El camino era rocoso, el andar del caballo le mecía, sus ojos se encontraban húmedos, en su rostro estaban los vestigios de las lágrimas lloradas, como ríos secos, que terminaban en la comisura de su boca y en su barbilla, su mandíbula estaba tensa, no podía abrir la boca, porque de hacerlo, un grito desesperado desgarraría, quería parar y descansar, dejarse morir en el frío suelo, pero no podía, no aún.
Nunca había sentido tanto dolor en su vida, ese apabullante sentimiento que se clavaba en el fondo de su pecho y le impedía respirar, tampoco ayudaba que su mente evocara su recuerdo, como un firme recordatorio de lo que perdió y lo que jamás volvería a encontrar.
Lo amaba, y ese amor que ardía como el fuego, lo tenía encadenado a una eternidad de desdicha, donde nada volvería a ser lo mismo.
Jimin, ese nombre que llevaba tatuado en el corazón, vivía para atormentar su alma herida, recordaba su sonrisa, sus ojos brillantes y curiosos, su cuerpo delgado y delicado, recordaba cada gesto, cada palabra, el sonido de su risa y como sus ojos parecían dos diamantes al llorar. Lo recordaba porque él le había hecho vivir.
Necesitaba llegar a aquel lugar donde podría descansar, alejado del mundo, alejado de Silla. No volvería, nada ni nadie le haría volver al lugar donde su racha de mala suerte comenzó, donde lo había encontrado y donde lo perdió.
Anduvo en el camino por horas, a veces lloraba, otras se mantenía serio y atento al mismo tiempo, sus brazos dolían, el peso que llevaba en ellos era demasiado para cargarlo, debido a lo adolorido de su cuerpo después de la pelea.
Cuando pensó que no lo lograría vio la casa, en medio del campo, rodeada de ganado, la casa que muchas veces visitó y donde recordaba a Jimin corriendo alrededor, jugando con los animales, tal parecía que su fantasma le acompañaría por el resto de su vida.
Bajo del caballo al llegar a la cerca, entró en la propiedad y se acercó a la puerta, la cual toco ansioso, no espero por mucho, esta se abrió dejando ver a su tía.
LeeHi le miró, al principio con temor, como si fuera un fantasma, después su expresión cambió a una de alivio, vio como sus ojos se llenaron de lágrimas, su boca tembló, sabía que no diría nada, porque las palabras habían sido arrebatadas de su boca, sus ojos vagaron por su cuerpo y se detuvo.
—Jimin ha muerto—dijo antes de entrar—. ¿Dónde está ella?
—Adentro—susurró derramando lágrimas de angustia.
Hoseok se adentró a la casa, mirando alrededor, hasta que dio con quien buscaba, ella estaba sentada en el piso sobre un cojín, se mecia lentamente, su cabello cano y su rostro lleno de pequeñas arrugas, le hizo soltar el aliento retenido, la mujer que había cuidado al lado de Jimin, la que tenía esos mismos ojos, salvo que estos eran más opacos, por los años y la locura, se acercó hasta sentarse frente a ella.
—He vuelto mamá—dijo com voz temblorosa, sus manos sudaban al igual que su frente—. Prometí que lo cuidaría, prometí que lo traería hacia ti, pero he fallado—las lágrimas recorrían sus mejillas—. Pensé que podía, pero me equivoqué, Jimin me salvó, pero al mismo tiempo me condenó, porque no hay manera que yo pueda seguir sin él.
La mujer no le miró, era como si hubiese dejado de escuchar por completo, Hoseok bajo la cabeza, sollozando con profundidad.
—Perdí a Jimin, mi dulce Jimin, aquel muchacho tonto e inocente, que creyó hasta el final, mi Jimin, no podré olvidarlo, porque no es alguien a quien se pueda olvidar—sonrío a través de las lágrimas—. No lo pude salvar, pero a cambio he traído algo conmigo.
Acercó el bebé que había estado sostenido con recelo en todo el viaje, el que lloró desconsolado buscando a su padre, el pequeño pálido, de cabello oscuro, pero con ojos que le recordaban a Jimin. Se lo puso en el regazo sin llegar a soltarlo, ella sonrió al bebé, porque era hermoso, su nieto, aunque ella no pudiera saberlo.
—Es lo único que nos queda de Jimin mamá y nosotros cuidaremos de él. Jung Jihoon, mi hijo adorado.
Fin
Ha terminado,
Quiero agradecerles por acompañarme en esta historia, no sé si fue lo que esperaban, pero con honestidad les digo que amé el resultado.
Espero que les haya gustado, lamento las lágrimas.Los amo muchísimo.
En verdad gracias por respetar mi libertad creativa, aunque sé que ustedes deseaban otro final.Espero leerlos en otras historias.
Miles de gracias.Con amor Mardy
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El Concubino Del Rey *Yoonmin/Taekook*
FanfictionEl amor no era una maravillosa victoria sino un grito de dolor y desesperación. El rey de Silla, Min Yoongi, deseaba el cuerpo que tenía dueño, lo sabía, no podía poseerlo, pero tampoco podía sacarlo de su mente. Yoonmin TaeKook Namjin Hopemin M...