trabajo diario, o en las diversiones

Que no tienes, me pongo a odiarte sordamente, con

La mitad de odio que guardo para mí.

Luego vuelvo a quererte, cuando nos acostamos y

Siento que estas hecha para mí.

Todos los días te quiero y te odio irremediablemente.

Y hay días también, hay horas, en que no

Te conozco, en que eres ajena como la mujer

De otro, me preocupan los hombres, me preocupo

Yo, me distraen mis penas, Ya ves ¿Quién

Podría quererte menos que yo amor mío?

Podrá nublarse el son eternamente;

Podrá secarse en un instante el mar;

Podrá romperse el eje de la tierra

Como un débil cristal.

¡Todo sucederá! Podrá la muerte

Cubrirme con su fúnebre crespón;

Pero jamás en mi podrá apagarse

La llama de tu amor.

Lena parpadeó un par de veces tratando de asimilar lo que había leído, era hermoso pero a la vez acertado acerca de sus sentimientos hacía Mina, los últimos versos reflejando su estado actual, amaba a Mina, porque siempre iba a tener un lugar en su corazón, no como antaño, pero si la amaría.

Abrió el correo en el contacto de Kara dando su aprobación para que ella lo escribiera en los anales de la orden del conde Drácula. Lena no esperaba que la rubia fuera igual de buena con las palabras como una vez su abuelo lo fue

A pesar de alegrarse por el pequeño detalle, eso también le hacía recordar lo mal que la estaba pasando gracias al descubrimiento de que ella era la clave para que todas y cada una de las personas dentro de la orden lograran su ansiada libertad.

Porque todos ellos eran esclavos y victimas de lo que la orden del Dragón le había hecho a Vladislaus y a su familia. Pero eso justificaba sus acciones, el intentar usar el amor que sentía por Mina para conseguir su perdón estaba mal; además de tener a un demonio prendada de ella. Era todo demasiado surrealista para que ella lo dejara pasar como lo había hecho con anterioridad.

Después de un rato de estar dando vueltas en la cama y aceptar el hecho de que no volvería a dormir, se preparó y encaminó al edificio de la orden. Era uno de los pocos lugares dentro de los cuales ella daba por sentado que no se encontraría con Mike, el hombre podía haber fundado esa orden pero quien la manejaba era su fiel sirviente James Olsen.

Cuando llegó al edificio entró directamente a la sala de escritura de los historiadores, la cual no se encontraba vacía, su bella historiadora se encontraba inclinada sobre un enorme libro y con pluma en mano.

Se quedó en la puerta observándola, llevaba una camiseta, pantalones y deportivos, para nada como le había visto anteriormente, su cabello rubio amarrado en una media cola de la cual sobresalían los adornos de unos palillos cruzados, llevaba gafas como la noche que le conoció, su cara de concentración le causó gracia, se veía tan adorable ante los ojos de la vampira que no sintió la cercanía del vampiro guardián de la orden.

-¿Espiando? – Cuestionó una voz a lo que Lena se giró de inmediato y le atrapó contra la pared cerrando su mano en torno a su cuello – Lo siento – Se disculpó James.

-También me disculpo, son los reflejos – Dijo Lena antes de retirar su mano del cuello del hombre.

-Ha sido un verdadero placer entrenar a la Srita. Zor-El – Inició a hablar James – Es bastante sensible y tiene una manera de ver el mundo que es exquisita, debo decirte que después que entrené a Seg-El nunca imaginé que nadie lo superaría, pero luego llegó Kara –

-Ella es especial – Combino Lena.

-Realmente lo es, el Sr. Mathews asegura es la reencarnación de Mina – Dijo James.

-¿De verdad? – Cuestionó la morena con sorna, porque ella aún tenía sus dudas.

-Si me permite hablar con sinceridad – Pidió el hombre a lo que Lena asintió – El Sr. Mathews solo se encuentra impresionado de como la joven parece aceptarle pero a la vez no tener ningún interés romántico hacia él – Lena le observó un momento pensando en las palabras que habían sido pronunciadas – Pero no es de extrañarse si la Srita. Arden hace exactamente lo mismo que la Srita. Zor-El –

-Estos son otros tiempos y el alma de la esposa de Vlad tampoco es la misma – Habló Lena, volviendo su atención a la rubia que seguía en la misma posición.

-He estudiado muchos textos acerca de la reencarnación, pero ninguno acierta con lo que realmente pasa, al menos no como usted y el Sr. Mathews la han vivido – Comentó James.

-Es un desafortunado incidente que no tiene nada que ver con la reencarnación, solo es un juego sádico – Dijo Lena.

Ante lo dicho por la morena el hombre de piel oscura se retiró dejando a la vampira observar a placer a la joven que se encontraba dentro de la biblioteca.


Los poemas son 2 y están combinados:

Te quiero a las diez de la mañana (Jaime Sabines)

Amor Eterno (Gustavo Adolfo Bécker)

Juste un baiserDonde viven las historias. Descúbrelo ahora