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Quiero salir de aquí, quiero comer, beber algo e irme a la cama luego de un desastroso día y simplemente no quiero seguir llorando a escondidas en el baño cada quince minutos. Terminé con Ruggero y las cosas no se sienten como se deberían sentir.

No siento que he tomado la decisión correcta, es todo lo contrario y tengo muchas ganas de asesinar a Ruggero por ello.

Él es un idiota, se acostó con Karla y le contó mi pasado como si no valiera nada. Le dio la oportunidad de burlarse de mí, y no me gusta. Lo detesto.

Detesto que haya estado intentando contactarme durante toda la mañana sin descanso alguno, y detesto aún más la cínica sonrisa de la chica estúpida cuyo nombre no voy a nombrar por respeto a mi dolor. Estoy acabada, sumamente acabada y no sé qué hacer.

Cuando el reloj marca la una en punto finalmente respiro con alivio y me dedico a recoger mis cosas para marcharme de este maldito lugar. Voy a ir a almorzar con Giovanna, Agustín y Pasquale y luego voy a hundirme en mi miseria mientras veo películas románticas que me recuerden lo desafortunada que soy en el amor.

Y sí, antes de que alguien más lo piense, soy un verdadero cliché andante.

Cuando salgo de la oficina puedo ver a Ruggero discutir con Karla en el escritorio de esta, ella asiente y teclea en su teléfono antes de decirle algo que él acepta más que encantado. ¿De qué carajos están hablando ahora mismo?

Admito que ahora mismo lo único que quiero es acercarme a ellos y decirle a Karla que ni siquiera respire cerca de Ruggero. Pero he acabado mi relación con él así que de alguna manera ya no tengo derecho sobre nada.

─ Karol, querida. ─ confundida di media vuelta.

─ Señora Pasquarelli. ─ saludo confundida. ─ Eh... Ruggero está por ahí. Y yo tengo que irme.

─ No, quiero hablar contigo. ─ demanda ella y yo suspiro. ─ Ahora.

─ ¿Mamá? ¿Qué haces aquí?

Ruggero se acerca a nosotras y yo retrocedo un poco evitando mirarlo más de lo debido, solo quiero llorar por ahora. Nada más que eso.

Antonella sonríe abiertamente y le explica a su hijo que ha venido para hablar específicamente conmigo y eso me pone demasiado nerviosa. No estoy lista para nada de esto. Para absolutamente nada.

Es decir, Antonella es la madre del hombre que fue parte de la relación más corta que he tenido en la vida, y bueno, es extraño tener que hablar con ella.

─ Bueno, no te molestamos más, hijo. ─ musita ella dándole un fraternal beso. ─ Ella y yo vamos a comer, te veo en la tarde.

─ Bien, cuídate.

Ruggero ni siquiera me mira, solo se despide de su madre y cuando Antonella toma mi brazo llevándome hacia el ascensor pienso que todo esto es extraño. ¿De qué quiere hablar conmigo?

En silencio llegamos hacia el estacionamiento en donde buscamos un lindo auto en el que no tardamos en subir para que luego Antonella me informe que almorzaremos en su casa. Y que tengo evidente permiso para que avise a Giovanna y los chicos que no almorzaré con ellos.

Cuando ella estaciona frente a una enorme casa, trago saliva nerviosa y ella solo sonríe bajando del auto e invitándome a hacerlo. Vaya, creo que esto es un poco...tenso, considerando que no he visto al mismísimo Bruno Pasquarelli desde hace días.

¿Cómo les explico que entre él y su hijo no hay absolutamente nada ya?

Es un poco irónico que mi primera comida con ellos sea en una situación como esta.

─ Buenas tardes, señorita Pasquarelli. ─ Una señora de no más de cincuenta años toma mi chaqueta y yo sonrío confundida.

─ La información se alteró un poco y ahora todos aquí en casa piensan que eres la esposa de Ruggero.

─ ¿Y por qué lo sería? ─ me atrevo a preguntar. ─ Entre Ruggero y yo...

─ No hay nada, ya me lo comentó esta mañana. ─ explica. ─ Y vaya que está preocupado por ello.

─ No tiene por qué estarlo. Él ya encontró en Karla lo que yo no estaba lista para darle y todo este maldito error queda en el pasado como todo lo bueno que me sucede en la vida. ─ explico como si nada. ─ Ay, lo siento. Sé que no es correcto hablar de esta forma pero...

─ Tranquila, Karol. Te traje hasta aquí porque quiero que hablemos de eso, y porque mi hijo realmente está desesperado.

─ ¿Por qué iba a estarlo? Durmió con Karla la misma noche en la que me sinceré con él.

─ Sí, creo que te mintieron. ─ explica invitándome a sentarme con ella. ─ ¿Sabes? Me encanta tenerte como nuera. Eres tan inteligente, tan preciosa y valiente. Te admiro.

─ Eso no quita que su hijo haya dormido con otra. ─ recuerdo. ─ Dios, lo siento pero esto me supera.

Ella me sonríe y le resta importancia mientras nos sirven el almuerzo, y entonces lo pienso. Estamos solas, no hay absolutamente nadie más. Y yo había creído que toda la familia de Ruggero estaría así que creo que esto es realmente serio.

Comemos hablando de cualquier otra cosa, yo le cuento de mí familia y de lo mucho que me gustaba vivir en México. Y cuando me pregunta por qué me fui yo solo invento una buena excusa.

Hasta que ambas terminamos de comer y nos dirigimos a un lindo y súper espacioso jardín. Allí tomamos el postre, y mientras ella me contaba algunas experiencias de Ruggero, se decidió finalmente a hablar de lo que aparentemente le importaba más.

─ Ruggero no estuvo con Karla después de hablar contigo. Estuvo con su familia, y no, admito que no guardó el secreto. Nos contó todo a nosotros, y nos aseguró que a pesar de lo que nosotros pensáramos, se quedaría contigo. ─ explica y yo niego.

Me cuesta creer que Ruggero le contó a alguien más respecto a lo que yo he vivido. ¿Por qué no simplemente pudo haberse callado?

─ Creía que lo que te sucedió sería una mancha en tu pasado porque simplemente no quieres asimilarlo, y no se equivocó. ─ musita. ─ Y bueno, yo solo puedo asegurarte que nosotros no nos estamos interponiendo en nada. Bruno dice que eres una excelente chica y yo le creo. Así que no te sientas cohibida por nosotros.

─ Para mí en un verdadero honor hablar con usted, señora Pasquarelli. Pero creo que respecto al tema de su hijo no tengo más nada por decir así que... ─ me apresuro a tomar mi cartera pero ella me detiene poniéndose de pie.

─ Realmente, solo quería decirte que eres la única mujer que él ha querido de verdad. La única a la que le soporta absolutamente todo. Y puedo asegurarte que mi hijo, realmente está enamorado de ti. Así que por favor, intenta tomar la decisión correcta.

─ Antonella, yo...

─ Creo que esto es tuyo. ─ sonrío cuando pone el collar en mis manos. ─ Ya sabes, querida. Si realmente tienes una respuesta, toda la familia estará esperándote en el aeropuerto.

─ ¿El aeropuerto? ─ pregunto asustada y ella asiente.

─ Sí, otra sorpresa más para ti.

Vaya, que considerada.

¿Ruggero se va? ¿A dónde se supone que va?

Y lo más importante. ¿Realmente voy a dejar que se vaya?

Dios, ahora mismo no sé qué estoy sintiendo. Él no estuvo con Karla, dijo que estaría conmigo a pesar de sus padres, y yo no sé qué hacer.

Vamos, Karol. Piensa.

─ Ahora mismo estoy yendo hacia el aeropuerto. ¿Vienes? ─ Ella me mira y yo sonrío.

Por supuesto que voy.

1| El verde de sus ojos; Tristes Miradas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora