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Eras mejor como amor imposible, cuando elegía qué daño me causabas porque era ninguno. Eras mejor como sueño inalcanzable, como un plan ya establecido. Eras piel intacta y no herida con infección, antes de ser cicatriz. Eras lo que soñaba tener, lo que quería tener, lo que ansiaba quedarme. Eras calma después de una tormenta de veintitrés noches y veinticuatro días. Eras aquel salvavidas que únicamente me salvó a mí, ¿Y por qué? Eras alegría, morbo y placer en una misma cama. Y yo encima, debajo o a tu lado, con una sonrisa que no cabía en mi rostro debido a la incredulidad. Eras lo que pocos llaman destino y muchos casualidad, pero yo sabía que eras tú, con tus ojos, tu boca y tus manos. Eras magia, con ningún truco de ilusionista de cuarta. Eras magia con todas las letras y mi boca abierta después de verte brillar. Eras mejor como amor platónico al fin y al cabo, demasiadas promesas incumplidas y muchas ilusiones que yacen muertas... gracias a mí.

Frustrada cierro la agenda y la alejo de mí antes de que mis sentimientos comiencen a explotar falsa inspiración. Lo único que ahora debo hacer es concentrarme en lo que tengo por delante. Como no cometer errores con mí nuevo jefe como por ejemplo.

Al final de la fiesta, Bruno se decidió a hablar conmigo, y me ofreció ponerme a trabajar como secretaria de Ruggero, por supuesto que me negué. Y aunque él no comprendió, al final me dejó irme tranquila.

Ahora mismo estoy sentada en mi escritorio preparando los informes para una junta que Ruggero decidió hacer a última hora. Y si, ahora que Karla es su secretaria tengo miedo de salir de estas cuatro paredes.

─ Buenos días. ─ molesta ruedo los ojos y levanto la mirada. ─ Karol, querida. ¿Cómo estas después de la grandiosa fiesta del sábado?

─ Mucho mejor que tú sí, seguramente. ─ me limito a decir. ─ ¿Qué quieres, Karla?

─ Nada, amiga. Solo quiero hablar contigo, y confesarte todo mi apoyo.

─ ¿Apoyo por qué? ─ pregunté suspirando profundo. ─ Mira, no tengo ganas de hablar contigo, solo dilo y ya.

Karla sonríe y al contrario de lo que pienso solo se pone de pie y recorre toda la oficina analizando todo con la mirada. Esto es confuso, quiero entender por qué vino pero prefiero no preguntarle.

Esta mujer me cae mal, es obvio.

La veo tomar una de mis fotografías y sonríe volviendo a ponerla en su lugar. Esto es extraño, sumamente extraño. Karla va a llevarme al límite sin duda alguna.

─ ¿Sabes? Eres preciosa, Karol. Aun con esa... espantosa cicatriz en tu abdomen. Y ese terrible trauma psicológico que te impide tener una vida normal. ─ confundida levanto la mirada y ella sonríe. ─ ¿Realmente pensabas que Ruggero no iba a contarme nada? Que ingenua eres. A esta altura, ya deberías saber que lo único que él busca, es meter a una mujer en su cama.

─ ¿Tú...? ─ afligida tomo un poco de aire negándome a continuar.

─ ¿Qué si yo dormí con él la noche de la fiesta en la playa? Bueno, la respuesta es obvia. ¿No lo crees?

Me levanto de la silla y me veo obligada a darle la espalda antes de que ella pueda llegar a notar cómo mis facciones cambian por completo. Ruggero durmió con ella, ¡Durmió con ella sin importarle nada de lo que yo le conté esa maldita noche!

¿Cómo pudo hacerme esto? ¿Cómo pudo llevarme a un límite tan estúpido sin que le importara nada? Mierda, realmente me jodió por completo.

─ Tengo que admitir que no lo hicimos en la cama como tal. ─ comienza a decir y yo aprieto los labios. ─ En realidad la calentura nos ganó y terminamos haciendo el amor en la arena.

─ No te lo pregunté. ─ aclaro cruzando los brazos. ─ Y por favor vete que no tengo tiempo de escucharte hablar acerca de tus patéticas aventuras sexuales.

─ Yo no diría que son patéticas considerando que no has probado lo que se siente pertenecerle a Ruggero.

─ Y tampoco pienso probarlo, ¿Estamos? ─ mascullo entre dientes y ella ríe. ─ Vete ya mismo.

─ ¿Y sino qué?

─ ¿Y sino qué, Karla? ¿Realmente quieres que te diga lo que va a pasar si no te largas de aquí ya mismo?

Molesta volteo a mirarla y ella solo sonríe acercándose a mí más de lo que debería, entonces la empujo lejos de mi alcance y la puerta se abre dejando ver al mismísimo Ruggero Pasquarelli. Y si, su cara no es nada amigable.

Quiero ir hacia él y gritarle en la cara que lo detesto, pero entonces Karla se adelanta y se acerca a él depositando un maldito beso en sus labios que me esfuerzo por no ver. Porque si lo hago, sencillamente no voy a poder mantenerme de pie.

─ ¡¿Qué haces?! ─ grita Ruggero molesto y ella ríe.

─ ¿Qué? ¿Vas a negarlo ahora que estamos frente a la patética mexicana? ─ pregunta ella divertida y yo aprieto las manos en puños.

─ ¿Negar qué, Karla? ¿Te has vuelto loca?

─ Por favor, Ruggero. Deja de fingir delante de mí. ─ pido molesta. ─ ¿Quieren privacidad? Adelante, yo ya me iba.

─ Karol... ─ pide él y yo solo levanto la mano mandándolo a callar. ─ Dios, ¿Me explican todo lo que está pasando?

─ ¿Qué está pasando? ─ Molesta lo empujo alejándome de él. ─ Pasa que se acabó. Estoy cansada de ti, y de toda la mierda que te rodea. Estoy cansada de ser siempre la última opción. De ser todo lo que no está bien en tu vida.

Estaba cansada de intentar amar a alguien que no puede amarme por todo lo que soy y lo que fui.



Cerca del final.

1| El verde de sus ojos; Tristes Miradas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora