Carta 61

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Las espinas sobre mi piel abierta, la gotas de sudor en mi cuello y rostro, el desgarre interno en el órgano vital, el rostro contraído, y aún así me veias de pie. Pero, yo ¿realmente estaba de pie? O, ¿solo no había caído... ?  Ubicada  muy abajo de estas milenarias capas de tierra.
Desde que nací conocí el suelo y me aferre a él para no morir, desde el suplique y me contraje por las fuerzas ejercidas sobre este. Desde mis primeros pasos no lo supe, pero ahí estuvo apuntó de jugar y enseñarme lo que era el miedo y la inseguridad ; en las constantes comparaciones con 'mis' "projenitores sanguíneos" , en los envenenados pasteles—no importa su cremocidad ni su dulce núcleo, sigue estando envenenado— que eran los halagos superficiales, en las presiones que creaban insegurisando mis ideologías, en cada paso que viví el pesado respirar y la asfixia se hacían/se hacen cada vez más grandes. Y solo hoy soy capaz de darme cuenta de que no tenía motivos para odiarme ni agredirme psicológicamente. Por que quiero verme al espejo con amor, no necesitar de él para saber que estoy bien siendo yo físicamente, amar ese reflejo precioso en el peso y número de rollos que sea, con los bellos y estrías que sea, mejor por mi y a pesar de mi.

Incluso con un ficticio suicidio, me era imposible superar y olvidar el hecho que existía y avanzaba casa día. Cada día mientras yo tomada un té, mientras leía, mientras dormía y respiraba, mientras reía y lloraba, cada día sucedía... Así que más solo podía intentar vivir con él hecho, el hecho que era no haber podido ser de ayuda o alivio a esas emociones que sentiste y te llevaron a eso. Y si, quizás el suicidio se podría considerar terrorismo, una antítesis, muchas cosas. Pero pienso que mucha gente no tuvo control alguno más que la desicion final de suicidarse, y no se si quería que no lo tuvieran. Por que aun que sea horrible tal forma de.... Eso. No lo sé, hace sentir como la mierda saber que tienen tal poco control sobre sus vidas . Quitarles ese alivio, no soy quien para eso.

Por lo que en un café del Central Perk o en Pakistan, cada paso que dé quiero hacerlo consiente de sus vidas y experiencias; una forma que me lleva a un abismo con mi propia existencia, pero una más consideraba de permitir que no se les olvide. Así que, si puedo, intentaré hacer su vida una más digna y mejor.

Por más que me sienta indiferente de la sociedad y lxs individuxs que la componen, no quiero hacer aquello y de la forma en que lo hicieron.

Atte. Bell

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