Capítulo veintisiete

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Louis estaba decidido nuevamente a seguir adelante con su vida pero estaba sin trabajo y no sabía como demonios hacer para encontrar uno que no le recordaste a cada rato lo desdichado que era.

Pateó las calles una vez más dejando su currículum y preguntando en los negocios donde requerían un empleado pero no tuvo suerte, hasta que finalmente cuando ya había perdido toda esperanza recibió una llamada.

—Señor Tomlinson, soy Simón Cowell, de Cowell's Internacional Company.... quisiera que nos reuniesemos porque tengo un puesto que ofrecerle...le mandaré por mensaje la hora y la dirección del lugar donde quiero que nos veamos.

—Oh si, genial...claro señor, gracias.

Luego de eso, Louis aguardó con ansias el mensaje y cuando al fin lo recibió, besó el teléfono contento y esperanzado.

Finalmente llegó el día y la hora fijada, así que el ojiazul se pudo su atuendo más formal y se dirigió al lugar y para ello decidió coger un taxi pues no lo conocía.

Cuando llegó, pagó al taxista y luego se bajó, aquel era un lugar apartado en el que había tan solo una decena de casa por lo que le pareció extraño pero aún así caminó con decisión.

Luego de unos minutos llamando al timbre de la edificación señalada sin hallar respuesta, el omega escuchó que un vehículo se estacionada tras él.

—Oye muchacho, acercate...¿puedes ayudarme con esta dirección?—habló un hombre desde el lugar del copiloto de una furgoneta negra, portando un trozo de papel en sus manos.

Louis asintió y caminó hasta el vehículo y justo cuando iba a coger la dirección para leerla y ver si podía ayudar, el portón trasero se abrió y unos fuertes brazos tiraron de el hasta el interior.

Rápidamente los ojos y la boca de Louis fueron tapados junto con su nariz pues un paño con cloroformo, fue puesto para dejarlo inconsciente.

La furgoneta salió a toda prisa de allí y condujo varios km hasta una casa en medio del bosque, una vez allí, los hombre bajaron al omega y lo llevaron al interior de la casa donde lo dejaron encima de una gran cama.

Una hora después, el omega se despertó y se quitó las mordazas, asustado corrió a la puerta y comenzó a golpearla.

—¡Abran la puerta!, ¿Por qué estoy aquí?, ¡Abran!, ¡Dejenme salir!—gritó fuertemente.

El manubrio se movió y entonces el ojiazul se apartó.

—¡Cállate estúpido!, ¿Acaso quieres que te golpee antes de comenzar el juego?—gruñó un alfa mal encarado muy trajeado entrando en la habitación.

—¿Ju-Juego?, ¿Qué juego?, ¿Quién es usted y que hago aquí?— preguntó Louis caminando hacia atrás.

—Unos amigos, tu y yo jugaremos un rato...tranquilo lo pasaremos bien.

—Dejeme ir, se lo ruego...yo no puedo estar aquí...esto es una equivocación.

El alfa rió.

—No querido Louis, esto no es una equivocación...es exactamente a ti a quien queremos para divertirnos...cuando terminemos contigo...bueno, no necesitas saber nada más.

El alfa se giró y volvió hacia la puerta, lugo salió y la cerró con llave.

El omega ojiazul estaba aterrizando.

—Oh Dios mío, ¿será este el hombre que ha estado intentando matarme? Pero ¿por qué?, ¿De qué me conoce?

Louis comprobó la ventana pero esta estaba tapiada, recorrió la habitación buscando algo para intentar abrir la puerta pero fue inútil pues no había nada.

Su alma cayó al suelo cuando al abrir un cajón de la mesita se encontró con infinidad condones, en otro había lubricantes y en el último esposas, consoladores, bridas, un latigo y otros accesorios eróticos.

—Oh señor...no permitas que ese hombre me viole...por favor por favor— suplicó al cielo.

De repente cayó en la cuenta de que aquel hombre era el mismo de la furgoneta y que había hablado de sus amigos, entonces el omega se dio cuenta de las intenciones definitivas de todo aquello.

El tipo mal encarado y sus amigos pretendían usarlo como juguete sexual para sus más oscuras perversiones.

—Oh Dios, no... eso será peor que  morir—El omega rompió a llorar—oh Dios...oh Dios...

Nuevamente el pestillo de la puerta se abrió y dos tipos encapuchados que parecían ser betas, lo agarraron y mientras uno lo sujetaba fuertemente el otro sacó una jeringa de bolsillo de su chaqueta.

—Llegó la hora muñequito...esto te ayudará a disfrutar más del juego.

—Noooo....alejate....nooooo....noooo...

Cuando estos terminaron, se salieron dejando al ojiazul tendido en la cama, el cual en pocos segundos empezó a notar los efectos del narcótico que le habían administrado.

Poco después, tres trajeados alfas entraron siguiendo al que lo había organizado todo.

—Bien amigos...aquí está el juguetito que os tengo preparado para que juguemos hoy.

—Vaya te felicito Simón, ¿dónde lo has conseguido?, es una preciosidad—dijo uno de ellos relamiendose.

Cowell sonrió maliciosamente.

—Es el regalo de alguien muy querido pero dejemos ya la charla comencemos.

—Oh si, es exquisitamente hermoso—dijo otro muy excitado.

—Es deliciosamente delicado y no puedo esperar a probarlo—dijo el último desabrochandose la camisa.

Los cuatro alfas se desvistieron y se subieron a la cama.

—De-Déjenme....de-déjeme...y-yo no soy un j-juguete—balbuceó el omega al sentir las manos de los alfas manoseando su cuerpo.

—Tranquilo pequeño...esto va ha gustarte mucho, ya lo verás... lo vas ha disfrutar tanto como nosotros...

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Os dije que os preparaseis para lo que venía....el que avisa no es un traidor.

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15. Aroma De Canela-L.S (Omegaverse), TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora