Capítulo 23

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Aron

El sonido que hace la suela de mis zapatos sobre el piso del almacén eran acompañados por el llanto y los lamentos de los que solían trabajar para mí, frente a mí había cinco sillas y en ellas se encontrabas cinco hombres amordazados, sus ojos estaban vendados mientras que sus cuerpos estaban repletos de heridas y hematomas, tal parece que André cumplió mis órdenes al pie de la letra.

—¿Y bien? —cuestiono a mis hombres.

—Ninguno de ellos ha dicho quién fue el traidor señor —confiesa André, doy un chasquido con la lengua.

—Me decepcionas André —digo con desdén.

Me acerco a cada uno para quitarles la venda, sus ojos reflejaban miedo al percatarse de mi presencia, era momento de ejercer un poco más de presión a estos imbéciles.

—Solo lo diré una vez —sentencio —¿quién fue el soplón que le dijo a mi primo cómo funcionaban mis negocios? —no hubo respuesta —bien, creo que tendré que tomar medidas más drásticas.

Luther acerca a mí un pequeño maletín, paso mis manos acariciando el cuero del pequeño objeto que tengo frente a mí, pero antes de abrirlo saco del bolsillo trasero de mis jeans un par de guantes de cuero negro, el fino material viste mis manos desnudas y una vez que me aseguro de que mis manos están completamente cubiertas para no cejar una sola huella. Finalmente lo abro. Al mirar el contenido no pude evitar deleitarme con las diversas armas que contenía.

Saco una pequeña jeringa y con cuidado me acerco a ellos, los ojos de mis víctimas mostraron temor, ellos desconocían lo que contenía aquel pequeño instrumento; sin embargo, ellos estaban seguros de que no significaba nada bueno, innumerables veces me vieron utilizar diversos instrumentos para acabar con aquellos que se atrevieron a desafiarme.

—Les daré una última oportunidad —las yemas de mis dedos acarician el cristal de la pequeña jeringa —¿no? Bien —con lentitud me acerco a cada una de las sillas y sin dudar rompo las cuerdas que sostenían a cuatro de mis hombres, menos uno.

Los que fueron liberados me miraron sorprendidos y a la vez agradecidos, le lanzo una mirada a André para que se lleve a sus hombres, él asintió. Recuerdo la última llamada que tuve con André, él me aseguró que ninguno de sus hombres había sido el traidor, cuan equivocado estaba, debió confiar en todos menos en uno y era justo el bastardo que tenía frente a mí.

Olsen Abels.

André confiaba en sus hombres, pero yo no, por eso envíe a Luther y a su mujer para que investigaran, ellos eran los mejores sicarios de la República Checa por lo tanto los mejores para este trabajo, durante semanas siguieron a Olsen y descubrieron que este bastardo se estuvo viendo con Carlo Ivanov después de las carreras, ahora sé cómo esos hijos de puta obtuvieron información y como es que la policía puedo atrapar a muchos de mis hombres.

¿Cómo era posible que la policía conociera todas nuestras rutas de escape?

Simple. Olsen le dijo a Ivanov cada ruta y este se lo dijo a la policía para que pudieran atraparlos, su objetivo era capturarme a mí pero gracias a que soy muy precavido no tomé las mismas rutas que conocía y gracias a mi astucia logré sacarnos de ahí a Scarlett y a mí.

Scarlett.

¿Qué pensará ella si viera lo que estoy a punto de hacer?

No mentí cuando le dije podría ser peor que mi primo, pero como dije antes, la mafia no perdona.

—Quise que confesarás por las buenas y tal vez tu castigo haya sido menos doloroso, pero además de ser un maldito soplón eres un cobarde —escupo cabreado —así que prepárate para sufrir las consecuencias —fue entonces cuando clavo sin piedad la jeringa en su cuello.

Venganza Escarlata © [J.D.L.M #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora