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Pov Sesshomaru:

Verlo en ese estado me rompe el corazón, y todo es mi culpa, todo por no poder controlar mis bajos instintos y haber pensado con la cabeza fría.

- Inuyasha- le llamé con una voz suave tratando de no asustarlo.

- ¿Qu-Que quieres?

- Vengo a disculparme por mis actos, estaba desesperado y no me puse a pensar en tus sentimientos.

- Pues lo hubieras pensado antes.

- Inuyasha de verdad que me arrepiento- me arrodille al lado de su cama y este se viro un poco- No sabes cuánto me arrepiento, si hubiera algo que pudiera hacer para obtener tu perdón dímelo.

Se sentó en su cama y me miró decidiéndose si perdonarme o no hasta que soltó un suspiro.

- Tengo unas cuantas condiciones- soltó de repente haciéndome muy feliz- Número uno: me comprarás dulces todos los días, número dos: solo podrás tomarme de la mano y besarme, número tres: si quieres abrazarme deberás pedirme permiso y número cuatro: estas castigado dos meses; ¿alguna objeción?

Negué con la cabeza e Inuyasha acepto satisfecho, dos de esas condiciones van a ser difíciles de cumplir, pero si con eso logro que me perdone lo haré.

Pov Inuyasha:

No pensaba perdonarlo tan fácilmente pero cuando se arrodilló supe que iba enserio, así que decidí mantenerlo un tiempo en prueba a ver si es verdad lo que dice. Unos fuertes golpes en la puerta nos alertó seguido de una voz de mujer.

- SESSHOMARU ABRE LA PUERTA- gritaba como loca Aome mientras golpeaba el pobre trozo de madera- NI SE TE OCURRA HACERLE ALGO A INU O TE CASTRO.

De acuerdo ya me cansé de tanta gritería, ni que fuera una damisela que lo único que hace es esperar en la torre a que vengan a rescatarla. Le quite el seguro a la puerta y la encaré.

- Podrías bajar la voz, me estás provocando dolor de cabeza.

- ¿Inu estás bien?, ¿no te hizo nada?

- Primero que nada se defenderme, segundo, ¿porque no habría de estarlo?- Aome me miraba por todos lados viendo que estuviera bien y después a Sesshomaru con cara de pocos amigos.

- ¿Que fue lo que pasó?

- Me pidió una segunda oportunidad y se la di.

- ¡¿Queee?!

- Tranquilízate si, le puse varias condiciones para ver si de verdad está arrepentido.

- A bueno, a lo que venía, ¿puedo traumarlo?

Mire a Sesshomaru que tenía pánico y después a Aome que le brillaban los ojos- Adelante.

- Jijiji...¡Sango lazalo!

Gritó Aome y la mencionada apareció con la soga lazando a Sesshomaru como ganado en un rodeo; se lo llevaron arrastrando de mi cuarto, cerraron la puerta y se lo llevaron a donde sea que lo fueran a traumar, las dejé hacerlo porque si no les dejaba dar su sermón lo más seguro es que el traumado fuese yo, y no me perdonarían si no las dejará actuar como hermanas superprotectoras; me puse los audífonos a ver una serie que me baje por internet y me desconecté del mundo exterior.

Mi vecino, mi amor secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora