La vida es dura. Y aveces cuando parece que todo sale mal, no ocurre un golpe de suerte ni una mano de ayuda; todo sale peor y peor. Quizás días o semanas, noches sin dormir, días interminables, respiraciones llenas de ansiedad, suspiros sobrados de pesadez, ahogos existenciales, incomodidad excesiva a casi todo, ansiedad social inacabable, temores cotidianos, y aún así todo se ve acabado. E incluso después de caer más veces de las que tu mano permite contar, sigues en el piso cansado de esforzarte por vivir. Y, llega el día en que ves tu muerte cerca, te vez a ti practicando formas de obtener ese descanso de estar vivo. Por que no siempre es luchar y obtener lo que deseas, ser recompensado . Y solo eres tu que se quedó a sobrevivir de tus mediocres intentos, en el cual un día te diste cuenta que no sería como los libros, y aun así, sonreíste por ser capaz de haber conocido ese libro y haber tenido la capacidad de sentir. Por sacar fuerzas de donde no había para poder seguir viviendo, por que aveces hay días en lo que nisiquiera sabes por qué vives
y no lo deseas siquiera. Se trata de tu camino, no de otras personas. Se trata de caminar sola y en compañía y saber que estarías bien de cualquier forma. Se trata darte cuenta que no eres perfecto e intentar vivir con eso. Se trata de que no haya un límite de tiempo para que llegue algo, ni que está en la fuerza de Dios. Por que no hay un dios, hay un universo y galaxias, y la luna siempre presente incluso si no eres capaz de verla.