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Mis brazos están cruzados sobre mi pecho mientras caminamos dentro del museo o lo que sea que es esto. Esto es romántico, pero no sé cómo sentirme en esta situación.

Hace rato que intentamos escribir un deseo en aquel pedazo de papel, pero al parecer los dos tenemos miedo así que lo único que pudimos hacer fue ir por un bendito helado. Y cuando lo terminamos tuvimos que volver y ahora mismo no sabemos qué hacer.

Su mano busca la mía y sonrío poniéndome de puntitas para besar su mejilla. Comienzo a pensar que esto es sencillamente lo más perfecto que me ha sucedido.

─ ¿Lista para escribir el famoso deseo? ─ asentí tomando el papel que me ofrecía. ─ Admito que estoy nervioso por esto.

─ Dímelo a mí, esto es digno de un cuento de hadas.

─ Lo sé, pero es una promesa hecha. Y yo no rompo mis promesas.

Asiento comprendiendo y cuando nos detenemos solo puedo suspirar mirando la pared llena de deseos. Aquí vamos, tenemos muchos deseos por pedir. Así que, creo que tengo que pedir un deseo particular especialmente para mí.

─ ¿Te parece si escribimos cada uno un deseo y luego escribimos el nuestro cómo relación? ─ él asiente y yo sonrío tomando un pequeño papel. ─ Bien, escribe el tuyo y procura no leer el mío.

Me quedo mirando el papel indecisa y finalmente me decido a copiar un deseo que ya esté escrito en la pared. Ruggero está tan emocionado como para notarlo y yo simplemente no creo en esto. Es absurdo pensar que un deseo va a solucionar nuestras vidas.

Busco entre todos los papeles escritos algo que yo pueda escribir. Pero me siento mal copiando los sentimientos del resto. Me siento mal con todo esto.

Creo que necesito un trago. O un cigarro.

¿Hace cuánto que no fumo? Si, exactamente desde que Ruggero llegó a mi vida y es extraño porque siento que mis nervios se están consumiendo muy lentamente.

Deseo poder romper mis propios miedos y amar a la persona correcta. Quiero amor real, no un cuento de hadas.

Releo varias veces lo que he escrito y cuando me parece que es suficiente me acerco pegando el papel sobre la pared. Ha sido sencillo pero es todo lo que realmente deseo.

Quiero mi propia historia de amor, sin nada fuera de lo normal. Solo busco que seamos el amor y yo. No puede ser muy difícil en realidad.

Ruggero se puso a mí lado, y luego de besar mí mejilla sonrió y pegó su deseo junto al mío. Y aunque intenté no ser curiosa, ya me encontraba leyéndolo todo.

Quiero ser el primer hombre que pueda amarla de verdad.

Vaya...

Una tensa sonrisa se forma en mí rostro, esto evidentemente me supera aunque intente hacer ver que no. Pero la verdad es que ver a una persona realmente dispuesta a todo por mí. Y tengo miedo.

Nadie nunca me amó tanto ni se esforzó por mí, siempre fue lo contrario, siempre me atormenté y lloré en la oscuridad de mí habitación lamentándome por cada error cometido. Siempre me encerraba en lugares vacíos para escuchar el eco de la voz de aquella persona que un día ame

Su adiós fue muy dulce, casi indescriptible. Pero yo no podía con eso, y solo podía fumar y mantenerme despierta. Cada recuerdo se había vuelto en una nueva lágrima y era tormentoso.

No podía salir a ningún lugar, su rostro se reflejaba por doquier, su olor y sabor iban siempre conmigo. Y la culpa me carcomía por dentro. Nunca fui buena para mentir.

Y creo que llegados hasta este punto, no lo seré, así que lo mejor es retirarse.

─ Es el momento. ─ musitó y yo asentí tomando el papel con manos temblorosas. ─ ¿Estás segura de lo que vas a pedir?

Mis ojos ardían debido a las lágrimas, y estaba segura de que si hablaba me volvería un mar de tormentos por lo que simplemente sonreí y anoté mi deseo poniendo puntos suspensivos al final. Su deber era complementar el deseo, y no sé si alguien pueda.

Deseo pervivir en el borde de la soledad que rodea tu vida, deseo estar siempre ahí demostrándote que podría incluso morir por ti...

Extiendo el papel en su dirección y un suspiro se escapa de sus labios cuando lee lo que he escrito para él. Y ya lo sé. Es un deseo simplemente ridículo porque nadie se sacrificaría tanto por ti. Nadie se arriesgaría a convivir con fantasmas que no le pertenecen.

Me dedica una rápida mirada, y tras pensarlo un poco escribe en su parte llamando mi atención. Pensé que no lo haría.

Deseo ser esa estrella que aunque distante, te acompañe en los peores momentos. Deseo ser tan sublime y eterno como la luna, para de esa manera, saber que podré amarte, incluso después de mí último suspiro de vida.

La primera lagrima rueda por mi mejilla y pronto me vuelvo en un jodido mar de lágrimas. Mi sensibilidad vuelve al ataque y comienzo a llamar la atención de los demás. Pero estoy bloqueada, y a pesar de las insistencias de Ruggero no puedo dejar de llorar.

─ ¿Por qué? ─ logro preguntar y él sonríe tomando mis manos.

─ Porque tú, apuntaste directo a mi corazón. Llegaste a mí vida y aunque no pediste permiso alguno, llegaste tan profundo que sería imposible sacarte de allí sin causar heridas que dejen cicatriz. Porque te quiero como no debería quererte, y porque sencillamente eres la única Julieta por la que me convertiría en Romeo. Te quiero, Karol. Y te quiero en mí vida para siempre.

─ Esto duele. ─ susurré alejando mis manos de él. ─ Duele mucho.

─ Dicen que se sabe si un amor en verdadero...

─ Cuando duele tanto como dientes en el alma. ─ completé cerrando los ojos.

Y la respuesta es no, no veo un futuro con él. No me veo despertando todos los días a su lado con una maldita sonrisa de felicidad en el rostro.

Ruggero no es Romeo ni yo soy Julieta.

¿Pero qué he hecho? ¿Hasta dónde fui capaz de llegar? Lo he jodido todo. Y no estoy orgullosa. ¿Cómo se supone que voy a dejarlo partir de esta manera?

Entonces lo veo sacar de su chaqueta un sobre y sé exactamente que es. Y no puedo. Me niego a joder esto más.

─ Dijiste que me darías una respuesta cuando vieras los resultados. ─ recuerda él y yo niego tomando mi rostro entre mis manos. ─ Bueno, los tengo ya en mis manos y no, yo no soy el padre de ese niño así que...

Se arrodilla frente a mí y saca una aterciopelada caja captando la atención de todos aquí dentro. No puede ser. Maldita sea...

─ No preparé un discurso porque como sabes, es demasiado cliché, pero, solo puedo ofrecerte mi corazón y absolutamente todo de mí. Destrózame si es lo que quieres, Karol. Pero te aseguro que lo único en lo que estoy pensando ahora es en ti, y en todo lo que podemos llegar a ser. Creo... creo que me estoy enamorando de ti, y quiero que seas mi novia. ¿Aceptas?

Tengo miedo, y lo único que ahora siento, son ganas de escapar.

Pero también soy consciente de que la persona frente a mí lo daría todo por mí, y yo lo daría todo por el sin duda. ¿Qué hago entonces?

Lo quiero, lo quiero demasiado, pero sé que querer no basta, y no sé cómo enfrentarme al mundo de las relaciones amorosas.

No sé qué hacer, y realmente espero que la respuesta no afecte a nadie más que a mí misma. Y sé que así será cuando mi boca se abre y la palabra más estúpida brota de mis labios.

─ Acepto.

Si, lo he jodido todo. Y no estoy orgullosa.

No si sé lo que acabo de provocar.

Ruggero sonríe aliviado y se pone de pie entregándome el collar que descansaba dentro de la caja. Y cuando besa mis labios una parte de mi me dice que he hecho bien.

Pero otra me obliga a renunciar, a huir y a marcharme lo más rápido posible.

No sé qué estoy haciendo con mí maldita vida.

1| El verde de sus ojos; Tristes Miradas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora