Mundos Mezclados (PJ + HP)

-13-

Editado.

Todos guardaron silencio y en la sala lo único que se escuchó fueron los zapatos de Zacharias al voltear ceñudo hacia Alissa.
— ¿Qué has dicho?
— ¿Eres sordo? Al centro. — Repitió la rubia con rudeza. — ¿O no que cualquiera puede agitar una espada? Pues entonces claramente tu puedes. — Un murmullo de sorpresa recorrió a los alumnos, pero a Smith le costó captar el insulto.
Ni bien cayó, el enojo asomó por sus ojos.
— Es una estupidez, ni siquiera tiene sentido todo esto. — Se quejó, negando, con una sutil mirada de desprecio, el arma que Neville le tendía.
Taehyung, en una esquina, soltó una risilla y Jungkook, a su lado, negó divertido murmurando un casi inaudible "cobarde" que pocos, incluido el propio Zacharias, escucharon.
El rubio, repentinamente rojo de vergüenza, volteó hacia los demás alumnos, que habían vuelto a murmurar.
— Bien, si no puedes hacerlo... — Se encogió de hombros Alissa, mirando de forma desinteresada el metal sin filo.
— ¡Claro que puedo! — Chilló Smith, causando que su mirada se centrara de nuevo en él. Levantando el mentón y con una mirada seria, Alissa se posicionó cerca del centro del círculo, volteando el arma en su mano y colocando ambos brazos detrás de su espalda.

— Entonces adelante. — Dijo, y el muchacho no tuvo de otra más que tomar la espada que Neville le tendía y avanzar. — Ataca cuando quieras.
Zacharias podría aparentarlo, pero no era tan estúpido, había entendido el punto de no ser predecible, así que demoró su tiempo en lanzar la primera estocada.
Cuando lo hizo fue un corte de abajo hacia arriba en el que tuvo que utilizar ambas manos que Alissa esquivó con facilidad moverse hacia un costado, y luego uno de lado a lado, que la rubia volvió a evitar agachándose y apartándose. Lo que no había tomado en cuenta Smith era el peso del arma, lo que lo llevó a caer de costado contra el frío piso de la sala y escuchar las primeras risas.
— Equilibrio, no dejes el peso en la espada hasta que te acostumbres a ella. — Corrigió Alissa con el mismo tono que utilizaba Snape cada vez que alguien se equivocaba en su clase.
El rubio se tragó la rabia, un acto merecedor de admiración en su caso, y se volvió a levantar, apretando los dientes.
— Otra vez. — Esta vez Smith se lanzó corriendo hacia ella, pero en lugar de atacar por los lados o por arriba intentó golpear sus pies a la pasada, bajando ambos brazos a último momento y sin dar aviso de ello. Alissa, sin embargo, se las ingenió para apartarse a último momento, y la velocidad más el peso de la espada volvieron a traicionar al Hufflepuff, que acabó con el rostro pegado al suelo.
— Mantente a una altura en la que puedas moverte con facilidad, debes estar cómodo con la espada, al igual que una varita es una extensión de ti. — Recitó la Slytherin, volteando nuevamente y quedando de espaldas a Zacharias. — De nuevo. — Las risas ya se habían apagado, pero ni bien la nariz de Smith había tocado el suelo había sido capaz de oír más de una a su alrededor. Furioso, tomó impulso y se levantó, sujetando el arma con ambas manos y observando la figura de la muchacha.
Obedeció, nuevamente atacó, pero al creer que podría golpear el costado de Alissa ella nuevamente se agachó, un movimiento circular que hizo que sus rodillas casi tocaran el suelo, y tan rápido cómo bajó se levantó, mirándolo. Sin esperar ninguna indicación Smith lanzó otro golpe, de abajo hacia arriba, y otro, y otro. Todos y cada uno Alissa los esquivó, manteniendo ambos brazos detrás suyo con su espada firmemente tomada del mango, y lo único que alcanzó a tocar con el metal el chico fue el cabello suelto de la rubia.
Todos observaron sorprendidos la agilidad de Alissa, quien parecía apenas esforzarse, y con pena a Zacharias, a quien ya se le comenzaba a pegar el pelo a la frente.
— No aletees con los brazos, no eres un ave. Manténlos firmes o la espada se te caerá. — Dijo ella justo antes de esquivar otro ataque del tejón. Harto, intentó lanzar todo su peso sobre ella y atacar de costado, pero solo logró que la rubia volviera a esquivarlo y terminar dando un giro estúpido para luego caer al frío suelo de nuevo.

Esta vez las risas fueron insoportables, incluso sus amigos se reían, y su rostro enrojeció más que nunca.
— ¡Equilibrio! — Volvió a repetir la rubia, dándole la espalda y alejándose.