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Trabajo. Estrés. Ansiedad. Palabras que definían a la perfección el día a día que he tenido que vivir durante el último año. ¿Por qué nadie me dijo que las responsabilidades eran así?

El mundo adulto de los libros y películas no era nada parecido a éste, ¿Por qué iban a parecerse? Mamá me dijo que estaba siendo muy precipitada en esto y no le creí. Qué grandiosa idea de mí parte.

Dicen que una persona aprende de sus errores. Y creo que yo he aprendido de los míos.

¿Quién diría que la ironía de la vida me traería hasta aquí? He sido engañada, abusada y desechada. Vaya suerte la mía.

Con la poca energía que me queda en el día, recojo mis libros y finalmente camino hacia el ascensor. Una vez más he sido la primera en entrar y la última en salir.

Cuando me encuentro fuera del edificio, puedo respirar tranquila. He librado una de esas presiones.

Trabajo.

Hacia dos años que trabajo para la mejor industria hotelera de Italia. Hace dos años, pertenezco a la tan prestigiosa industria Pasquarelli.

No quisiera entrar en detalles, no vale la pena. Pero bastaría explicar que estoy siendo la persona más afortunada ahora mismo.

Un trabajo que te deja mucho dinero al mes, lujos que disfrutar y vacaciones de ensueño. Pero, todo eso tiene un precio por pagar.

Estrés.

Sin duda alguna, es tedioso trabajar para una industria así, tienes que estar disponible, las veinticinco horas del día, los ocho días de la semana.

Sabes a lo que me refiero, ¿Verdad?

Mientras camino por las desérticas calles, un anuncio llama mí atención. Y sintiendo mí corazón latir a mil por hora, intentó que no me afecte mientras busco un cigarrillo en mí cartera.

Estaba cansada de esperar y no encontrar resultados. Estaba cansada del mundo entero ahora mismo.

Mis pulsaciones se relajan confirme inhalo y exhalo esa adictiva droga. Capaz de cerrarte la mente y abrirte el paso hacia el mundo que evidentemente sí mereces.

¿Alguna vez buscaste exclusividad? Pues deja de hacerlo, no existe.

Cuando las cosas obtienen un título, dejan de importar.

Me detego frente a la puerta de calle, y tras comprobar que otra vez olvidé mis llaves en la oficina, me veo obligada a tocar. Y cuando el grito de la irritante rubia llega a mis oídos, solo puedo sonreír.

¿Que haría yo sin ella? Es que la adoro.

—¿Ya viste la hora? Algún día van a asaltarte si caminas sola a estás horas —asentí restándole importancia—

—Ábreme, rubia. Estoy pudriéndome de frío ahora mismo.

—Ahora mismo, castaña.

Mientras Giovanna abre la puerta para mí, tiro el cigarrillo al piso y tras pisarlo, vuelvo a recogerlo para tirarlo en la basura en cuanto entre a casa. Misma que una vez más, está tan iluminada y animada por la mismísima Giovanna Reynaud.

¿Cuándo va a entender que las casas no se decoran por San Valentín? ¡Y mucho menos un mes antes!

Paciencia, Karol. Paciencia.

Eso es lo que le falta a tu vida.

—¿Quieres cenar? Preparé unos deliciosos...

—Sea lo que sea, no tengo hambre ahora —aclaré quitándome el abrigo—

1| El verde de sus ojos; Tristes Miradas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora