La música comienza, mis caderas se mueven, siento mi alma liberarse con cada latido, y a su vez, ser arrastrada por la melancolía de días aquellos. Sin embargo, con todo mi ser deseo vivir y concentrarme en la luz. Pero en una persona tan oscura, de coeficiente intelectual tan bajo, de mente trastornada, con constante frecuencia de ideas suicidas rondando al movimiento determinante, es una ridiculez pensar que de algo me sirva lo que sea.
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Mientras más leía, mi cara más se contraria de asco y exasperación, por que no importaba cuanto intentará entender tal pensamiento, jamás entendería ni justificaría tal fascismo.
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No tendría nada que ver, pero cada vez pensaba más en el suicidio, cada vez pensaba más en poder morir con algo de paz, cada vez creía más que la muerte era aveces... hermosa.
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Todo pasaba por mi cabeza. Quería hablar conmigo misma como de costumbre, más las ideas venían con diferentes direcciones sin descanso. Me encantaba la sensación, pero siempre quería llegar a un límite más de la euforia libertina. El deseo de correr y la intensa emoción de euforia, me hacían dar saltos mentales con medios pasos en el campo de telentransportacion en mi mente. Y aún que sabía que sí todo estado de ánimo sube, baja o puede cambiar en unos segundos ; me sentía terriblemente viva, con el gran deseo de correr improfesionalmente hasta que mis músculos pidieran a gritos un descanso. Tan viva que sabría que la caída dolería vacía, pero ahora y sólo por ahora, quería sentirlo resplandeceder en mi alma como una liberación de felicidad.
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