ADOLFO BIOY CASARES

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ADOLFO BIOY CASARES

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ADOLFO BIOY CASARES

Escritor argentino.

(1914-1999)


El lujo es vulgaridad.

La eternidad es una de las raras virtudes de la literatura.

Creo que parte de mi amor a la vida se lo debo a mi amor a los libros.

No he notado en las feministas mayor simpatía por las otras mujeres.

El recuerdo que deja un libro a veces es más importante que el libro en sí.

El mismo lobo tiene momentos de debilidad en que se pone del lado del cordero y piensa: Ojalá que huya.

La vida es una partida de ajedrez y nunca sabe uno a ciencia cierta cuándo está ganando o perdiendo.

No me gusta nada la idea de morir. Si pudiera vivir quinientos años aceptaría y pediría: ¿No puede darme unos más?

La vida es difícil. Para estar en paz con uno mismo hay que decir la verdad. Para estar en paz con el prójimo hay que mentir.

El mundo atribuye sus infortunios a las conspiraciones y maquinaciones de grandes malvados. Entiendo que se subestima la estupidez.

Llega un momento en la vida en que, haga uno lo que haga, solamente aburre. Queda entonces una manera de recuperar el prestigio: morir.

En infinitos mundos mi situación será la misma, pero tal vez la causa de mi encierro gradualmente pierda su nobleza, hasta ser sórdida, y quizá mis líneas tengan, en otros mundos, la innegable superioridad de un adjetivo feliz.

La gente fuerte se abre camino sola. De joven yo no me sentía solidario con los jóvenes; la juventud no era una categoría que me interesara (sí la inteligencia, la iniciativa, la belleza). Los otros días vi en el cine a una chica rubia y linda que besaba cariñosamente a un viejo y pensé: "Qué simpática (ojalá yo tuviera una así)." Lo que pasa es que ahora hago causa común con los viejos. Los débiles necesitan agremiarse.

EPÍGRAFES FLANTÁSTICOS PARA ESCRITORESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora