En verdad, quisiera encontrar algo de rumbo antes de terminar mis años en la penitenciaria educativa.
Veo los rayos de sol con el anhelo de sentirlos en mi piel, con «la briza callada del momento», en una profunda y tranquilizadora soledad. Un brindis de paz y seguridad dentro de mí pecho. Tales deseos son las cosas más puras que he deseado en mi asquerosa vida, tales deseos se llevan y posicionan como pequeñas olas en mi sonrisa; en esa cuando sientes cosas a un nivel natural que jamás alcanzaría lo material, en donde sientes los placeres de vivir, en la que estás en un nivel medio, en la que sonríes sin agobio, en la que sientes que las dudas de vivir por un momento se callan, en la que apenas se va el momento te sientes feliz y nostaligica casi de inmediato... Esas cosas que le brindaron un sentido a lo humano, que por un momento disiparon las dudas sobre los latidos conscientes.
Aquellas cosas de la vida se fueron, pero en mi mente siguieron presentes como recuerdos que apreciaría cuando la vida se tornará asquerosa. Por que esos eran mis recuerdos felices, con los que aprendí de la felicidad y extrañarla.
En la calle caminaba a paso lento y algo torpe, mirando a instantes el suelo como una respuesta y el cielo como un consuelo. El guardará mis dudas y preocupaciones. Intentaba pasar por alto las miradas de los buitres, después de todo no importaban sus miradas ni sus opiniones. Desde esta distancia no podía juzgar su maldad ni su bondad, si la tenían o no. Desde aquí sólo eran personas compartiendo opiniones inmediatas y conversaciones triviales. Almenos desde aquí el tendria menos acciones en su sistema, si de todos modos no probaría la taza de café al menos tenía un punto a su favor.