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Editado.

Aquella noche Alissa apenas pudo pegar ojo, y lo poco que pudo dormir lo hizo tan mal que su mal humor solo pudo aumentar

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Aquella noche Alissa apenas pudo pegar ojo, y lo poco que pudo dormir lo hizo tan mal que su mal humor solo pudo aumentar. No había forma o posición que lograra ayudarla a descansar; cada vez que cerraba los ojos el sonido de zapatos de Umbridge golpeando por los pasillos llenaba la habitación. O bueno, al menos así fue las primeras horas. Luego, probablemente atraídos por su frustración y enojo, llegaron los recuerdos de las discusiones con Malfoy, el golpe en la nariz que le dio esa misma noche, lo insistente del Ministro al negarse a aceptar el regreso de Voldemort, la traición de Luke, la alianza de Cronos con Voldemort...
No podía dejar de pensar en eso último; además de cargar con la posibilidad de una guerra inminente, ¿también tenía que cargar con la estupidez de un ministro asustado y una mujer con aires de grandeza?

Faltaba un buen rato para el amanecer cuando Alissa se hartó de intentar dormir; su cuerpo estaba tenso y le dolía a cada movimiento, además de que su cabeza pedía a gritos un buen golpe de agua fría. Así que se levantó, caminando de la forma más silenciosa posible hacia el baño, e intentó relajarse un poco llenando el lavabo de agua helada y hundiendo la cabeza en ella. Estuvo así un par de minutos, con los ojos cerrados y sin escuchar más que las ocasionales gotas que caían del grifo, dejando que su cabello se empapara, hasta que sintió cómo el dolor de cabeza remitía.

Sabía que si volvía a acostarse el dolor reaparecería, así que se cambió el pijama por el uniforme, se colocó la sudadera más grande que encontró en su baúl y salió a la sala común.

"Paz..." pensó, bajando los últimos escalones, pero inmediatamente su mirada se desvió al tablero de anuncios.



Dolores Jane Umbridge (Suma Inquisidora) sustituye a Albus Dumbledore como director del colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.

Esta orden se ajusta al decreto de enseñanza n.28°.
Firmado: Cornelius Oswald Fudge, ministro de magia.


Fue instantáneo; ni bien Alissa terminó de leer el cartel un florero en la esquina de la habitación explotó, llenando de trozos de cerámica los sofás a su alrededor y empapando la mesilla que tenía debajo.

En otra parte, más concretamente en las mazmorras y saliendo de la sala común de Slytherin con el cabello desordenado cayendo sobre su rostro, estaba Taehyung.
Llevaba un buen rato dudando si ir o no hacia la torre de Gryffindor, pero tras sentir cómo el mal humor de su amiga pasaba de uno pasivo a uno explosivo no lo dudó; saltó de su cama, se calzó lo primero que encontró y se internó en la oscuridad de los pasillos de Hogwarts.
Iba a trote, pero a cada paso su velocidad aumentaba; subía las escaleras de dos en dos y torcía en los pasillos casi al derrape, hasta que pudo sentir a lo lejos la presencia de su amiga.

Por su parte, Alissa ya se había alejado de la torre, caminando con un paso firme propio del enojo y sin rumbo fijo. No decía nada, pero internamente iba gritando.
¿Acaso todo el mundo era idiota? ¿Qué nadie se daba cuenta de lo que estaba pasando? ¡Un titan y uno de los magos tenebrosos más poderosos de la historia mágica se habían aliado! ¿Acaso no les parecía suficiente escusa como para dejar de comportarse como idiotas por un segundo e intentar frenar el caos que se avecinaba?

Recordó cómo Sirius y Snape habían estado a punto de iniciar un duelo en mitad de la cocina, cómo tuvo que frenarlos antes de que hicieran alguna estupidez. ¿Acaso ellos no veían lo que estaba pasando?

Luego la imagen de Umbridge sonriendo en DCAO le golpeó.
¿Qué buscaba esa mujer? No, mejor. ¿Que buscaba el ministro al ponerla cómo profesora de defensa? Era defendible, en cierta medida, que sus acciones fueran por el miedo de aceptar que Voldemort había regresado. Pero, ¿impedirle a los alumnos el aprender a defenderse adecuadamente? ¿Quién en su sano juicio creería que Dumbledore busca hacerse con el control del ministerio?

Alissa estaba a punto de explotar. Sentía que tenía que hacer algo. Si no lo hacía todo podría irse al tártaro, ¿no? Quienes amaba podrían morir, miles de personas podrían morir, millones si no lograban detener a aquella alianza maldita. Y ella no podía permitir que eso ocurriera...
No, no podía. Tenía que hacer algo, pero no sabía qué o cómo. Además, ¿por qué ocurría todo aquello? ¿Por qué tenía que estar constantemente cuidando su espalda de monstruos, semidioses o lo que fuera que quisiera matarla? ¿Por qué no podía simplemente dormirse sin tener pesadillas? Quizás visitar a su hermano y a su madre, Sally, y pasar primavera con ellos en Nueva York. O ir al bosque de Paimpont, a la casa de Jungkook y ver las esculturas de su madre, sin preocuparse por que una mantícora o cualquier otra cosa salga de entre los árboles.
¿Por qué no podía? ¿Por qué simplemente no...?

— Hey.

Alissa volteó de repente, sobresaltada, y se topó con unos ojos negros que conocía bien.
Taehyung estaba en mitad del pasillo, a solo unos pocos metros de ella, y sonrió sin mostrar los dientes.

— ¿Estas bien? — Preguntó él. Y Alissa, apretando los dientes, asintió. — Lo preguntaré de nuevo. — Suspiró el pelinegro, metiendo ambas manos en los bolsillos de su pantalón. — ¿Estás bien? — Pero no era el momento, no aún, y Taehyung se dio cuenta al ver a Alissa tironear los bordes de su sudadera, cómo si deseara romperla.
— ¡Estoy harta! — Vociferó ella, abriendo los brazos. — ¿Es que acaso nadie se da cuenta? ¡Hay pura mierda allá afuera! ¡Pura mierda que busca acabar con todo! ¿Y qué hacen? — Hizo una pausa. — ¡Giran la cabeza! Por que claro, es más importante complacer las estupideces de un ministro cobarde. ¿Quien carajos piensa que es buena idea que los jóvenes no aprendan defensa? ¡Va, no existe Voldemort, es una leyenda urbana! Pero sigue habiendo gente mala allá afuera, siguen habiendo magos a los que no les importaría matar para obtener lo que quieren. Por los dioses, ¡Sigue habiendo monstruos! — Exclamó, señalando las grandes ventanas a su lado.

Taehyung miró, apacible, hacia donde señalaba y vio el lago negro, tan calmo cómo siempre y con la luna reflejando sobre él. Luego volteó de nuevo hacia su amiga, con una sonrisa triste, y dijo:

— Así cómo sigue existiendo el miedo.

Alissa negó, variando su peso entre un pie y el otro; conocía esa sonrisa, era una sonrisa de reproche y siempre que se la dedicaba era por que estaba guardándose algo. Pero ella no se estaba guardando nada, ¿cierto?, no evitaba hablar de ningún tema, simplemente estaba enojada.

— ¡Eso no es excusa! No pueden condenar a los demás por su miedo. — Soltó, intentando evitar su mirada. Pero era imposible; tuvieran el color que tuvieran, los ojos de Taehyung siempre la encontraban.
— Claro que no es excusa. — Asintió él, avanzando lentamente hacia Alissa. — Pero tampoco algo fácil de evitar. El miedo nos hace ser irracionales, impulsivos. Nos hace equivocarnos. — Hizo una pausa. — El miedo nos hace humanos.

Y eso Alissa no pudo negarlo, lo tenía muy presente, pero igualmente le enojaba.
Aunque, bueno, eso también era humano, ¿no? Frustrase, sentir impotencia por algo que normalmente estaba fuera de tu alcance.

— Ya, y ahora me dirás que Umbridge es humana y por eso hace lo que hace. — Bufó.
— No, no sé que sea ella, pero no creo que califique ni para la categoría de bicho. — Lo dijo tan tranquilo y tan de repente que la rubia no pudo contener una risa.


Hubieron unos cuantos segundos de silencio, donde ambos se miraron, y luego Taehyung alzó ambos brazos, sonriendo de la misma forma que sonreía cada vez que Alissa tenía una pesadilla y él aparecía en la cabaña.

Mundos Mezclados (PJ + HP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora