Capítulo 4

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Scarlett

Subo con dificultad el entallado vestido color verde oscuro, Iván se encargó de elegir mi atuendo para esta noche y tuvo que escoger este estúpido vestido el cual tenía un escote en forma de corazón que se pegaba a mi cuerpo como una segunda piel, era incómodo traer algo tan entallado. Le doy el último retoque a mi maquillaje fue difícil cubrir las marcas de los golpes, pero al fin lo logré, después de tres horas logré hacer un maquillaje decente.

—¿Estás lista? —Llama desde el otro lado de la puerta —.No me hagas entrar por ti.

Ruedo los ojos, había olvidado lo impaciente que es ese imbécil, le doy los últimos toques a mi ondulado cabello castaño, estaba lista hasta que noto que había olvidado maquillar mis labios, solo a mí se me podría olvidar algo como eso. Según algunas reglas del maquillaje si llevas sombras de ojos muy cargadas lo mejor es usar un brillo labial de color tenue, pero por alguna razón un labial carmesí llamó mi atención, así que lo tomo con cuidado y lo aplico generosamente sobre mis labios.

Me veía hermosa.

Tomo mi cartera negra y mi abrigo lista para salir, en cuanto salgo de la habitación los ojos de Iván se posaron sobre mí con descaro, me asqueaba la forma en la que me miraba.

—Si no estuvieras así de hermosa no hubiera perdonado tu tardanza —me asqueaba la forma en como sus ojos llenos de lujuria se encendían mientras me examinaba de arriba abajo —.¿Nos vamos? —Me ofrece su brazo el cual acepté resignada.

Cínico.

Pienso.

Daría lo que fuera para poder vengarme por todo lo que ese infeliz me había hecho, algún día tendría la oportunidad que tanto deseaba y acabaría con su miserable vida. Durante el resto del camino Iván se mantuvo haciendo miles de llamadas, no nos dirigimos ni una sola palabra, él estaba metido en sus llamadas y yo en las luces que alumbraban las calles de la ciudad hasta que el auto de detuvo frente a un lujoso edificio.

Oasis.

Ese era nombre del prestigioso club nocturno donde solían reunirse con sus socios además el dueño del club es amigo de Benjamín -el padre de Iván. Para tener veintidós años, Iván manejaba los negocios de su padre, ya que, dentro de unos años se convertiría en el heredero del imperio de la mafia, y para probar su valía Benjamín ha dejado en las manos de Iván los negocios más importantes que involucran a Élite y la trata de personas. En cuanto nos acercamos a la entrada, un hombre se apresuró a tomar mi abrigo; siento las asquerosas manos de Iván se deslizándose por mis brazos para después pasar a mi espalda desnuda.

—Te ves jodidamente hermosa —siento su aliento rozar mi cuello, sus labios resbalaban con suavidad sobre mi piel, al parecer a Iván no le importaba que nos encontráramos en público —quisiera desnudarte aquí mismo.

—Basta —pido mientras cierro los ojos con fuerza.

—Eres mía —Iván acaricia mi pierna por la abertura del vestido. Cierro los ojos asustada cuando un de los hombres de Iván aparece frente a nosotros.

—¡Señor! —Agradezco internamente la oportuna interrupción —el señor Ivanov ha llegado.

Iván retoma la compostura y asiente, la llegada de ese sujeto debía de importante para que él se apartara de mí inmediatamente y sabía perfectamente de quien se trataba, era nada más y nada menos que el dueño de este club, no lo conocía en persona, pero había escuchado a Iván decir ese nombre en algunas ocasiones, seguramente necesitaba tratar uno de los cuantos negocios sucios en los que Iván estaba involucrado.

—Dile que espere, ya sabes dónde —aclara Iván haciendo que el hombre asintiera para después perderse entre la multitud —y tú —él toma mi brazo fuertemente —. Más te vale no causar ningún problema.

—¿Yo? ¿Causar problemas? —Llevo una mano a mi pecho fingiendo indignación causando un enfado notable en Iván.

—No quieras verme la cara de estúpido —dice entre dientes.

<<No te veo la cara de estúpido porque esa ya la tienes>>

—Sabes lo que pasará si intentas escapar ¿verdad? —Su mano toma mi mentón para que lo mirara.

—¿Podría escapar cuando tienes a todos tus hombres vigilando cada entrada? —Miro hacia donde se encontraban varios hombres disfrazados de clientes, meseros y guardias.

—Veo que no eres tan estúpida como aparentas ser —se burla —iré a atender un asunto y volveré lo más pronto contigo —se despide, no sin antes besarme ferozmente dejando una fuerte mordedura en mi labio inferior.

En el interior del club, decenas de chicas bailaban con poca ropa y se acercaban a cualquier hombre que fuera capaz de pagar por su compañía. Mis ojos se enfocan en el centro de la pista de baile, algunas chicas hacían una especie de baile sensual y otras se limitaban a conversar con los clientes; sin embargo, algo llamó mi atención, justo en el centro de la pista una chica de melena azabache se movía con dificultad. Era la chica que yo había ayudado a secuestrar.

Este era el principal negocio de este club, secuestraban mujeres y las exhibían como mercancía en este lugar para que fueran compradas. Un prostíbulo. Las que eran vírgenes eran vendidas a un pecio muy alto en la página web y las que no, se quedaban en Praga para ser prostituidas en este club. Una lágrima se deslizó sobre mi mejilla ¿qué había hecho? Ahora la vida de esta chica estaba arruinada gracias a Iván.

—Maldito Iván —susurro —ojalá estuvieras muerto —deseé en voz alta.

—¡Vaya! Que deseos tan peculiares —su gruesa voz me hizo sobresaltar —aunque yo también deseo lo mismo.

Me giro para mirar a aquél desconocido, pero él fue más rápido porque con su mano cubre mi boca pegando mi espalda sobre su pecho impidiéndome que lo mirara, mientras el brazo que tenía libre sostuvo el mío ¿quién era este sujeto y por qué me impedía moverme?

—Ven conmigo —abro mis ojos con sorpresa, pero antes de que pudiera protestar me arrastra afuera del club llevándome a una de las terrazas.

Me remuevo entre sus brazos sin éxito alguno, él no me soltaba, su colonia impregnada con un ligero aroma a cigarro invadió mis fosas nasales. Un gemido cargado de nerviosismos, fue lo único que salía de mi boca, me estaba comenzando a asustar ¿acaso se trataba de un secuestro?

—¡Cállate! —Esta vez su voz suena más fuerte, señal de que está enfadado y antes de que pueda protestar una vez más, me suelta.

—Pero ¿quién te crees que eres maldito loco? —Grito, pero mi valentía se esfumó cuando lo veo frente a mí con esa cínica sonrisa —Aron.

—El mismo. 

Venganza Escarlata © [J.D.L.M #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora