Never Say Goodbye

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Era tan malditamente hermoso que me quitaba el aliento. Lo había visto dormir como una acosadora durante una hora, intentando memorizar cada línea de su rostro, cada movimiento de sus pestañas y sus labios, cada sonido que hacía. Lógicamente sabía que lo vería pronto, pero luego de estar una semana en sus brazos, sería difícil volver a mi fría y solitaria cama.

Abrió sus ojos y parpadeó un par de veces. Me miró. Sonrió y le sonreí, aunque sabía que mi sonrisa no llegaba a mis ojos. Él no dijo nada, me besó y nos tiramos como dos locos, desesperados por una última vez antes de irnos. Ninguno de los dos mencionó que esta sería nuestra última vez aquí; salimos de la cama, nos arreglamos y comenzamos a empacar. No habíamos querido hacerlo ayer, porque hubiéramos tenido que reconocer que nuestro tiempo se terminaba.

Terminé de empacar mis cosas y bajé las escaleras hacia donde estaba Cole frente a la puerta, luciendo pensativo. "¿En qué estás pensando?" Le pregunté mientras dejaba mi maleta junto con el resto. Estábamos oficialmente listos para irnos. Lo odiaba.

Envolvió sus brazos a mi alrededor y me acurruqué contra su pecho, respirándolo. "Estaba pensando que no quiero que nadie más use este lugar. Se siente como si fuera nuestro."

Dios, ¿estábamos pensando lo mismo o que? Intenté reír pero sonó más a un llanto. Sus brazos se apretaron a mi alrededor. "Lo sé." Coincidí.

Sus dedos tocaron mi mentón, guiándome a que lo mirara. Intenté parpadear las lágrimas que estaban listas para salir. No quería que fuera más difícil de lo que era. Cole lucía molesto. "La compraré para nosotros, si quieres." Sugirió.

¿Cuán lindo era? Tenía que reírme mientras las lágrimas comenzaban a caer. "No sé si te venderán una cabaña, Cole. De todas maneras, no es tanto el lugar, aunque es genial. Extrañaré estar así a solas contigo." Demasiado.

Cole limpió mis lágrimas. "Lo sé. Odio volver al mundo real, pero es sólo por un par de semanas y luego tendremos todo el verano." Sonaba como si estuviera intentando convencerse a sí mismo, pero lo apreciaba.

Intenté sonreír por él. "Sí, no puedo esperar."

"Yo tampoco." Sus labios rozaron los míos y sonrió. "Te diré algo, si no puedo comprar este lugar, encontraré un lugar donde podamos ir y alejarnos del mundo como lo hicimos aquí. Iremos por lo menos una vez al año, o tal vez más cuando podamos arreglarlo. ¿Okey?"

Amaba tanto que ya estuviera planeando. Estaba tan seguro de nosotros que me aseguraba más. "Me encantaría."

"Piensa en algún lugar donde te gustaría que estuviera. ¿En las montañas como aquí? ¿Una playa privada? ¿En el medio del bosque? Donde quieras."

Reí porque iría donde fuera con él. Podría ir a la tundra helada o el desierto mientras sea con él. "Iré a donde quieras contigo, incluso a una carpa en el medio del desierto."

Rio y quitó el cabello de mi rostro. "Eso será demasiado caliente para nosotros. Prefiero generar nuestro propio calor."

Oh, sí. Entonces es la tundra helada. "Buen punto." Apreté su cintura. "Gracias." Por este lugar, por ser tú y por amarme.

"No tienes nada de que agradecerme, amor. Estoy siendo egoísta, queriéndote para mí."

Como si el hombre tuviera algo de egoísta en su cuerpo. "Eso nunca es egoísta. Y te estoy agradeciendo por esto; por la mejor semana de mi vida y la promesa de que vendrán cosas mejores. Todavía no sé como hice para ser tan afortunada."

A través de un juego Donde viven las historias. Descúbrelo ahora