ABELARDO CASTILLO

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ABELARDO CASTILLO

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ABELARDO CASTILLO

Escritor Argentino.

(1935-2017)


La literatura no se vive, se escribe.


El escritor siente que no escribe nunca.


Yo diría que el poeta lo es por su manera de situarse ante el mundo.


La poesía no es una manera de escribir, es más bien un modo de vivir, de percibir el mundo.


Para mí, la literatura y el ser no se diferencian. Lo que escribo no es lo que hago sino lo que soy.


Mucho antes de sentir que escribía yo ya era, creo, un buen lector y hasta diría, un muy buen lector.


En el momento de escribir, un autor no tiene sexo, es un híbrido. Es tanto un hombre como una mujer.


Una palabra innecesaria puede estropear un buen cuento; una página innecesaria estropea a un buen lector.


Los novelistas y los editores creen que una novela es más importante que un cuento. No les creas. Sólo es más larga.


No hay más que una literatura, la grande, no hay, para el escritor, más que una justificación: escribirla. Lo demás, es tipografía.


La vida real es muy difícil de escribir, eso por otra parte lo han dicho todos los escritores: hay que dejar morir el sentimiento para poder rearmarlo en la literatura y darle el sentido que tiene.


Cualquier tipo de artista, un hombre que instala una realidad mítica, es una realidad que le disgusta profundamente y que, a veces, en casos de hombres como Artaud, por ejemplo, la sienten como un infierno.


En cuarenta años de literatura aprendí dos o tres cosas más, pero, por decirlo así, son de orden moral. Por ejemplo: corregir encarnizada mente un texto no es una tarea retórica o estilística, es un trabajo espiritual.


Muchas veces he dicho, ¿qué versión querés que te cuente de mi vida?, ¿la patética o la alegre? Porque podés contar un mismo hecho patéticamente o con alegría, pero es porque lo resignificaste después. El pasado es lo que sentís hoy de lo que es el pasado.


Estamos atravesando por lo que yo llamaría una crisis universal del sentido. La religión, la ciencia, el arte, ya no dan respuestas a nadie. El fin de la historia, el fin de las ideologías, la muerte de las utopías, quieren decir sencillamente que no le vemos un sentido al mundo. La pregunta, entonces, sería: ¿Qué sentido tiene la literatura en un mundo sin sentido? No hay más que dos respuestas. La primera: ningún sentido. La segunda es precisamente la que hoy no parece estar de moda: el sentido de la literatura es imaginarle un sentido al mundo y, por lo tanto, al escritor que la escribe. 

EPÍGRAFES FLANTÁSTICOS PARA ESCRITORESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora