La Cárcel

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Mientras la sangre besa mi alma, las abejas carnívoras  saborean la grasa de los costados de mi espalda y cintura, el sol me sumerge en rayos de magnífica luz, y las cucarachas desfilan la caza con rectitud y desconfianza; siento la brisa acariciar con frescura mis hombros y el sentimiento alertando mi energía que empieze a correr. Pero no siento que haya una diferencia entre las puertas de madera barnizada y las que exhalan humo.

El coro canta despiadamente el camino y la elección, más la inmoral articulación de indiferencia siendo la doctrina.

El sonido dramático nos recuerda la melancolía que el padre intentó hacernos olvidar... Pero satanás siempre a sido la mentira verdadera de la inocencia. Y aún que es emocionante, no creo que esta epifanía siga tapada con gran contento.
Los años pasan y pasan pero nunca he deseado estar en otra parte mas que en el bosque.

La bala me ha atrapado de pellejo en el cerebro y a detenido la hemorragia, mi cerebro intenta ser un buen esclavo a sus órdenes. Pero la ostentosa era no ha abolido legados humanos, ni oráculos.

Acudiré al preso y condenado  Edipo Rey, como una imagen del recuerdo mundial.
Le pediré a Jane Austen de su creatividad para acabar con imaginativa tristeza falsa.

Paramos en la carretera cerca de 60 kilómetros por excesiva velocidad y Jacob sale corriendo. Mientras que ambas miradas se posan en mi con un tono autoritario, flexióno mis muslos cerca del borde más cercano. Sintiendo un tirón en los músculos de ambos brazos y soy rehén de un par de esposas atadas en las barras del auto.
Finalmente ambas figuras se esfuman, y siento energías extrañas golpear violentamente mi pecho para atravesarlo.

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Me despierto al sentir unas manos acariciar mis párpados, y deslizarse dentro de mí arañando  con sus garras todo a su paso. El miedo dominante me hace creer que mi cerebro no es capaz de mover un solo dedo, pero mis pulmones aletean en busca de oxígeno cuando se roba este.  Finalmente esas ᴘᴇʀsᴏɴᴀs   se van rendidas por no lograr la misión.

Grito tras rejas Desesperado por salir, y la  encargada abre robóticamente. Dentro de sus pupilas puedo ver el reflejo aterrado de mis hermanos. Y cuando junto el valor de mi orgullo para agradecerle, desaparece su figura apenas va a la mitad y la puerta se cierra tras de sí.

ΧειριστείτεDonde viven las historias. Descúbrelo ahora