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>> Park JiMin <<

De alguna manera he viajado atrás en el tiempo a mis días de parque infantil de tercer grado. A menos que haya otra explicación de por qué Jeongguk me está hostigando para besarlo.

— No tengo que demostrar ninguna maldita cosa —le informo—. Sucede que soy un fantástico besador. Lamentablemente nunca lo llegaras a saber.

— Nunca digas nunca —responde con una voz cantarina.

— Gracias por eso. Pero sí, nunca va a suceder, amigo.

Suspira.

— Lo entiendo. Estas intimidado por mi potente masculinidad. Levanta la barbilla, eso sucede todo el tiempo.

Oh, hermano. Todavía puedo recordar los días, todo de hace una semana, cuando Jeon Jeongguk no era un fijo en mi vida. Cuando no tenía que escuchar sus palabras arrogantes o ver sus sonrisas perversas o verlo inmerso en una batalla de coqueteo en la que no tengo ningún interés. Excepto que Jeongguk pasa a ser muy, muy bueno en una cosa en particular: tirar el guante.

— El miedo es un hecho de la vida —dice él con solemnidad—. No dejes que eso te desanime, Parkie. Todo el mundo lo experimenta —se inclina hacia atrás sobre sus codos, como un pez gordo—. Te diré que te voy a dar un pase libre. Si estás demasiado asustado para besarme, no voy a besarte.

— ¿Asustado? —retumbo—. No tengo miedo, idiota. Es sólo que no quiero.

Otro suspiro rueda dentro de su pecho.

— Entonces creo que estamos de vuelta a los problemas de autoconfianza. No te preocupes, hay un montón de malos besadores en este mundo, cariño. Estoy seguro de que con la práctica y la perseverancia, un día serás capaz de...

— Bien —le interrumpí—. Vamos a hacerlo.

Su boca se cierra de golpe, los ojos muy abiertos por la sorpresa. JA, así que él no esperaba que yo aceptara.

Nuestras miradas se conectan en una mirada fija que dura por siempre. Está esperando que dé marcha atrás, pero estoy seguro de que puedo esperar a que él se arrepienta. Tal vez es infantil de mi parte, pero Jeongguk ya se ha salido con la suya sobre esta cosa de la tutoría. Esta vez quiero ganar yo.

Pero lo he subestimado una vez más.
Sus ojos grises se oscurecen a humeante plata metálica, y de repente hay calor en su mirada. Calor, y un destello de seguridad en sí mismo, como si está seguro de que no voy a seguir con esto. Escucho esa seguridad en el tono despectivo que usa cuando por fin habla.

— Muy bien, entonces, muéstrame lo que tienes.

Vacilo.

Joder. No puede estar hablando en serio. Y no puedo realmente estar considerando hacer frente a este loco desafío. No estoy atraído por Jeongguk y yo no quiero besarlo. Fin de la historia.

Excepto que...bueno, no se siente como el final de nada. Mi cuerpo está envuelto en llamas y mis manos estan temblando no de los nervios, sino de anticipación. Cuando me imagino su boca presionada contra la mía, mi corazón se acelera más rápido que una pista de baterías y contrabajos. ¿Qué diablos es lo que me pasa?

Jeongguk se acerca más. Nuestros muslos estan tocándose y tampoco estoy alucinando, o puedo realmente ver su pulso palpitando en el centro de su garganta. No puede en verdad desear esto...¿o sí?

Mis palmas se ponen húmedas, pero resisto limpiarlas en el frente de mi pantalón, porque no quiero que sepa cuán nervioso estoy. Soy totalmente consciente del calor irradiando en su muslo revestido en vaqueros, el tenue aroma de su loción de afeitar moderada, la leve curva de su boca mientras espera mi próximo movimiento.

La Cita [KOOkMIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora