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Despertarme sabiendo que ya no tengo a esa persona especial en la oficina esperando por mí es tedioso, aburrido. Absurdo, estúpido.

En fin, no pienso ponerme a pensar en todas las inútiles razones por las cuales no quiero levantarme de la cama. Tan solo espero que ésto pueda terminar cuando antes.

No ha sido fácil para mí saber que voy a trabajar para el hijo del dueño, para el gran Ruggero Pasquarelli. Tras stalkearlo como una maniática, he descubierto quien es.

Ruggero Pasquarelli Ferrigno es el hijo primogénito de la familia, detrás de él viene Leonardo Pasquarelli, quien con tan solo veintidós años de edad, ha logrado más cosas que yo en la vida. Tienen una hermana adoptiva, se llama Gema Pasquarelli, y es la mujer más preciosa que he visto en mí vida.

Según se, llegó a la familia con cinco años de edad luego de que sus padres, antiguos trabajadores de la familia, fallecieran en un fatal accidente. Desde entonces forma parte de la familia, y es una de las herederas.

Pero, sin duda alguna. Quién sí se lleva el crédito de todo, es Ruggero. El gran heredero de las industrias Pasquarelli.

Leonardo y Gema heredarán el resto de negocios, pero Ruggero, definitivamente será quien se lleve la mayoría de la fortuna.

Es él quien dentro de poco dejara de ser el vicepresidente para ser el presidente y único dueño de las industrias hoteleras más reconocidas de todo Europa y parte de América, Asia y África.

Es que esa familia se pudre el dinero.

Y si, estoy tan informada como debería estarlo.

Se que en la empresa han comenzado a trabajar dos de los mejores amigos de Pasquarelli. Y eso no lo supe por stalkeadora, sino por Giovanna.

Esa mujer está loca, piensa que el italiano que ahora es su compañero de departamento financiero, se enamoró a primera vista. ¿Pero qué ha creído ella? ¿Que estamos en medio de un cuento de fantasías?

Si es así, quiero tener muchos millones de dólares en mí cuenta para dentro de cinco minutos. Nada me haría más feliz ahora mismo.

Dispersando todos mis pensamientos, me siento obligada a sentarme contra el respaldar de la cama mientras busco mí teléfono. Perfecto, cinco en punto de la mañana.

Y eso significa que estoy a tiempo de cumplir con toda mí estricta rutina.

Así que, levantándome de la tediosa cama, me veo obligada a entrar a la ducha luego de haberme despojado de mí cómoda pijama. Odio mí vida, de verdad que la odio.

Pero esta soy yo y éste, es el destino que me tocó.

¡Genial!

¿Verdad?

Cuarenta minutos más tarde me encuentro en la cocina cortando un buen trozo de manzana. He leído que es mejor energizante que el café cargado.

Así que nada pierdo con intentar, al contrario, gano, y gano mucho.

Estoy terminando de maquillarme cuando Giovanna entra a la sala interrumpiendo mí concentración. Y por ende, mí delineado terminó siendo lo más desastroso de la vida.

Malditas leyes de presentación que la empresa exige.

¿Que no existe el día de las pijamas?

—Lo siento, amiga —la rubia se apresuró a limpiar el desastre torpemente— No me fijé que estabas tan concentrada, pero es que quería recordarte que hoy es la junta de bienvenida para Pasquarelli y tienes que estar en la empresa más temprano de lo acordado.

1| El verde de sus ojos; Tristes Miradas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora