~Kulikitaca tí, kulikitaca ta.~

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Kacchan manejó el cuadraciclo.

Izuku estaba muy asombrado ya que no tenía ni la menor idea de que él pudiera hacerlo, lo que era bastante estúpido si se lo replantea.

Kacchan era bueno en cualquier cosa, demasiado increíble.

Anduvieron por una carretera con vista directa al mar de un lado mientras que del otro había pura vegetación, lo que era perfectamente hermoso. Podía sentir el calor del lugar combinado con el aire salado de la costa, el sonido de las olas chocar y el de ellos en la carretera.

Podía sentir en sus palmas el rápido latido de Katsuki, sus brazos lo rodeaban firmemente, sujetandose de él mientras manejaba. Estaba bastante seguro de que el rubio podía sentir su corazón agitado por la cercanía de su pecho contra su espalda. Todo era tan malditamente romantico que quería burlarse, como si estuviera en una de esas películas románticas  de baja categoría.

Pasó un rato en el que solo disfrutaba la comodidad de el cuerpo de su novio, mientras miraba el brillante mar azul. Una mano de Kacchan a veces bajaba hasta tocar su rodilla y pierna y luego volvía al manubrio.

A veces Izuku anhelaba poder leer los pensamientos de Katsuki, solo para saber si todo ese revoltijo de emociones y sentimientos que él sentía también los sentía el rubio con la misma intensidad.

En un momento, su visaje desapareció y sintió como daban una vuelta en una curva antes de entrar por un camino sin asfaltar, uno que parecía bastante viejo y polvoso.

Frunció el ceño sin entender a donde iban. Parecía un lugar demasiado alejado de la civilización, demasiado solo y secreto. Un escalofrío le recorrió la espalda a pensar en el mucho tiempo que tendrían a solas, en lo muy juntos que podrían estar al aire libre sin que Iida les regañara por ser demasiado cariñosos o que Aizawa los mirara feo por no poner atención.

Solo eran ellos dos ahí. Sin molestias ni interrupciones.

Un rato algo largo, llegaron a unos portones grandes y negros, rodeados por un muro de arbustos que tapaban la maya que rodeaba el lugar. Katsuki se detuvo justo enfrente del lugar aún con el motor en marcha, pasándole unas llaves a Izuku .

-Abre el candado.- Se escuchó ahogado a través del casco. El peliverde obedeció, bajando y caminando hacia el portón.

Asombrado, escuchó como el sonido del mar ahí era demasiado fuerte, casi como si estuvieran frente a él. Abrió el candado abriendo una de las puertas para que el rubio pasara antes de entrar él.

Al entrar por completo pudo mirar con atención el lugar, quedando impactado por lo bonito que era.

Un camino para vehículos se extendía  a su izquierda hasta llegar bajo unos árboles en donde había una planicie de concreto para aparcarse.  A su derecha, un jardín rodeado de césped demasiado cuidado, algunas flores y plantas demasiado verdes bajo varios árboles que cubrían lo radiante el sol. 

Una hermosa casa madera oscura se abría paso entre toda la vegetación del lugar, sin embargo solo podía ver muy poco ya que los arboles y la pared tapaban la vista a lo que hubiera más allá, pensándolo un poco el sonido del mar tan cerca le decía lo que había.

-¿Te gusta? - El rubio se acercó a él después de haber estacionado el cuadraciclo.

Izuku estaba de pie aún junto a el portón, mirando demasiado impresionado el lugar como para recordar que debía cerrarlo. Katsuki tomó el candado de sus manos antes de cerrarlo  quedar totalmente adentro, completamente solos.

- E-es precioso.- Asintió dándose cuenta de que aun tenía el casco puesto. 

Bakugo se acercó a él, quitandolo. Los ojos esmeraldas y demasiado brillantes lo recibieron por completo, su cabello era un desastre por lo que lo acomodó un poco con los dedos.

El Mejor Novio.|KatsuDeku|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora