Capítulo seis

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Ya llevaban unas cuatro horas de clases cuando unos golpes en la puerta hicieron a Louis parar de relatar la historia de Romeo y julieta, la cual les estaba gustando a los niños.

—Si...adelante.

Una doncella de pelo rubio apareció entonces al abrirse la puerta.

—Oh disculpe maestro pero Greta me ha ordenado que le avise a usted y a los niños que ya está la comida.

—Ok gracias...ahora mismo iremos—dijo Louis sonriente.

Tras cerrarse la puerta, los niños cerraron sus libros y cuadernos y se estiraron mientras soltaban gemiditos de gusto.

—Bien niños...seguiremos después con la historia ¿De acuerdo?.

—Siiii—contestaron todos al unísono.

Acto seguido Peter levantó su mano pidiendo la palabra, la cual el omega ojiazul le cedió gustosamente.

—Señor Tomlinson...¿Usted podría pedirle a nuestros padres que alguna vez nos dejasen salir a jugar a la playa y así poder ver el mar?

Louis los miró asombrados.

—¿Nunca habéis visto el mar?.

Los tres niños negaron con sus cabecitas.

—No— habló Candy—nunca salimos a ningún lugar...todas las otras institutrices anteriores nos prometieron hablar con papá y mamá pero nunca lo hicieron.

—Ah ¿no?.

—Bueno —dijo entonces el mayor—es que cuando tenían delante a mi madre temblaban de miedo y delante de mi padre no dejaban de suspirar.

—Tú si nos ayudarás ¿verdad?—preguntó James.

El omega asintió conmovido ante las caritas de pena de los tres infantes.

—Haré lo que pueda, ¿De acuerdo?...y ahora vayamos a comer o Greta vendrá a buscarnos y nos llevará de las orejas—bromeó.

Todos rieron y contentos salieron por la puerta hacia el comedor donde una mesa muy arreglada con enseres muy finos los aguardaban.

La comida transcurrió en silencio pues la seria ama de llaves a un lado de la habitación vigilaba todos los movimientos del omega y los pequeños.

Louis se sintió observado e incómodo todo el tiempo y miraba con lástima a aquellos maravillosos niños, los cuales vivían en una total y estricta conducta, en la que ni siquiera podían reírse o charlar durante la comida expresando su libre albedrío.

Luego del tiempo destinado a llenar la panza, los tres niños debían subir a sus habitaciones y tomar una siesta obligatoria de unas dos horas, tiempo en el que el omega ojiazul aprovechó para ordenar sus ideas y preparar una estrategia e intentar así, convencer a los alfas de que diesen un poco más de libertad a sus hijos y menos autoridad a la ama de llaves.

Tenía que armarse de mucho valor para ello y elegir muy bien sus palabras ante Harry y su esposa pues si cometía cualquier falta que no gustase a estos, no tan solo podía acabar despedido sino que también mal parado si desataban su furia contra él.

El resto de la tarde pasó muy rápido pues Louis decidió dar un respiro a los niños a modo de secreto y permitirles jugar a lo que quisieran.

A los pequeños les costó decidirse, ya que no estaban acostumbrados a eso y los cogió desprevenidos pero enseguida decidieron usar su imaginación e inventarse un entrenamiento con lo que tenían a mano.

Rieron, cantaron, hablaron y hasta le agradecieron a Louis el ser así con ellos, pidiéndole que por favor no se fuese nunca de su lado.

Luego de las clases llegó la hora de bañarse, poner el pijama y cenar para irse a dormir, el omega les ayudó en todo el proceso aunque siempre bajo la supervisión de la ama de llaves.

Ya en la cama, Louis les leyó un cuento y los tres niños se quedaron dormidos enseguida, entonces este bajó a la salita de estar y leyendo un libro que cogió en la librería, esperó paciente la llegada de los alfas.

Harry llegó cerca de las once muy cansado y algo malhumorado pero nada más entrar por la puerta principal fue como si sus fuerzas y su alegría volviesen nuevamente.

—Buenas noches señor Styles—saludó  la atenta ama de llaves.

—Buenas noches Greta...¿Qué tal todo?.

La omega cogió el maletín y la chaqueta del alfa y acto seguido los colocó en su sitio.

—La señora todavía no ha regresado de la oficina y los niños ya están dormidos señor.

El ojiverde asintió conforme y entonces se dirigió a la biblioteca, mientras que seguía disfrutandodel peculiar aroma de canela casi disipado en el ambiente.

—Ah señor...el maestro quiere hablar con ustedes.

—Ah ¿si?, ¿Dónde se encuentra él?— preguntó Harry deteniendo el paso.

—En la salita de estar, señor.

—Ok, gracias Greta puede ir a descansar.

—Gracias, señor...hasta mañana.

—Hasta mañana, Greta.

El alfa ojiverde cambió su rumbo hacia donde se encontraba el omega ojiazul y al llegar encontró a este dormido con el libro entre sus manos.

Harry sonrió sin apenas darse cuenta y sigiloso se acercó a este intentando no despertarlo.

Louis dormía profundamente y el ojiverde casi sin percatarse fue arrastrado por una fuerza que lo llevó a olisquear el pelo de este, llenando así sus pulmones.

—¿Quién eres pequeño omega?...¿Por qué tu aroma me atrae tanto?—dijo en voz baja.

El sonido de la puerta principal lo alertó, por lo que este se apartó rápidamente y algo aturdido salió de allí hacía la puerta principal pues su esposa acababa de llegar a casa.



15. Aroma De Canela-L.S (Omegaverse), TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora