Kitchen Mastery

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Él estaba aquí. Nunca dudé de que no viniera, pero por supuesto, siempre estaba ese miedo que había surgido desde mi último ataque psicótico. Pero no, él estaba aquí, era real y era mío. La vida no podía ser mejor que esto.

"¿Estás lista para irte, bebé?" Preguntó, rompiendo nuestro beso para tristeza mía. Quería más besos. Estoy lista para eso, por ahora.

Asentí. "Tengo todo empacado."

Sonrió y besó mi nariz. Dios, era demasiado hermoso para existir. "¿Empacaste todo?"

Todo lo que quieres, Cole. "Todo lo que necesitaré."

Sus ojos brillaban y presentía que estaba pensando lo mismo que yo, lo cual era probablemente cierto. En verdad éramos una pareja ideal. "¿Estás segura de que tienes todo? Tal vez deberíamos revisar." Eso sería una buena idea. Necesitaríamos unos minutos para...

"Oh, joder, no. Ustedes dos no irán a la habitación juntos. Necesitamos irnos." Maldición, Barb. Dame diez minutos. En realidad, creo que podría hacerlo en cinco. Sólo un poquito para enloquecerlo.

Cole le sonrió a Barb. "Estoy intentando pasarla bien." Le dijo. Oh, Dios. Pasarla bien con esas manos y esa lengua y esa hermosa verga.

"Estoy segura de que quieres pasarla bien lo cual significaría que demoraríamos horas en irnos. ¿Te das cuenta de que tus manos están en su culo?" Le preguntó Barb sarcásticamente. ¡Hey, me gustaba que estuvieran ahí! ¿Me había escuchado quejarme? No. Cállate, Barb.

Cole parecía que las dejaría allí por algún tiempo más, le dio un apretón a mi culo. Me reí y decidí no dejarme llevar y recordar que estábamos en el pasillo del complejo de apartamentos donde vivía, antes de que lo pudiera tomar allí. Me alejé de él e intenté no llorar al separarme.

"¡Barbs!" Una voz gritó mientras un cuerpo pasaba a nuestro lado y la levantaba en sus brazos. El verdadero Dylan no tenía miedo a nada, ¿verdad? Tonto. Ella pasó los últimos días quejándose y extrañándolo. Y aunque el oso que le envió el miércoles en parte la enojó, ella durmió con él.

"Bájame, idiota." Le dijo, pegándole.

"¿Es esa la manera en la que saludas a tu hombre luego de tan larga ausencia?" Le preguntó, sonriendo, completamente inafectado por la irritación de su rostro.

"Primero que nada, no eres mi hombre. Segundo, no ha sido una larga ausencia. ¿Cómo diablos se supone que deba extrañarte cuando estás constantemente enviándome mensajes de texto? ¿Cuál es el significado de esto?" Ella sacó el oso de peluche policía y se lo dio.

Dylan rio y se lo devolvió. "Pensé, luego de tu mensaje de texto, que te gustaría. Vino con esposas y todo."

"Tengo mis propias esposas." Dijo Barb. Era cierto. Las había visto. Y además hizo una broma inapropiada sobre la experiencia de mi padre en esposar. Dios. Necesitaba bloquear eso.

Dylan lucía encantado. "¿Las empacaste?"

"Empaqué muchas cosas." Le dijo con su voz más sexy. Era hombre muerto; aunque todavía no lo sabía. "Tú y tu hermano deben cargar todo en el auto. Yo lo haría, pero tengo que supervisar a estos dos para que no se escapen a coger."

Eso era rudo, y probablemente cierto, aunque no sería tan cruda al respecto, pero sí. Dylan nos miró y rio. "Sí, probablemente lo harían. ¿Por qué no los hacemos empacar y nos escapamos sin supervisión?"

La expresión de Barb no tenía precio y escuché un sonido ahogado. Ella también estaba muerta por él. "Sólo carga el auto, idiota."

"No puedes resistirme tanto, Barbs. Tengo nueve largos días." Le dijo. Gracias a Dios tenían su propia cabaña. "¿En dónde está el equipaje?"

A través de un juego Donde viven las historias. Descúbrelo ahora