Álex

1K 66 7
                                    

No esperaba que dijera que si, creí que tendría que rogar más, pero lo hizo, me dijo que si. Tenía que salir rápido de ahí, no tenía nada preparado aún, lancé la bomba creyendo que me daría una buena evasiva. Me despedí rápido y salí a hablar con un paciente, para mí buena suerte era el dueño del restaurante al que imaginé llevarla, era de comida italiana tal como le había dicho, era un lugar pequeño pero bonito, elegante y acogedor. Terminé mis pendientes del hospital rápido pero teniendo cuidado de no hacer algo mal. Fui a mi apartamento. Me afeité, me bañé y me puse lo mejor que pude. Maldita sea, mi auto estaba asqueroso, había envolturas de hamburguesas, caramelos, vasos vacíos de café y refresco. Lo limpié y perfumé lo mejor que pude. Porfin me dió la hora y salí a buscarla, el camino entero fui practicando lo que diría para no molestarla.

- Buenas noches , que bien te ves. Ya deberíamos irnos - le di un golpe al volante al sentirme nervioso - cálmate Alex o terminarás vomitando en su puerta - dije en voz alta para mí mismo, tal vez parecía un idiota.

Llegué al edificio y bajé de la camioneta, subí las escaleras acomodando mi corbata, esperaba no lucir demaciado estirado. Ella era tan libre, tan, no tengo maneras de describirla. Llamé al timbre y escuché sus pasos resonar por el piso, al abrir ella la puerta la ví, estaba, demonios, tan perfecta.

Parada ahí en su puerta, su ojo casi no se veía mal. Estaba en unos hermosos pantalones a la cinturas negros que envolvían sus anchas caderas. Una blusa gris y un sexy blazer rojo sangre que hacían que sus ojos con el maquillaje resaltaran aún más hermosos de lo que ya eran.

Le entregué las flores que compré en camino. Ella notó el girasol y la ví sonreír. Jamás olvidé cuál era su flor favorita. Sabía que era información que necesitaría en algún momento. Era como si mi voz hubiera dejado mi cuerpo, solo asenti cuando me preguntó y le tendí mi brazo para salir juntos de ahí.

- Espero no estar tan exagerada o tan simple - me dijo cortando el silencio algo tenso entre nosotros.
- Para nada, estás bien, muy bien - no la había visto así en el tiempo que llevaba de verla , siempre estaba en pijama o ropa de trabajo y la sonrisa que me dió mientas se acomodaba un rizo rebelde me hizo suspirar. Díganme marica y lo que sea por suspirar y sentirme así pero esa chica lo valía. No importaba a qué se dedicara, yo sabía que no era por gusto. Y eso era lo que ella no sabía. Yo tenía unas partes de su historia, su madre en el hospital habló conmigo. Me explicó que ella, mi pobre niña, era la que pagaba el hospital, las cuentas, el alquiler, todo, el peso de su familia está sobre esa pequeña alma joven que ya había tenido suficientes golpes de la vida. Y yo, sin saber quién era ella, aún sin tener una visión de su rostro y solo conocer su historia de lucha ya la amaba.

El día que la ví en el bar me gustó, quería saber su nombre y tal vez coger en el baño. Pero eso era todo. Escuchar a su madre hablar de ella de la manera en que lo hacía, de la devoción y amor que ponía en cada palabra me hacía acelerar el corazón. No entendía como tan joven era tan fuerte. Quería verla y poder tocarla, ayudarla y decirle que yo la ayudaría, que estaríamos bien, cuando me enteré de quién era mi pasión y mi corazón se volvieron uno solo por ella después de que me dije a mi mismo que nadie volvería a entrar en mi fortaleza antes llamada corazón. Verla en el apartamento la primera vez me mató, no por qué ella trabajara ahí , yo sabía por qué lo hacía y no me importaba, si no por qué tenía miedo que ella no quisiera nada de mi aparte más que solo cuerpo y dinero. Pero no, aquí estoy, haciéndola quebrar una de sus normas por mi. Sí, al final pagaré pero ella en el fondo sabe que lo hace por qué quiere estar aquí y acepta el dinero por qué lo necesita, pero ella es mía, lo fue desde el momento en que me entregó su nombre y me dió el honor de que saliera de mis labios mientras le hacía el amor.

Le abrí la puerta del auto para que subiera. Tomé mi lugar y conduje al restaurante.

- Espero que te guste el lugar - le dije mientras le daba pequeñas miradas sin descuidar el frente
- Estoy segura de que me gustará, tienes buen gusto
- Claro que lo tengo, por eso estoy contigo - ví como se sonrojo, genial, punto para mí, me di una palmadita mentalmente.

En mi cama [Terminada ✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora