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Los bailarines danzaban al son de la música que se reproducía de cada uno de los esplendorosos instrumentos, el rey los observaba sin expresión alguna mientras bebía de un pequeño cuenco de cerámica makgeoli.

A su derecha se encontraba su reina. Una hermosa mujer, SeungWan, de piel tersa y clara, labios delgados y ojos castaños, su melena oscura estaba recogida sobre su cabeza, llevaba algunos adornos de Jade regalos de la Dinastía Tang. Su primera esposa, la mujer que su difunto padre había elegido especialmente para él,  estaban juntos desde los catorce años, habían engendrado un hijo sano y dos más que murieron a días de nacer, ella era comprensiva, amable y amorosa, dura y decidida, siempre aceptaba las órdenes de su rey sin reclamo alguno, su carácter le ayudaba a mantener al harem tranquilo.

A su izquierda sentadas y calladas estaban sus consortes. Tres personas que le servían de entretenimiento y a quienes amaba con locura. Shin SuRan, Jeon SoYeon y Yoon Jeonghan eran sus acompañantes y medios de mitigar el cansancio y el dolor.

Sin embargo y muy a su pesar no podía olvidar al hombre que vio en esa azotea, su cuerpo permanecía en su mente, la excitación que le provocó fue tan grande que esa semana visitó a sus consortes todos los días sin falta, pero no era suficiente.

Podía tenerlo todo, un palacio, riquezas, poder y una guerra que ganaría pero quería a ese chico en su lecho, necesitaba saber quien era y aprovecharse de su posición para tenerlo. Porque nadie podía negarse a las exigencias de su rey, los hombres le respetaban como a un dios y las mujeres veneraban sus pasos, los niños soñaban ser como él y los fieles le bendecían. Todos confiaban en que su rey les traería prosperidad y victoria.

—¿Se siente bien mi rey?—pregunto SeungWan a su lado tomando su mano con delicadeza 

La miró con una media sonrisa y asintió una vez con la cabeza, eso quería decir que era momento de parar la fiesta, pronto sería hora de ver a sus generales para hablar del estado de la guerra. Silla tenía a su alrededor rebeldes que se negaban a la unificación, resultaban ser un problema cuando se acercaban y tomaban algunas aldeas vecinas, sabía que si quería que el rebaño se mantuviera tranquilo y limpio tenía que alejar a aquellas ovejas que estuvieran infectadas. 

—¡El rey se va a retirar!—dijo uno de sus generales y mano derecha, Namjoon. 

Todo a su alrededor se detuvo, él se levantó al momento que sus sirvientes y los danzantes se hincaban a sus pies despidiéndole. Miró a sus consortes quienes agacharon la cabeza con respeto, se volvió hacía SeungWan y le tomó de la mano para darle un beso en esta como despedida. 

Abandono el salón con rapidez, no le gustaba estar mucho tiempo en ese lugar, tenía un itinerario ocupado como para perder el tiempo en la diversión, más tarde tendría que escuchar la auditoria de algunos lacayos que servían como vigilantes de las murallas. 

Namjoon caminó a su lado en completo silencio, una de las cosas que le gustaba de estar a su lado y que este le sirviera, era que mantenía la boca cerrada cuando debía, no había platica innecesaria, no trataba de adularlo o se intimidaba con su mirada, le decía las cosas sin restricción con la más sincera honestidad. 

—¿Hiciste lo que te pedí?—pregunto tras pasar a la gran oficina 

—Si mi señor, un doncel de la casa Jung, casado con uno de los mejores guerreros que tiene este reino Jung Hoseok 

Yoongi paro en seco en el marco de la puerta, miró con seriedad a Namjoon quien se mantenía con el rostro inexpresivo, apretó la mandíbula, conocía ese nombre a la perfección, en efecto, se trataba de uno de los mejores guerreros con el que contaba el reino, experto en estrategias en el campo de batalla. En la mayoría de las ocasiones donde había salido junto a su ejercito a pelear, él estaba a su lado, un hombre al cual respetaba y que jamás le había decepcionado. 

El Concubino Del Rey *Yoonmin/Taekook*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora