Mi mirada sigue clavada en el peine mí mano mientras Ruggero conduce hasta el lugar en el que va a realizarse la celebración. Y según está explicándome, llevamos un poco de retraso.
Mis manos están sobre mí regazo y la música hace que el ambiente sea más relajado. Es muy lindo, esto es muy lindo.
Giovanna y Pasquale nos siguen en el auto del otro italiano. Y al parecer, no todo es color de rosas allí ya que he recibido dos llamadas de ella. Y más de cinco mensajes de emergencia.
Mí atención se desvía a Ruggero cuando su teléfono comienza a sonar. Y cuando pienso que es él quien va a contestar, me sorprendo cuando pone el teléfono en mí mano.
—Contesta —me pide volviendo la vista a la carretera—
Asintiendo contesté la llamada que por cierto era de Pasquale, y lo siguiente que escucho, no me gusta para nada.
—¡Ya te dije que me lleves a casa! —Giovanna gritó desde el otro lado de la línea y alejé el teléfono de mí oído—
—¿Pasquale? —pregunté confundida— ¿Qué pasa?
—Karol, linda. ¿Puedes decirle a Ruggero que se detenga?
—¿Detenerse? ¿Para qué?
—Hazlo, por favor.
Resoplé y tras mirar a Ruggero con pesar hablé;
—Dice que te detengas.
—¿Detenerme? ¿Y por qué?
Confundida alcé los hombros y él maldijo mientras se orillaba y detenía el auto. Entonces él bajó y yo bajé detrás de él para saber qué pasaba.
Tomando la mano de Ruggero pude ver qué Pasquale bajaba y se acercaba a la puerta de Giovanna pidiéndole que bajará pero ella se negaba a hacerlo.
¿Qué pudo haber pasado en menos de diez minutos de paseo?
—¿Y ahora qué le pasó? —preguntó él soltando mí mano para cruzarse de brazos—
—Seguramente tu amigo dijo algo que la hizo enojar.
—Pues yo creo que fue tú amiguita.
Golpeé su brazo evidentemente molesta y él sonrió abrazándome por los hombros. Pero toda la mala honda se fue al caño cuando Giovanna caminó hacia mí con los ojos llorosos.
Alejó a Ruggero de mí en un gesto molesto y suspiré mirándolo con pena. ¿Qué pudo haber pasado ahora?
—¿Qué pasó, amiga? —la rubia sorbió su nariz— ¿Por qué lloras?
—Encontré unos mensajes en su teléfono —titubeó— Y... Y habla muy cariñosamente con una tal Melanie y no quiere decirme quién es.
—Ay, Gio —susurré abrazándola con fuerza— No te sientas mal, amiga.
—¿Acaso no entiendes? ¡Me engaña con una tal Melanie!
Melanie, me suena ese nombre pero no recuerdo de dónde. Ah esperen. ¡Si se de dónde es!
Melanie es una de esas chicas que fue a la cita triple en la bienvenida de Ruggero.
Oh Dios, yo sabía qué iba a pasar.
—Ya está, no llores —pedí limpiando sus lágrimas— Ruggero, yo creo que es mejor que volvamos a casa.
—¿Es en serio, Karol? —gruñó molesto— Habíamos quedado en que...
—Yo lo sé, Ruggero —interrumpí acercándome a él— Lo haremos otro día, ¿Si? Por favor.
—Pero es que... —llevé un dedo. Sus labios esperando que hiciera silencio— ...no se me hacer justo.
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1| El verde de sus ojos; Tristes Miradas.
RomanceDicen, que el amor es lo más maravilloso del mundo. Pero al parecer, ambos quedamos atrapados en un extraño juego de azar.