Capítulo 46

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Aron

Maldije en cuanto nos encontramos atascados en medio del tráfico, la desesperación me carcomía por dentro impidiendo que pensara con claridad, pero ¡maldición! ¿En qué diablos pensaba Scarlett al aceptar la ayuda de Lena? Ella no sería capaz de asesinar a Carlo, ella no era capaz ¿o sí?

—Tranquilo hombre, ella sabe lo que hace —dijo Luther tratando de animarme.

—Eso es lo que me preocupa —admití —. Temo que Carlo quiera dañarla.

Mi madre me informó que había estado investigando a Ivanov en los últimos días y descubrió que planea un enfrentamiento para deshacerse de Iván y de mí, por supuesto que no lo íbamos a permitir, justamente hoy íbamos a dar nuestro primer golpe contra ese desgraciado, pero a Scarlett se le ocurrió adelantarse.

—¿Hacia dónde? —Preguntó Luther una vez que el tráfico comenzó a fluir con normalidad.

—Oasis.

Estaba nervioso, la idea de perder a Scarlett a manos de Carlo era inimaginable, había perdido mucho gracias a este negocio por eso no quería arrastrarla conmigo a este infierno, pero por más que quise alejarla de mí no pude, tenía la necesidad de tenerla a mi lado sin importar las consecuencias. Sé que suena egoísta pero esa chiquilla de diecisiete años era el motor de mi vida y con ella aprendí que la vida puede llegar a ser buena.

Mi celular comenzó a vibrar sacándome de mis pensamientos, la pantalla se iluminó con el nombre de Lena así que no dudé en contestar, mis manos temblaban al sostener el maldito aparato. ¡Dios! Realmente estaba preocupado por esa mujer imprudente.

—Lena más te vale que ella esté bien o te juro que...

Tranquilo, estoy bien —mis músculos se relajaron y mi presión sanguínea volvió a la normalidad al escuchar su voz.

—Juro que un día de estos vas a volverme loco —suspiré —. ¿Dónde estás?

Estamos cerca del club Oasis —apreté mis labios con fuerza, al menos ella iba a estar en lugar seguro.

—Bien, no te muevas de ahí. Voy para allá.

Aron...—ella habló antes de que colgara.

—¿Qué sucede?

Debes saber algo —no respondí, señal de que quería que continuara —Carlo Ivanov no será un problema, él está muerto.

Mi sangre se heló ante sus palabras, su expresión dulce y cálida de hace un momento se esfumó para dar paso a una voz fría y sin emociones ¿qué había hecho? No podía creer que Lena la haya orillado a hacerlo, juro que esto no se lo iba a perdonar tan fácilmente.

—Hablaremos después —no dejé que ella respondiera porque finalicé la llamada.

—¿Qué sucede? —Quiso saber Luther.

—Ivanov está muerto —solté —Lena ayudó a Scarlett, ella sabía que yo mismo me encargaría de ese bastardo, pero ella orilló a Scarlett a matarlo y aunque sea tu mujer no perdonaré que me haya desobedecido —la mandíbula de Luther se tensó, él sabía que sucedía con quienes me desafiaban —. Pero antes debemos encargarnos de los negocios de ese imbécil.

—Llamaré a nuestros hombres.

Asentí.

[...]

Ese día el club Oasis estaba repleto de personas, todos se movían al compás de la música pegando el cuerpo con el de sus acompañantes, Luther y yo pasamos entre la multitud y nos colocamos cerca de la barra, ahí teníamos una vista perfecta de todo el lugar.

—¿Qué desean tomar caballeros? —Preguntó el bartender.

—Estamos bien —respondí de manera intimidante, el chico asintió, pero antes de irse lo tomé del cuello de su camisa —. Dile a tu jefe que queremos verlo —los ojos del chico se ampliaron con sorpresa.

—No sé de qué habla —su voz sonaba nerviosa y había comenzado a tartamudear.

—No me hagas perder el tiempo —amenacé —. Dile que no sea marica y que muestre su maldito rostro. Dile que Aron Izavok está aquí.

- S-Sí.

Una vez que se fue miré a Luther, él me regresó la mirada y después asintió. Había llegado la hora de actuar. Luther se perdió entre la multitud mientras que yo me acerqué al lugar en el que se encontraba el DJ, le hice una pequeña señal para que acercara. Tenía el tiempo encima y no podía darme el lujo de perder más.

—¿Podrías prestarme el micrófono? —Pedí —. Quiero dar un mensaje a mi chica.

—Lo siento hermano, pero no puedo hacer eso...—rodé los ojos, tendría que acelerar esto, saqué de mi bolsillo un puñado de billetes y se los ofrecí —. Está bien pero que sea rápido —sonreí complacido.

—Buenas noches damas y caballeros —dije una vez que la música cesó, ahora tenía todas las miradas sobre mí —. Lamento ser yo quien deba dar este anuncio, pero me temo que la fiesta se acabó.

Abucheos e insultos resonaron en lugar, malditos estúpidos. Si tan solo supieran lo que estaba a punto de pasar, busqué a Luther entre la multitud y logré divisarlo justo al lado de la alarma de incendios.

Uno...

Dos...

Tres.

La alarma comenzó a sonar provocando que la gente saliera del lugar a toda prisa mientras que los hombres de Carlo se apresuraban a venir en mi dirección con su arma en mano. Entonces el tiroteo se desató.

[...]

Scarlett

Lena y yo nos encontrábamos a unas cuadras del club Oasis, por órdenes de Aron tendríamos que esperarlo, todavía recuerdo el tono frío de su voz cuando le dije lo que pasó con Carlo, me estremecí con tan solo recordarlo. Estoy segura de que se había molestado.

—Tranquila, lo peor que podría hacer es coger contigo durante toda la noche —se burló Lena.

Estaba a punto de responder cuando una explosión proveniente del interior del club nos alertó.

—¿Qué mierda fue eso? —Preguntó Lena —. ¡Espera! ¿Qué estás haciendo?

Pero no me quedé a escuchar sus reproches porque salí del auto para dirigirme hacia el lugar donde se había desatado el caos. Las personas corrían en dirección contraria a la que me encontraba, sentía los latidos de mi corazón en mi cabeza y el miedo se apoderaba de mí. Solo su nombre estaba en mi mente.

Aron.

Cuando llegué al club todo el mundo se me vino encima, lo que una vez fue el Oasis ahora era un edificio en llamas. Inmediatamente lo oficiales y las ambulancias comenzaron a llegar tratando de atender a los heridos y controlar el incendio, pero lo único que me importaba era encontrar a Aron.

—¿Qué haces niña? Vete de aquí —ordenó un oficial; sin embargo, hice caso omiso sus palabras.

—¡Aron! —grité —¡Aron! —Llamé su nombre tantas veces hasta que mi garganta estuviera seca; sin embargo, no obtuve respuesta.

Entonces el edificio se desplomó al igual que mi corazón.

Venganza Escarlata © [J.D.L.M #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora