~Ustede escucharon el rempálago.~

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Un estruendo lo hizo levantarse de golpe.

Sus ojos se abrieron recibiendo la luz del cielo oscuro directamente, así que trató de enfocarse mejor entrecerrando sus ojos.

Un relámpago seguido de un profundo sonido hizo despertar al rubio a su lado. Con el cabello desordenado y desnudo lo miró sin entender para luego mirar el cielo y entender la situación.

-Kacchan... ¿El pronóstico hablaba sobre una tormenta eléctrica?- Murmuró con voz ronca sin dejar de mirar el cielo totalmente gris, los relámpagos en el horizonte el frío viento que empezaba a azotar su cuerpo desnudo.

- Mierda.- Susurró al sentir unas gotas en su piel. -¡Corre maldición! ¡Se mojaran las cosas!- El rubio tomó la manta que los cubría y un puñado de cojines, corriendo hacia la casa.

Al parecer había sido una mala decisión quedarse dormidos afuera. Dejó todas las cosas que llevaba en la entrada antes de volver, dándose cuenta que su prometido estaba tirado boca abajo aún en la manta.

-¿Qué mierda?- Izuku gimió en respuesta al gruñido de Katsuki. - La vista es muy buena, pero si no te mueves, te mojaras ese perfecto culo.- Bromeó, agachándose para dar una nalgada al peliverde.

Izuku lo miró con el rostro rojo y muy enojado.

- Me duele la espalda, bruto.- Alegó con el ceño fruncido. - Es tu culpa, no te sabes controlar.- Replicó enojado, sintiendo como las gotas caían por su cuerpo. Debía moverse pero dolía como la mierda.

- Bien que pedías por más. - Se burló.

-¡Kacchan!- Gritó avergonzado, escondiendo su rostro en un cojín.

- Ven, te llevaré. Pequeño inútil.- Tomó sus piernas desnudas, alzándolo por la espalda.

Un escalofrío recorrió su espalda al sentir la piel desnuda de Izuku y como el peliverde escondía su rostro rojo en su cuello.

- No soy inútil, la próxima vez te le voy a meter a ti para que sepas lo que duele.- Exclamó enojado, aún así dejándose cargar por el rubio. Katsuki enrojeció por la insinuación, divirtiéndose un poco por la iniciativa.

- No soy tan débil.- Gruñó mordiéndole la mejilla y Deku rió.

Katsuki lo dejó en una silla antes de volver a recoger todas las cosas que habían quedado entre la arena, contando el lubricante y el paquete de condones sin abrir. Sonrió algo avergonzado.

Después de tanto, Deku y él lo habían hecho y no solo una vez sino dos, sin contar que Izuku le había dado una espectacular mamada que podría recordar para siempre. Jamás pensaba que tener sexo con la persona que amabas pudiera sentirse tan increíble, no solo físicamente, si no sentimentalmente. Tenían una perfecta química en todo lo que hacían y eso era más que fabuloso.

Entró de nuevo a la casa dejando todos los almohadones y sábanas ahí. La lluvia empezaba a ser fuerte y era una suerte que no se hubieran mojado, sin embargo estaba muy fastidiado. Todos los planes que había hecho para salir en el cumpleaños de Deku se habían jodido por el maldito clima.

Aunque si lo pensaba mejor, dado el estado de la espalda de Izuku, muy posiblemente no hubieran podido hacer ni la mitad de lo que él quería. Lo podía notar en la manera que estaba caminando junto ahora.

Caminaba cojeando hacia las escaleras, en plena desnudez. Katsuki lo admiró en silencio.

La mata de cabello verde rizado y despeinado por las acciones de anoche era lo único que enternecía su vista. El cuello marcado, sus amplios hombros daban figura a su marcada y ejercitada espalda, definidos músculos y perfectos brazos llenos de salvajes cicatrices. Su cintura levemente más angosta y caderas marcadas como perfectas y deliciosas curvas masculinas.

El Mejor Novio.|KatsuDeku|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora