Una historia de amor diferente

Segundo año de las gemelas Mcgonogall

Luego de esa visita sorpresa de los amigos de Cassandra, Sam estuvo enojada todo el tiempo, empezó a contestar mal y a pasar el día entero encerrada en la mini biblioteca que tenían.

Las clases comenzaron. La primera noche, Samantha estaba junto a sus compañeras de cuarto

-¿Sabes hablar español?-preguntó Martina a Sandra

-Por supuesto que sí, boluda-dijo, no teníamos ni idea de que había dicho

(N/A: cuando la letra este "así" es que Sandra está hablando español)

-¿Podrías enseñarnos español? Así sería como nuestro lenguaje secreto-dijo Samantha emocionada. Podrían hablar en español y nadie las iba a entender, podrían hablar de lo que sea sin ser descubiertas. Sandra acepto y esa misma noche empezó a ayudarlas con las palabras más fáciles. Acordaron que todas las noches iban a practicar hasta que les salga un español fluido.

Mientras que en el caso de Cassandra la primera noche en Hogwarts la pasó planeando bromas con sus amigos.

-¡Será épico!-dijo, emocionada, Cassie que estaba en el cuarto de los chicos, probablemente se quedaría a dormir ahí, ya tenía su colchón que los cuatro chicos le tiraban para que pueda dormir.

-Estas hablando de nosotros, por supuesto que será épico-dijo, de manera arrogante, Sirius haciendo reír a todos sus amigos. Luego de eso, Cass le contó a sus amigos de la actitud rara que tenía su hermana desde que ellos la habían ido a visitar, sus amigos le aseguraron que no era nada, pero ella no estaba muy convencida.

Al día siguiente empezaron las clases para todo Hogwarts, por lo tanto, las gemelas iban de aquí para allá de clase en clase. En cada recreo que tenían, Cassie se iba a hacer bromas mientras que Samantha se juntaba con Martina y Sandra para seguir estudiando español, obviamente la argentina había hecho unos pergaminos dónde les anotó las palabras más comunes, como se pronunciaban y algunas conjugaciones. Las de nacionalidad inglesa les costaba bastante pero no iban a rendirse, aprenderían ese idioma como sea.

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Minerva estaba corrigiendo trabajos, el de Cassandra apenas si contaba con lo necesario, en cambio, el de Samantha se excedía dos pergaminos de lo pedido, aunque los dibujos de como había que mover la varita era lo que más ocupaba. Aún haciendo trabajos tan cortos, Cassandra era la mejor en su clase junto a su grupo de amigos, a Samantha le costaba un poco más que a su hermana.

Llegó la noche y fue al cuarto que compartía con su esposo, al llegar lo encontró dormido, ella sonrió y se acostó cuidadosamente a su lado, pero él despertó enseguida, asustado, al ver a Minerva a su lado, la abrazó fuertemente, como si su vida dependiera de eso

-¿Todo bien?-preguntó Minnie a su esposo

-Sí, solo una pesadilla, creo que comí demasiados caramelos de limón-susurró Albus haciendo que su esposa riera

-Sabes que cuando comes muchos caramelos de limón te dan pesadillas-rió su amada esposa

-Pero son muy ricos y voy a seguir comiéndolos-aseguró y su esposa volvió a reír, ambos se acostaron, Minnie apoyo su cabeza en el pecho de su esposa y quedó plácidamente dormida

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Samantha estaba revisando el pergamino que Sandra le había dado

-Hola cómo estás?- practicó un par de veces más hasta que le salió. Poco a poco iban progresando.

Cassandra estaba acostada en el colchón que sus amigos tenían para ella, afuera la luna llena estaba saliendo, se asomo a la ventana y vio una sombra moverse en el jardín, tomó un telescopio que usaban para ver las estrellas y vio que eran Madam Pomfrey y Remus. Agarró un abrigo y rápidamente corrió hasta llegar a ellos. Por suerte al haberse criado en el castillo, lo conocía como la palma de su mano, podía moverse y llegar rápidamente a cualquier lugar

-¡Remus!-gritó cuando estaba a unos metros, él se giró asustado

-¿Que haces aquí?-preguntó y atrás de ella venían los otros tres-¿Que hacen aquí?

-Nosotros solo la seguimos a ella, salió corriendo y nos asustamos ¿Que haces tú aquí?-preguntó James

-Nada, vayan tranquilos, mañana hablamos bien-dijo apurado, debía llegar rápido a la casa de los gritos

Casandra lo observó bien, las cicatrices brillaban a la luz de la luna llena, como Remus miraba la luna y a ellos, y ahí lo entendió todo

-Hombre lobo-susurró la pequeña Mcgonagall-¡Eres un hombre lobo! Las cicatrices, desapareces en luna llena, tus cambios de humor cuando llega la luna

-¡Si, tienes razón! ¡Deben irse antes de que me transforme!-gritó y rápidamente calmó al sauce boxeador y se metió dentro.

Los cuatro chicos volvieron al cuarto, pensando en todo lo que habían descubierto. Al día siguiente fueron a la enfermería a ver a Remus

-No nos molesta, es más nos parece cool-sonrió Sirius mientras se sentaba en la camilla mirando al castaño, luego pasaron la mañana juntos haciendo reír a Remus.

Hola Hola.

Acá en Argentina ya es de noche y no puedo dormir, así que aquí estoy escribiendo jajaja

Bye bye